Valladolid

La trashumancia del siglo XXI

A diferencia de sus antepasados, que recorrían largas distancias para encontrar pastos frescos, Rubén ha llegado a un acuerdo con la industria de la energía solar. Sus ovejas pastan en nueve parques fotovoltaicos gestionados por las empresas Solaria y Ríos Renovables, donde contribuyen al mantenimiento del terreno al comer las rastrojeras y evitar con ello el uso de herbicidas. Esta simbiosis no solo beneficia al medioambiente, sino que también preserva una forma de vida tradicional que está en riesgo de desaparecer. «Estas empresas generan luz de forma ecológica y la hierba que crece debajo de cada placa les supone un problema, un coste económico y también medioambiental. En lugar de utilizar productos químicos para erradicar la vegetación han apostado por emplear ovejas. En este caso, las mías. Es la solución perfecta para todos. Las empresas mantienen sus parques solares limpios y yo alimento a mis animales. No hay intereses económicos por medio. Me parece preciosa la simbiosis de ver una placa y las ovejas pastando debajo. Tradición y modernidad», comenta este pastor solar.

La campaña ha terminado. Las rastrojeras de estas plantaciones solares están todas comidas y es tiempo de regresar con su rebaño a casa. Los diferentes atajos de ovejas diseminados por la provincia recorren las cañadas y otras vías pecuarias. Todos tienen como destino su majada de Carpio. El atajo que este jueves conducía Rubén, se componía de 800 animales que estos meses han estado pastando en las dos plantas solares que hay en Renedo. Con ellos van varios mastines, la burra 'Trastadas' y los carneros mansos con los cencerros. El viernes por la mañana atravesarán Tudela de Duero y el lunes llegarán a Medina del Campo donde se juntarán más de 2.000 ovejas. Este viaje requiere de resistencia, dedicación y amor al oficio y para Rubén es una oportunidad para que las administraciones locales aprecien y apoyen esta tradición milenaria con el mantenimiento y conservación de las cañadas. «Para mí no hay oficio más bonito que éste. Me he criado toda la vida entre ovejas. Salir con ellas al campo me da paz. No hay nada igual», comenta orgulloso de una profesión que lleva en el ADN. «Siempre aviso a los ayuntamientos por los que paso y a la gente le encanta salir a recibirnos. Nos hacen fotos, nos dan botellas de agua… es genial. La pena es que algunos tramos de las cañadas están casi impracticables y mal señalizados», lamenta este pastor.

Rubén no está solo en esta travesía. Le acompañan sus empleados Hilario y Abdul, Juan Manuel, un pastor jubilado de Fresno el Viejo y su hijo Erik que con tan solo 14 años apunta maneras de buen pastor. «Lleva entre las ovejas desde que sabe andar. Dice que quiere dedicarse a esto», comenta su padre muy orgulloso. Fernando y Juan Carlos, pastores de Matilla de los Caños y La Seca respectivamente, se unirán al equipo de pastoreo el viernes por la mañana. «La trashumancia es preciosa y yo la disfruto muchísimo. Andar por el campo hace que me olvide de los problemas. También es duro, sobre todo cuando hay una ola de calor, pero es como aquel al que le gusta escalar el Everest. Puede pasar frío, pero si se lo pasa bien, todo le da igual. Eso me pasa a mí con el pastoreo», subraya.

La noche en el parque de Renedo se presentaba tranquila cuando un equipo de El Norte visitó el campamento de estos pastores, que han cambiado los viejos candiles por las linternas y generadores. «Esto no es como hace 100 años. Estamos preparados con vehículos y tiendas de campaña. La comida la hacemos en un infiernillo», comenta este pastor de Carpio dispuesto a cocinar filetes con patatas para reponer fuerzas. «Lo mejor son las sobremesas, cuando comentamos el día. Nos lo pasamos bien», continúa.

Aunque la esencia de la trashumancia es la misma, las comodidades modernas hacen la travesía mucho más confortable que la de sus antecesores, quienes solo contaban con su cayada y su morral. Eso lo sabe bien Alejandro Jiménez de 73 años, padre de Rubén, quien ha pastoreado en el campo desde que tiene uso de razón. «Durante más de 30 años he estado subiendo a León. La trashumancia ha sido mi vida. Antes dormíamos en el suelo, entre las ovejas, sobre una manta y el morral como almohada. Ahora llevan un pastor eléctrico y duermen mucho más tranquilos en una tienda de campaña. Hay muchas comodidades, aunque en lo principal se sigue manteniendo la vieja usanza», comenta este sabio del campo. «En este trabajo no hay que regirse por la hora del reloj, sino por la luz del sol, por la temperatura y por la naturaleza. Depende de cómo venga el día, así tienes que dar el careo a la oveja», añade.

Rubén, Erik, Hilario, Abdul, Juan Manuel, Fernando y Juan Carlos son el ejemplo prefecto de que, combinando las prácticas tradicionales como la trashumancia, con innovaciones sostenibles como el pastoreo, se puede preservar un oficio casi perdido y contribuir al bienestar del medioambiente y todo, sin dejar de lado otras pasiones, como por ejemplo el fútbol. La Eurocopa y el próximo partido de España contra Inglaterra han trastocado los planes que estos pastores tenían para la ruta. El domingo piensan acabar pronto, dejar el rebaño en una de las plantas solares para a las 21:00 horas poder disfrutar del encuentro futbolístico. «Ya nos hemos perdido los partidos anteriores. El del domingo lo queremos ver en casa. Por eso a lo mejor el lunes no madrugamos tanto», concluyen entre risas.