Tranquilidad absoluta la que se vivía este miércoles en Pesquera de Duero tras entrar en vigor la orden de confinamiento decretada por la Junta de Castilla y León.
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Calles vacías, apenas utilizadas por algún vecino que, de forma muy puntual, caminaba en solitario por ... ellas. A media mañana no llegaba a una docena los vecinos que se hallaban en la calle, haciendo algún recado, barriendo la puerta de casa o acercándose hasta el consultorio médico ubicado en la planta baja del Ayuntamiento.
En las dos terrazas de los bares que están abiertos, solo un cliente en cada una de ellas.
En la Plaza Mayor, desierta, solo un par de equipos de televisión realizando la cobertura de un confinamiento que durante las primeras horas no tuvo controles en los accesos y salidas de la localidad vallisoletana.
Más activo era el flujo de tráfico de vehículos, de paso, atravesando el municipio, al hallarse este en una encrucijada de cuatro carreteras y en una zona importante de la Ribera del Duero, con un elevado número de bodegas en la zona. Precisamente también se veía ya circulando algún tractor con el remolque cargado de cajas preparadas para la vendimia. Pero muy pocos. Contados con los dedos de una mano.
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