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Un pincho que simula dos rayas y un gramo de cocaína junto a un billete enrrollado está causando revuelo entre los vecinos de Aldeamayor de San Martín. La propuesta gastronómica forma parte del certamen de la Semana del Pincho del Villazgo -que arrancó el sábado ... pasado y termina este domingo en la localidad vallisoletana- y consiste en un trampantojo que emula el aspecto de la droga y que, en realidad, consiste en un saquito de pollo a la Coca-Cola aderezado con una salsa ahumada de bacon que se presenta acompañado con un canutillo relleno de mermelada de frambuesa y dos líneas de azúcar glas.
El nombre del pincho es 'un pollo de coca... Cola' y tanto su aspecto como su nombre están generando controversia en el pueblo. Su creador, Jonathan Casero, dueño del bar de la piscina municipal, no esconde que lo que busca con esta idea es provocar.
«Más que cocinero o hostelero me considero artista. Me gusta hacer cosas que calen en la gente, que llamen la atención, y un artista que se precie tiene que hacer algo que cree emociones», apunta el cocinero, quien reconoce que su tapa ha generado opiniones encontradas incluso dentro de su círculo más cercano. «Pregunté a la familia si les parecía arriesgado y hubo reacciones de todo tipo. Unos se partieron de risa y otros, como mi madre, me dijeron que no podía hacer algo así», explica.
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Laura Negro
El concurso de pinchos en el que participa la propuesta de Jonathan Casero está organizado por el Ayuntamiento de Aldeamayor de San Martín. Este periódico se ha puesto en contacto con los responsables del Consistorio, que han rehusado hacer declaraciones. El cocinero asegura que desde el Ayuntamiento no se le han pedido explicaciones.
«En ningún momento nadie me ha hecho comentarios al respecto. Supongo que alguien habrá visto la foto. Se ve lo que es y el nombre es el que es. Si se ha dado de paso, entiendo que tampoco están para coartar la creatividad de nadie», indica el cocinero, quien piensa que su propuesta está alejada de la apología de las drogas.
«Todo el mundo que lo ha probado está encantado. Habrá gente que le moleste, pero a los que vienen les hace gracia pedir un pincho de un 'pollo' de coca. La gente se ríe, lo sube a sus redes y al final el objetivo está logrado, que es llamar la atención y hacer algo que esté bueno», afirma el dueño del bar, al que acude mucha clientela menor de edad, una circunstancia que, a su juicio, no convierte su pincho en inapropiado para su negocio. «Un niño no entiende el guiño», concluye.
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