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Cuatro bomberos del parque de Arroyo de la Encomienda acudieron el hace diez días, el pasado miércoles 27 de octubre, con una autoescala y un vehículo de mando a Piña de Esgueva para retirar el inmenso nido que coronaba la ermita de San Pedro ... de la localidad vallisoletana desde hace décadas.
Se trata de una actuación que los equipos de extinción de incendios de la Diputación de Valladolid realizan con relativa frecuencia, pero en esta ocasión los bomberos se toparon con una sorpresa: al quitar los cerca de mil kilos de palos de la espadaña del templo herreriano «apareció un busto de madera clavado justo al lado del nido», explica el jefe del parque, Félix del Amo. «Se trata de una talla de aproximadamente 20 centímetros de altura que, al parecer, habría sido colocada como elemento de ornamentación. Es imposible que las cigüeñas la hayan llevado hasta allí», matiza del Amo.
Durante aproximadamente tres horas, los efectivos de Arroyo trabajaron codo con codo para desmontar el «enorme» nidal, bajar los elementos con peligro de desprendimiento y sanear la espadaña de la ermita que está en la Plaza de San Pedro de Piña de Esgueva, junto a la casa consistorial y a la concurrida travesía VA-140. «Queda pendiente ahora reparar la piedra de esa parte del edificio, que no está en muy buen estado, y así se lo hemos comunicado al alcalde», añade el jefe del parque de Arroyo.
Desde el Ayuntamiento confirman que el «templo –propiedad del Arzobispado de Valladolid, pero cedido para el uso de los vecinos– necesita una restauración» y explican que ya está prevista una inversión para convertir el edificio del siglo XVI en un centro de convivencia para los vecinos de la localidad. Y será en este espacio sociocultural donde coloquen la escultura que, desde el 27 de octubre, guarda como oro en paño en dependencias municipales el alcalde de la localidad, Jorge Juan Rodríguez. «El párroco ha acudido este viernes a Valladolid con una fotografía de la talla y en la delegación de Patrimonio del Arzobispado han considerado, por el deterioro del busto y porque no conocían su existencia, que se quede en el pueblo«, explica el primer edil.
«La limpiaremos y la dejaremos a la vista para que la disfrute todo el mundo», anuncia Rodríguez, que reconoce que algunos vecinos ya la habían visto hace años en lo alto de la torre, cuando el nido no era tan voluminoso. «Sería hace 25 años, cuando se quitó parte del nido porque, que yo recuerde, nunca se había retirado por completo».
El enigma está ahora en desvelar qué santo está tallado en la madera y si la obra es coetánea del templo o fue realizada con posterioridad. El carpintero del pueblo ha inspeccionado la pieza pero «no ha conseguido determinar de qué tipo de madera se trata. Solo ha dicho que el clavo con el que estaba fijado a la espadaña es muy antiguo«, reconoce el alcalde.
«Jesucristo seguro que no es y aunque tampoco parece que se trate de San Pedro –por la ausencia de barba en la figura–», explica Jorge Juan Rodríguez, los primeros vecinos que han podido observar la talla de cerca creen que «de perfil se le parece». Habrá que esperar a ver qué opina el resto. Seguro que el tiempo y la mirada atenta del pueblo conseguirá poner pronto nombre a este rostro anónimo.
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