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Los movimientos, las llamadas e, incluso, los pasos registrados en los móviles, sobre todo, del ahora parece que principal investigado en la desaparición de Esther López, Óscar, y también de la propia víctima centran el grueso de la investigación para reconstruir e intentar esclarecer de ... manera definitiva lo ocurrido en las diez horas claves de la madrugada del 13 de enero, cuando la mujer fue vista por última vez y cuando la autopsia sitúa su muerte. Esas casi diez horas son las que transcurrieron entre la última conexión al WhatsApp de Esther (1:19:12) y el momento exacto en el que su móvil se apagó para siempre (11:00:18).
Los agentes, en su informe trasladado a la jueza instructora, mantienen que del análisis de dichos movimientos se desprende una «grave contradicción» con lo declarado por el investigado (Óscar) «en su aseveración de que sobre las 2:30 o las 2:45 Esther se bajó de su vehículo a trescientos metros de la casa de Carlos (el segundo amigo investigado) y no la volvió a ver». ¿Es tan fundamental este hecho? Pues los investigadores creen que sí. Su afirmación se sustenta sobre el posicionamiento de los móviles de Óscar y Esther, que les situarían en las proximidades del domicilio familiar del primero en la urbanización El Romeral, siempre según el relato de los agentes, entre las 3:22 y las 3:26 horas.
Pero puede que se trate de un simple despiste en cuanto a las horas. Así lo entienden las defensas de los dos investigados, que dudan de «cómo alguien podría saber con exactitud las horas en las que ocurren las cosas durante una noche de fiesta». A partir de esa franja horaria (3:35:49), además, se producen una serie de llamadas, tres al menos, del propio Óscar a un número antiguo de Esther (ella tenía en ese momento un móvil prestado por otro amigo) a través de la aplicación WhatsApp. Parecería lógico pensar que carece de sentido hacer dichas llamadas si ambos estaban juntos. Y de ser así, estas llamadas jugarían en favor de la versión del propio Óscar. Pero en sus declaraciones, incluida la realizada el lunes por vez primera ante la jueza, él mismo aseguró que no recuerda haber hecho esas llamadas y apuntó a que quizás la llamó para ver si había llegado a casa. Los agentes, incluso, recogen que creó un contacto nuevo con ese número y que luego lo modificó. ¿Por qué? Es una incógnita. El abogado de la acusación, que representa a la familia de la víctima, reconoce sobre este punto que se trata de «algo absurdo».
Los agentes, en cuanto a las horas en las que Óscar y Esther estuvieron juntos, parece que de manera indubitada, explican en su informe que entre las 3:14 y las 3:22 horas el posicionamiento de los móviles es compatible con el desplazamiento entre las bodegas de la localidad y la urbanización El Romeral, donde el primero tiene el chalé familiar. Esta, en principio, certeza vendría a reflejar que Óscar dejaría a Esther, de ser así, a partir de las 3:22 horas. Un simple desliz horario. ¿O no?, a juicio de los investigadores.
La versión de Óscar, que ha mantenido invariable desde el principio, apunta a que la dejó cerca del cruce del restaurante La Maña, un punto cercano, en cualquier caso, a la urbanización El Romeral, situada al otro lado de la carretera de Soria. Él afirma que se marchó a casa y que poco después se metió en la cama, tras fumarse un cigarrillo en el salón.
Los agentes recogen a continuación que el móvil de Óscar estuvo asociado al manos libres de su vehículo, a través del 'bluetooth', entre las 3:29 y las 3:40 horas. Precisamente cuando se realiza la primera llamada al móvil antiguo de Esther (3:35).
El siguiente movimiento registrado por el móvil de Óscar señala que este «estuvo activo», es decir, que se movió, sin concretar cuánto o la posible distancia recorrida, hasta las 5:24 horas. Así lo refleja, siempre según el informe policial incorporado al sumario, el contador de pasos de su terminal, que recoge esa actividad, léase pasos, hasta ese momento. Estos movimientos, apuntan los agentes, «no se corresponden a su rutina diaria». Y tampoco, en teoría, a estar en casa. Pero en el informe, al menos en la parte conocida (otra continúa bajo secreto de sumario), no se especifica cuántos pasos dio o si dicho número es incompatible con estar en su domicilio.
A partir de esa hora, las 5:24, se produce un vacío en cuanto a actividad de los móviles, más allá de que la madre de Esther la llamó en tres ocasiones (5:31, 5:56 y 6:30) sin recibir respuesta. Pasadas las seis y media vuelve la aparente actividad en los terminales. Los agentes consideran que Óscar pudo activar el 'modo avión' de su móvil a las 6:53, y hasta las 9:10 horas, con el (posible) fin de «ocultar su posicionamiento». Él no recuerda haberlo activado, y así lo ha mantenido en sus sucesivas declaraciones. Y es este momento, puede que crucial en cuanto a la desaparición y muerte de Esther López, cuando los agentes establecen un paralelismo con el móvil de la víctima en cuanto a que, según recoge el sumario, su terminal «carece de conexiones (en primer o segundo plano) entre las 6:34 y las 8:55 horas». No concretan, sin embargo, si eso pudo deberse a una manipulación del móvil en el sentido de haber activado también el 'modo avión'.
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A continuación apuntan a que el móvil de la víctima reflejaría de nuevo actividad entre las 8:55 y las 9:12 horas, que sería, a su juicio, «compatible con un desplazamiento entre las urbanizaciones (de Traspinedo) hacia Tudela de Duero». El móvil de Óscar, en paralelo, reflejaría una posible actividad en el mismo sentido entre las 9:10 y las 9:22 horas. Él niega tal desplazamiento.
La pista en torno al móvil de Esther se pierde definitivamente a las 11:00:08, cuando el terminal se apaga definitivamente.
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