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Una foto publicada en las redes sociales en la que se ve a la alcaldesa de La Seca, Eufemia Rivera, junto a dos diputados y ... dos supervisoras en la residencia de ancianos Villa de La Seca, en la que se alaba «la buena atención y los buenos servicios que reciben sus residentes» ha sido el detonante que ha provocado que varias familias digan basta y cuenten su experiencia en cuanto a la situación y a la, a su juicio, «mala gestión» del centro concertado, de titularidad municipal, en el que viven cincuenta ancianos.
Es tal la indignación que tienen algunos familiares que han convocado una manifestación prevista para este miércoles (26 de febrero) a las 17:00 horas y que partirá de la plaza de la localidad para concluir ante el centro de mayores. Los allegados piden una solución a «muchos de los problemas con los que cuenta esta residencia, sobre todo, desde hace año y medio», según resume Vicente Redondo. Él conoce bien la situación, ya que sus suegros viven en esa residencia desde hace apenas dos años y su mujer era una de las dos cocineras que tenían en plantilla. Hasta el pasado 4 de enero, cuando fue despedida por denunciar, según asegura, que «a los abuelos se les estaba dando comida de 'catering' caducada, todo ello mientras mi mujer y la otra cocinera estaban de permiso de descanso a finales de diciembre. Los platos no estaban en condiciones».
Denunciaron los hechos ante la Guardia Civil de Nava del Rey, que levantó acta de lo sucedido y han solicitado además una inspección a la Gerencia de Sanidad. «Hemos puesto también una queja al Defensor del Pueblo, que ha abierto un expediente al Ayuntamiento y les ha requerido documentación que aún no han presentado», advierte indignado este vecino. Este matrimonio conoce bien la residencia y aseguran que, pese a que las instalaciones están limpias, han sido reiteradas las ocasiones en las que «hemos encontrado plagas de hormigas, algún ratón, plagas de mosquitos».
Muchas de las quejas coinciden en el trato que dan algunas trabajadoras del centro tanto a las familias como a los residentes. «Cómo te contestan, con qué pasividad, sin ganas de resolver nada», explica Astrid Alonso. Su padre ingresó en la residencia en 2020 y falleció el pasado mes de julio. «Todo ha ido de mal en peor desde octubre de 2023, la empresa ha cambiado varias veces de dirección y por algo será. Nosotros lo hemos pasado muy mal, incluso un día descubrimos que a mi padre le pusieron una bolsa de basura hace año y medio para hacer las veces de empapador en la cama», asegura indignada «por la pasividad del personal».
Puso una queja al Procurador del Común manifestando lo ocurrido y «finalmente despidieron a la auxiliar responsable de poner esa bolsa a mi padre, pero la cosa no termina ahí», expone Alonso, quien pese a lo mal que lo pasó hace año y medio por lo sucedido estará apoyando la manifestación de este miércoles. «Lo hago por los que están dentro y a los que solo queremos que se les dé un trato digno, más cuando son personas indefensas, que se lleve la gestión del centro en condiciones y que cesen a las personas que generan problema».
A esa petición se une también José Pedro Martín, quien tiene a su suegro en esa residencia desde hace un año y en la que también pasó los últimos días su tía. «Es una pena. La enfermera que tienen solo está disponible a ratos, el médico solo pasa una vez a la semana... Es un despropósito», comenta con evidente enfado. «Hay tan mal ambiente que las chicas que van allí a trabajar acaban marchándose a otras residencias de otros pueblos. No son gente cariñosa y el trato a las familias es pésimo. Hace un año tuvimos que pelear muchísimo para que les pusieran aire acondicionado porque el calor en verano era insoportable», relata.
Admiten que hay parte del personal que merece la pena y confían en esa 'isla' de personas que atienden a sus familiares, pero no pueden evitar que después de tantas quejas y denuncias les pueda la indignación, porque «ninguna administración hace nada». «Hay familias que por su culpa se llevan a sus familiares a otras residencias», admite. Y ese es el caso de Carmen Manzano, quien sacó de la residencia de La Seca a su madre (invidente). «Me decía que la sacara de allí, que se sentía completamente ignorada en el día a día». Manzano trasladó al centro su malestar y comunicó además la situación de plaga de insectos a la Gerencia de Servicios Sociales. «Me dijeron que estaba todo correcto. Los hemos pasado realmente mal, pero ahora tanto mi madre como yo estamos tranquilas».
Los testimonios de estas familias no dejan a la dirección del centro ni a parte del personal en buen lugar. Desde el Consistorio y ante las quejas expuestas por los vecinos, la alcaldesa de la localidad, Eufemia Rivera, advierte de que no quiere restar importancia a las acusaciones, pero recuerda que «en esta residencia, de propiedad pública y gestión privada, hay un total de 52 residentes y que se hacen visitas de inspección y control regulares y sin avisar por parte de la Junta y del Ayuntamiento». Asegura la regidora que no se ha detectado ninguna anomalía. Hemos hablado con «residentes y trabajadoras y están satisfechos por el servicio de cocina». Asimismo, argumentan que respecto a la denuncia por los platos caducados «se ha registrado una queja que está en trámites» y que tienen «constancia de que no se ha servido nada fuera de fecha».
La alcaldesa ha publicado un escrito en el que alude en reiteradas ocasiones al «descrédito» de los testimonios «anónimos» difundidos en redes sociales, aunque las personas que los publican, al igual que las que aparecen en este reportaje, lo hacen con sus nombres y apellidos. Rivera incide, además, en un documento de dos folios en la negativa a la presencia actual de insectos y habla de «unas condiciones de limpieza y salubridad adecuadas». Y finaliza diciendo que «las personas mayores y sus familias obviamente son tratadas con absoluto respeto».
Desde la residencia Villa de La Seca, el personal del centro señala que lo «primero son los residentes» y añaden que «les damos un trato correcto y adecuado» antes de anticipar que será la dirección del centro la que haga las declaraciones que considere oportunas al respecto. Aunque no es la primera vez que esta residencia protagoniza titulares que no dejan en buen lugar al centro, pues en septiembre de 2023 la baja «masiva» de siete trabajadoras de la residencia obligó a que las propias familias tuvieran que acudir a dar las cenas a sus internos.
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