Los bomberos apagan la semana pasada un incendio de pelusas en Peñafiel. Vídeo de Rodrigo Ucero

Las pelusas disparan la cifra de incendios en Valladolid

«El 99% de estos sucesos son provocados», asegura el jefe de bomberos, Javier Reinoso, tras 45 fuegos en 17 días

Marco Alonso

Valladolid

Miércoles, 26 de mayo 2021, 06:43

El 112 recibió el 8 de mayo el primer aviso del año por incendio de pelusas en Castilla y León. Ese primer fuego se originó en Valladolid capital y, desde entonces, el número de sucesos originados por la quema de pelusas registrados por ... emergencias en la provincia vallisoletana asciende a 45, que suponen más de la mitad de los 77 fuegos iniciados por este motivo en lo que va de año en Castilla y León.

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¿Cuál es la razón por la que la provincia de Valladolid concentra tantos incidentes de este tipo? El jefe de bomberos del parque de Valladolid, Javier Reinoso, tiene una explicación clara y concisa. «El 99% de estos incendios son provocados y en los lugares en los que hay más población suelen registrarse más», indica el jefe de bomberos, que reclama civismo a la población, ya que este tipo de actos vandálicos pueden ocasionar importantes daños materiales e incluso personales. «Estos elementos arden con mucha facilidad y la propagación del fuego puede afectar a instalaciones anexas o arbolado», añade.

Un incendio provocado está tipificado como delito penal y las penas se endurecieron de forma notable en 2015. De hecho, si el fuego afecta a un bosque, la sanción puede acarrear penas de uno a tres años de prisión, siempre y cuando no haya peligro para las personas, en cuyo caso la pena puede ascender de 10 a 20 años. No obstante, este tipo de fuegos se suelen registrar en medios urbanos y no suelen ser forestales, por lo que la sanción más común por este perjuicio al medio natural llevaría aparejada una pena de seis meses a dos años de prisión, además de una multa de 6 a 24 meses, tal y como refleja el artículo 356 del Código Penal.

El régimen sancionador es claro, pero el jefe de bomberos no oculta que, en este tipo de delitos, resulta complicado dar con el autor de los hechos. «Si se coge al pirómano, se perita el daño que ha causado y lo tiene que pagar, además de las sanciones estipuladas. Pero el gran problema es que es muy difícil pillar a la persona que inicia el fuego», reconoce Javier Reinoso, que está viendo cómo estos actos vandálicos están interfiriendo en el servicio de bomberos. De esos 45 incendios de pelusas registrados en la provincia de Valladolid desde el 8 de mayo, 26 se han iniciado en la capital y eso está aumentando notablemente las salidas. «El Parque de Bomberos cuenta con dotación suficiente para atender bastantes intervenciones simultáneas. No obstante, es cierto que tenemos algún pico de intervenciones relacionadas con las pelusas que, si se producen a la vez, generan un problema y puede ser necesario tener que desplazar los medios de la intervención menos grave a la más grave», asegura.

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Los chopos hembra generan estas pelusas -que son milanos que acompañan a las semillas y no polen como muchos creen- y no se dispone de un censo actualizado del número de estos árboles que hay en Valladolid capital. No obstante, se estima que su número supera el medio millar y su presencia se concentra en las zonas de ribera, ya que es la zona natural de su reproducción y las plantaciones de jardinería se circunscriben a los machos, que no generan pelusas. Las hembras se agrupan principalmente junto al río, ya que en esas zonas caen las semillas y fructifican para que surjan nuevos ejemplares que no han sido seleccionados por género.

Son varios los ayuntamientos que han anunciado planes de sustitución de chopos hembra por otros árboles que no generen pelusas para acabar con este problema, pero esta medida no es sencilla. El artículo 28.4 del Plan Hidrológico Nacional establece que cualquier actuación en un cauce público situado en zona urbana corresponde a la administración competente en materia de ordenación del territorio y urbanismo, que en el caso de los chopos situados en la orilla del río es el Ayuntamiento. No obstante, al encontrarse estos árboles en la zona de dominio público hidráulico, el Consistorio debe solicitar autorización a la Confederación Hidrográfica del Duero y, a su vez, la CHD necesita un informe de la Junta en un proceso burocrático que lleva a muchos ayuntamientos a evitar actuaciones en estas zonas.

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Todo hace indicar que la incomodidad que genera la presencia de estas semillas voladoras seguirá acompañando a los vallisoletanos durante años. No obstante, el jefe de bomberos espera que baje el número de quemas incontroladas de este material inflamable. «Estos problemas son perfectamente evitables. El daño puede ser grave, es completamente innecesario y hay que tratar de evitarlo por todos los medios», concluye Javier Reinoso.

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