El policía Pablo Montero y la médico Reyes Canalda, en el lugar de la cogida. JOSE CARLOS CASTILLO
Provincia de Valladolid

Un policía y una médico fuera de servicio salvaron la vida del octogenario corneado

Pablo Montero y Reyes Canalda utilizaron dos camisetas y una bandera de España para taponar la herida en la femoral de Antonio Herrero en Villafranca de Duero

Laura Negro

Valladolid

Viernes, 28 de julio 2023, 00:09

En la mañana del domingo, en Villafranca de Duero, hubo momentos en los que la adrenalina se mezcló con la incertidumbre y la tensión. Fue durante el encierro urbano, cuando un toro dio dos cornadas a Antonio Herrero, un veraneante de San Román de ... Hornija de 81 años, que tuvo la mala suerte de chocarse contra otro corredor. Al caer, se partió la cadera y quedó tendido en el suelo. La res aprovechó para cebarse con él, empitonándole en el abdomen y en la femoral. En medio de toda esta tensión, surgió una historia de valentía y solidaridad, la de Pablo Montero Alonso, un policía nacional villafranquino que se encontraba fuera de servicio. Él y la médico Reyes Canalda se convirtieron en héroes y salvadores inesperados.

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Pablo trabaja en la comisaría de Pozuelo de Alarcón (Madrid) y cuenta en su haber con 20 años de entrega y servicio a los demás. Gran amante del pueblo de sus ancestros, este policía está de vacaciones en la localidad vallisoletana durante la segunda quincena de julio con su hija de 6 años, a la que quiere inculcar los valores y la cultura del lugar en el que tan buenos ratos pasó de pequeño. Le gusta la tauromaquia y disfrutar del buen ambiente de las fiestas compartidas con viejos amigos a los que sólo ve en verano. Ese día se encontraba disfrutando del encierro a pocos metros de donde ocurrió todo, frente al número 68 de la Calzada de Toro. «Vi que este hombre se había chocado con un corredor y que algo le había ocurrido en ese choque, ya que quedó tendido en una posición muy rara. A medida que el toro se iba acercando, yo veía que no le iba a dar tiempo a levantarse. El toro le dio varios meneos y muchos jóvenes acudieron al quite, aunque el animal hizo caso omiso al principio. Fueron cinco o seis metros de auténtico calvario para él, mientras el toro le corneaba», cuenta Pablo. «Cuando ya le pudieron quitar el toro de encima, entre varios jóvenes le cogieron de la mejor manera posible. Él estaba consciente. Yo me había percatado de que no había gritado al ser corneado, creo que estaba conmocionado del primer golpe y eso me puso en alerta», prosigue.

Antonio fue llevado en volandas hasta la talanquera, junto al camión donde estaban las reses. Ahí, Pablo cuenta que empezó a actuar por puro instinto. «En ese momento todo se me hizo más pequeño, sólo veía que el señor estaba muy mal y que tenía dos cornadas. Sabía que había otras dos personas conmigo pero que apenas recuerdo», relata.

Una de esas personas que acudió pronto a socorrer al herido fue Reyes Canalda, una médico de familia, que trabaja en el Ayuntamiento de Zaragoza, en el servicio de prevención y salud laboral. Ella también se encontraba en Villafranca de Duero, el pueblo de su madre, disfrutando de sus vacaciones de verano. Desde la ventana de su casa vio la cogida y salió corriendo para ayudar en la emergencia. «Vi que aquello era grave. Salí corriendo de casa y grité que era médico, pero me daba miedo entrar al recorrido porque estaba el toro», reconoce esta facultativa. Una vez que Antonio fue tendido en el suelo, ya fuera de la talanquera, médico y policía hicieron una primera valoración de las cornadas. «La primera era de unos siete centímetros, en el abdomen. Era impactante, pero no sangraba, por lo que procedimos a valorar la cornada del muslo, de la que manaba muchísima sangre», cuenta Pablo, que intentó mover lo menos posible al herido, aunque en ese momento, desconocía que tenía rota la cadera.

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Dos camisetas y una bandera para taponar la cornada

Ambos intentaron hacerle un torniquete con el cinturón de Antonio, pero la ubicación de la herida, justo debajo del glúteo, no lo permitía. «Había un montón de sangre y allí era imposible poner un torniquete, pero había que taponar como fuera para que no se desangrara. Pablo y otro chico se quitaron sus camisetas y alguien me dio una bandera de España que también utilicé para hacer un tapón», relata la médico. «La gente que estaba por allí estaba muy impactada. Pedimos ayuda para que alguien le sujetara la cabeza y les pedíamos que le hablaran para que no perdiera la consciencia. Fue entonces cuando llegó la ambulancia. Le subimos a la camilla, pero hubo un problema con las ruedas, que se quedaron bloqueadas. Veíamos que se nos iba, y que cada segundo contaba, así que di una patada a las ruedas y se abrieron de golpe», indica él.

Ambos salvadores villafranquinos se metieron en la ambulancia con el herido hasta la llegada del médico. «Fue una decisión muy acertada que el festejo fuera suspendido en ese momento. Lo que importaba era la seguridad de todo el mundo», valora él. Ambos cuentan que fueron apenas unos minutos, pero que les resultaron eternos. «La nuestra fue la primera actuación y, por protocolo, nos retiramos en cuanto llegaron los compañeros sanitarios para dejarles hacer su trabajo. No sabía si iba a llegar al hospital con vida y cuando me dijeron que estaba estable, fue un gran alivio. Ahora lo recuerdo como si fueran flashes. Considero que nuestra actuación fue estupenda. La rapidez y las decisiones que tomamos fueron claves para que el Antonio se salvara, y debo decir que Pablo facilitó muchísimo las cosas», reconoce Reyes. «Ha sido muy grato servir de ayuda. No conozco a Antonio personalmente, pero todos hemos estado muy pendientes de su evolución. También el chico con el que se chocó al principio, que es de nuestro pueblo», añade Pablo.

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La rápida intervención del agente Pablo Montero y de la médico Reyes Canalda fue crucial para la supervivencia de Antonio. Ambos, con modestia, restan importancia a su hazaña. «Solo hicimos lo que cualquier otra persona en nuestra situación hubiera hecho. Como policía, mi vocación es proteger y servir, incluso fuera de servicio. Estoy muy feliz de que Antonio se esté recuperando. Me llena de orgullo ser lo que soy y cómo procedí en esta situación y haberle salvado una vida con los medios que teníamos. Salvar una vida es lo más grande del mundo». Y lo dice él, que ha salvado ya varias, entre ellas la de dos niños, de un atragantamiento y de un ahogamiento en el río Duero. «Puedes ser muy valiente y en un determinado momento quedarte bloqueado ante una determinada situación. Afortunadamente, siempre he sabido mantener la templanza y cumplir con mi deber», dice Pablo. Como médico, Reyes también ha actuado en numerosas situaciones de emergencia, aunque nunca ante una cornada. «Estoy muy orgullosa de lo bien que lo hicimos», concluye ella.

El alcalde del municipio, José Antonio Seco, se ha mostrado muy orgulloso de la rápida y eficaz actuación de ambos vecinos y ha enviado un escrito a los superiores de Pablo Montero y Reyes Canalda informándoles y reconociendo el valor de su hazaña.

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