Los Bomberos limpian los restos de sangre a la puerta del bloque donde residía la víctima. foto J. Sanz / Vídeo atlas
Atrincherado tras supuestamente matar a un hombre

Los vecinos del detenido en Santovenia: «Hemos pasado una noche de película de terror»

Los inquilinos del número 8 de la calle Alfredo Martín relatan la «pesadilla» vivida durante las doce horas en las que el sospechoso estuvo atrincherado

J. Sanz

Valladolid

Viernes, 1 de julio 2022, 19:38

«Hemos pasado una noche de película de terror», coincidían en señalar los vecinos del bloque del número 8 de la calle Alfredo Martín de Santovenia de Pisuerga cuando los agentes de la Guardia Civil ultimaban la inspección ocular del bajo en el que permaneció ... atrincherado durante más de doce horas Pablo S., 'Chiqui', el acusado de matar a tiros a un vecino y dejar a un teniente coronel en estado crítico de otro disparo. «Chiqui llevaba mala vida, estaba un poco pasado y parece que había muchas movidas entre sus mujeres –él estaba separado–, pero eran amigos de toda la vida...», relatan los residentes, muchos de los cuales mostraban abiertamente su «miedo» a posibles venganzas entre las familias implicadas.

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Los vecinos tanto del bloque en el que ocurrieron los hechos como de los colindantes recuerdan cómo de madrugada, al filo de las dos de la mañana, escucharon «gritos» y un disparo seco. «Le mató allí, en el portal y luego se metió en el piso (el bajo en el que reside su familia y en el que él mismo vivía hasta su separación)», recuerdan antes de explicar cómo en pocos minutos comenzaron a llegar al lugar «un montón de guardias civiles».

«'Chiqui' llevaba mala vida y parece que había movidas entre sus mujeres»

Fueron momentos de «pánico», según reconocen los testigos, a los que los propios agentes conminaron inicialmente a refugiarse en el interior de sus viviendas y que las cerraran a cal y canto a sabiendas que el hombre atrincherado en el bajo A portaba un rifle. «Nos dijeron que ni nos moviéramos y la verdad es que hemos pasado mucho miedo». A medida que engordaba el operativo, los propios agentes comenzaron a desalojar el inmueble. Unos salieron por la ventana y a otros los fueron bajando por el ascensor hasta el garaje para evitar el portal.

Con metralletas de la mano

Allí, por la mirilla, los vecinos vieron a «agentes con las metralletas de la mano, cascos y escudos apuntando a la puerta». Y allí, pasadas las ocho de la mañana, escucharon un segundo disparo seco, realizado, al parecer, con el mismo arma del crimen inicial, un rifle, que alcanzó en la cabeza (en la frente) al jefe del operativo de la Unidad Especial de Intervención (UEI), el teniente coronel Pedro Alfonso Casado. «Debió entreabrir la puerta y le ha dado de lleno de un solo disparo y luego sus compañeros le han sacado lleno de sangre a la calle», relatan los testigos.

Un agente traslada el rifle intervenido en el domicilio de la familia del sospechoso. J. Sanz

Los vecinos permanecieron durante más de doce horas desalojados de sus viviendas hasta que el presunto autor de los disparos, Pablo S., se entregó voluntariamente y dejó salir a su rehén, o el hombre que estaba con él en la vivienda, que resultó ser el novio de una de sus hijas. «Solo hemos escuchado voces y líos, pero nada más, y dicen que sí tenían algún lío de celos entre ellos por sus mujeres, pero son cosas suyas que no sabemos», relataban los vecinos de la calle Alfredo Martín.

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Los agentes intervinieron el rifle y los Bomberos limpiaron los restos de sangre del portal

En lo que sí coinciden muchos de los residentes es en que «Chiqui llevaba mala vida», relacionada, al parecer, con las drogas, y en que él y la víctima, Dionisio, eran amigos desde chavales, cuando los dos estaban en Huerta del Rey, donde vivían sus familias, en el entorno de la calle Gavilla. El fallecido estaba casado y deja dos hijos y el detenido, que también tiene dos hijos, se había separado recientemente y los vecinos apuntan a que «ya no vivía» en el bloque en el que residían sus familias (en el bajo y el tercer piso).

Los vecinos del número 8 de la calle Alfredo Martín pudieron regresar a sus domicilios, después de «más de doce horas de pesadilla», pasadas las tres de la tarde, cuando los guardias civiles concluyeron la inspección ocular del bajo, que quedó precintado y del que sacaron, entre otras pruebas, el arma homicida, y los Bomberos de la Diputación, a petición del Ayuntamiento, limpiaron con desinfectante los restos de sangre de las dos víctimas en el portal y el exterior de la propia calle.

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«Ojalá se acabe ya esta pesadilla y no tengamos más problemas», suspiraron.

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