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Viernes, 1 de julio 2022, 15:20
Encarnación Arias Fernández, suegra del fallecido Dionisio Alonso Pardo, de 45 años, ha asegurado que el origen del suceso fue «que le habían pinchado dos ruedas (al agresor) y no sabía quién era». En declaraciones a los medios destacados en las calles de Santovenia ha ... cuestionado la versión oficial ofrecida por la delegada del Gobierno Virginia Barcones: «Las mujeres discuten a las seis de la tarde, no hay ningún herido, ninguna señal, nadie ha ido al Clínico, nadie, puta canuta, que yo no he sido, que tú sí has sido, que yo no he sido; mi hija se va con su marido a tomarse un café a ese bar. Yo vine a las diez y media y mi hija se había ido a las once; entonces llegué y vine p'a casa y me llama mi hija que vaya que se han pegado entre seis, que eran el Chiqui –el asesino–, el cuñado de el Chiqui, los dos novios de la hija (del fallecido), (la mujer) con la que está liado el Chiqui y la hermana. Les esperaron a mi hija y a mi yerno. Mi hija la cabeza abierta y mi yerno el ojo que no había quien se lo pudiera ver».
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En su relato Encarnación Arias Fernández apunta ahora que fue entonces cuando «se fueron a curar al Clínico y sale primero mi yerno y va su hijo de 27 años a buscarle y viene a casa y le oímos que venía riéndose, y le digo al niño que tenía 17 años: 'mira, tu padre ya viene, hijo, y viene riéndose, tanto preocuparnos por su ojo'. Abrimos la puerta, salimos arriba al tercero y oímos las risas, pum, y de repente un silencio, que mira que tiene 17 años y se dio cuenta y dijo 'abuela es un tiro'. Se bajó corriendo y yo corría menos que él y me le encuentro en el primero con el niqui todo desgarrado y le digo '¿te ha pegado ese desgraciao'?, y dice 'no abuela, me lo he roto yo porque mi padre está muerto en el descansillo'. Y bajo al descansillo y me encuentro a mi yerno muerto, llamo a mi hijo que vivía en el segundo, 'Toñete baja, ayúdame a tapar el tapón de sangre' que salía. Y yo necesito oxígeno y mandé a una vecina a casa a por mi oxígeno y me lo pongo, me puse mi oxígeno al seis y mi hijo taponándole la herida, y de repente yo en el suelo tirada con él como que estuviera tumbada, se le cayó la cabeza, sacó la lengua y se acabó».
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También indicó encarnación Arias Fernández que uno de los hijos de la víctima, de 27 años, «no ha vuelto a hablar, porque se encuentra tan inútil que dice que cómo no le agarraría la escopeta y la pondría pa'rriba, que cómo no se la quitó, que se quedó tan quieto porque fue sacarla y pum, dispararle; luego le disparó a mi nieto, pero se le quedó agarrotada (el arma); mi nieto de 17 años baja por las escaleras y le pega una hostia a él porque dice que le estaba diciendo a su padre 'hijo puta mira, como te he quitado la vida, mira como te la he quitado' y le pegó un puñetazo, se le cayó la pistola al suelo (al agresor), la cogió y le fue a disparar. Subía las escaleras y cuando le vi con el niqui todo roto pensé que me le habían pegado una paliza y no, me dijo: 'está mi padre muerto en el descansillo'. Esa es la pura verdad, lo que he vivido, no ha habido ninguna reyerta entre familias».
Descartó que hubiese «rencillas» entre el agresor y la víctima. «Eran amigos de niños, él fue a la boda de mi yerno, a la comunión de mis nietos, nos llevábamos de maravilla y se vino a Santovenia porque vivíamos nosotros», apuntó.
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