«Yo no digo que David fuera un santo, pero duele escuchar que si murió en un ajuste de cuentas, que si estaba metido en drogas... Pero si solo tenía 18 años y nunca había tenido problemas de ese tipo», apunta Lorena Sánchez, la madre ... del joven que murió asesinado hoy hace justo un año en las inmediaciones del polideportivo municipal y el lago de Laguna de Duero, a escasos doscientos metros de su casa de Torrelago. «No sé lo que pudo pasar y quiero creer que se encontró con quien no debía o que vio lo que no debía, pero no pasa una sola noche desde entonces en las que no intente encajar las piezas del puzle de la muerte de David». Y no encajan. Ni a ella ni, al parecer, a los investigadores de la Guardia Civil que llevan doce largos meses investigando un crimen con demasiadas sombras que ocurrió de madrugada y en pleno confinamiento duro apenas un mes después del inicio del estado de alarma por la pandemia. ¿Por qué salió el joven de su casa pasada ya la madrugada? Su progenitora apunta que David era un chico que tenía hiperactividad: «No podía estar encerrado y era el que se encargaba de sacar al perro para poder salir un poco».
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La noche de autos, en aquel 16 de abril (jueves) de hace un año, David salió prácticamente con lo puesto –llevaba el pijama, una cazadora, el móvil y un mechero–, y sin su mascota. «A veces se ponía el chandal encima del pijama o el abrigo», explica Lorena, quien recuerda cómo enseguida vio que su hijo no estaba y salió a buscarle. Pero no le encontró. «Estuve en el polideportivo, a unos metros del lugar en el que le mataron (en el parque de los Scout situado justo detrás del pabellón) a eso de las dos de la mañana, pero no di la vuelta», lamenta Lorena antes de incidir en que desde entonces no deja de darle vueltas a lo que hubiera ocurrido si hubiera llegado al lago. «Nunca sabré si hubiera llegado a tiempo o no y eso me reconcome». Ella, en un principio, pensó que su hijo quizás se había escapado a la casa de algún amigo. Pero no fue así. A primera hora de la mañana, cuando «estábamos a punto de avisar de su desaparición», una foto del cuerpo del joven difundida por las redes sociales confirmó la tragedia. «Mi hija –eran tres hermanos–, que precisamente ese día celebraba su cumpleaños (hoy cumplirá 17), vio la foto y me dijo: mamá, es David», recuerda. Ella misma alertó a la Guardia Civil. «De entrada me dijeron que creían que era un chico de unos quince años, pero les insistí y finalmente comprobaron que sí, que era mi hijo», suspira.
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Un golpe muy duro para una familia, oriunda de Salamanca, que había iniciado siete años atrás una nueva vida en Laguna de Duero, donde Lorena regentó durante unos años el bar Manhattan, próximo a los bloques de Torrelago. «Cuando dejamos el bar comencé a trabajar en una empresa y David estaba entonces conmigo», relata antes de apuntar que su hijo «tenía su dinero en aquel momento y, desde luego, no necesitaba meterse en cosas raras para poder vivir bien».
Lorena explica que David era «un chico confiado, que me dejaba, incluso, mirar su móvil. Tenía mucha confianza con él y aunque es cierto que pudo meterse en alguna pelea o que quizás se fumó algún porro, pero de ahí a estar metido en temas de drogas, como se ha llegado a decir, va un mundo». La madre de la víctima reconoce, no obstante, que desconoce «qué pudo ocurrir» en aquella madrugada de hace justo un año.
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Lorena ha convocado para este sábado, a partir de las 12:00 horas, una concentración en el escenario del crimen (entre el polideportivo de la avenida de Las Salinas y el lago), para recordar a su hijo, pedir Justicia por su muerte y permitir también a sus amigos y allegados que «puedan despedirse» de él. «Cuando murió estábamos en pleno confinamiento y no pudimos ni despedirle en condiciones», lamenta su madre, quien anticipa que mañana reclamará públicamente que «se haga Justicia con David». Pide, en este sentido, que «los investigadores no dejen de buscar a los autores de la muerte de mi hijo para que él pueda descansar en paz y también su familia».
El cuerpo de David, el joven de 18 años que murió hace justo un año en Laguna, fue encontrado a las 7:40 horas por un vecino tendido en el parque situado detrás del polideportivo de Laguna de Duero. La autopsia confirmó que se trataba de una muerte violenta. A la víctima la golpearon por todo el cuerpo, le asestaron dos cuchilladas en el costado y recibió un último golpe mortal en la cabeza. Una paliza que, a juicio de los investigadores, debió ser propinada por más de un agresor. Nunca se recuperaron ni el arma blanca ni objeto alguno con el que pudieran haberle golpeado. Su móvil, cuyo contenido ya ha sido analizado, estaba apagado. Y todo ello de madrugada, en pleno confinamiento y con la movilidad absolutamente restringida.
El caso se mantienen aún bajo secreto de sumario en el Juzgado de Instrucción número 3 sin que hayan transcendido avances significativos en la investigación. «No sabemos nada de nada y solo de vez en cuando llamo yo a la Guardia Civil, pero nada», concluye.
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