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Álvaro Muñoz
Valladolid
Viernes, 2 de junio 2023, 20:53
El último episodio, el que desencadenó una nueva denuncia ante la Guardia Civil, tuvo lugar el pasado sábado en el número 1 de la calle Álamos de Villanubla. «Llegaron en tropel. Fue una okupación masiva», recalca el administrador del bloque afectado y quien prefiere ... mantener el anonimato ante los últimos hechos.
Junto al inmueble de Álamos se suman a la misma problemática los números 6 y 8 de la calle Chopos y los edificios 13,15 y 17 de la calle Encina. Entre todos los bloques, que conforman gran parte de una manzana en Villanubla, alcanzan la cifra de cuarenta viviendas. «Ahora mismo hay diez propietarios legítimos. El resto son de la Sareb. Y eso ha conllevado que la okupación llegara hace seis o siete años a estos edificios», continúa el administrador de fincas, que reconoce que no ha habido problemas de convivencia entre los inquilinos.
Atesoran denuncias ante la Guardia Civil y han hablado con el Ayuntamiento, pero no han encontrado una solución definitiva. Porque aunque no se hayan registrado grandes altercados, están «hartos». Sobre todo tras lo vivido el sábado. Coches y furgonetas aparecieron por la tarde en la calle Álamos. Hasta ese sábado había dos viviendas okupadas «desde siempre», mientras que otra cuenta con una puerta antiokupa. «El resto (en total hay 11 en ese inmueble) puede ser que ahora están okupadas», prosigue con dudas el administrador mientras recorre el camino hasta el cuartel de la Guardia Civil.
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Un nuevo viaje para ampliar la denuncia interpuesta el 1 de junio. «Me he encontrado con el ascensor forzado», apunta. Porque el elevador de ese inmueble, al no registrar propietarios, estaba parado y sin dar servicio. «Han modificado la caja, han forzado las puertas y lo han puesto en funcionamiento de forma irregular para subir hasta los pisos del segundo. Se las conocen todas. Además, ya han hecho empalmes y han generado desperfectos en el inmueble», agrega el representante de la comunidad de propietarios, quien confía en que los problemas de noviembre de 2021 no se repitan.
Durante ese mes, otra ola de okupación asoló el mismo inmueble. Se conectaron a la red eléctrica y esa, tras la modificación, se sobrecargó. «Se registró un gran incendio, pudimos tener una gran desgracia», añade el administrador con la intención de poner un ejemplo de los problemas de la okupación.
Junto al bloque de Álamos, doblando la esquina, se hallan las viviendas de los números 6 y 8 de la calle Chopos. Allí se concentran las viviendas de los diez propietarios que compraron su casa hace diez años después de que la constructora rematara un proyecto dividido en tres fases. Aceptan la normalidad, como refleja un vecino que vive de alquiler. «Llevamos así mucho tiempo. Si alguno se va, debe dejar las llaves a algún familiar para que entren a vivir», afirma mientras sale del portal sin querer dar más explicaciones y haciendo referencia a lo vivido el pasado sábado.
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Álvaro Muñoz
En la calle paralela, en Encina, los números 13, 15 y 17 se encuentran de la misma manera. En sus fachadas, como novedad, sobresalen infinidad de carteles anunciadores de alarmas conectadas directamente con la Policía. Es una de las medidas que con el paso del tiempo tomaron los vecinos. A esas, según avanzaban las okupaciones, se ampliaron con videovigilancia y seguridad privada presencial a determinadas horas para evitar que se entrara en los domicilios. «Ahora, hemos contratado un abogado especializado», recalca el administrador de fincas para intentar dar por zanjado el asunto a pesar de que saben que es complicado. «Es una vergüenza. Aquí están diez propietarios desangelados», añade.
La primera okupación masiva se registró hace seis o siete años. «Justo después de que los legítimos propietarios abonaran más de 100.000 euros por unas viviendas que están muy bien. Casi, casi son de lujo. Aquí entraron okupas que estrenaron la vivienda», insiste.
Mediantes tediosos procedimientos judiciales, algunos abandonaron la vivienda. «Efectivamente, se van de la casa, pero se mudan a la de enfrente. No es que cambien de zona, se van a la vivienda de al lado. Y así están todo el tiempo. Es su forma de trabajar», añade.
Administrador de fincas
Esa instalación de forma ilegal mermó con la pandemia, según relatan los vecinos, pero ha ido incrementando con el paso de los meses hasta el suceso del pasado sábado. «No nos hemos opuesto nunca a la okupación porque es el legítimo propietario (Sareb) el que tiene que ejercitar las acciones y recuperar la posesión de sus viviendas. Por eso no hemos querido nunca el enfrentamiento. Siempre hemos tenido una relación de cordialidad», rememora el administrador de fincas, que ha vivido momentos surrealistas durante los últimos años al hablar con los okupas.
«Les dije que hablaran con el banco titular del piso y negociaran un alquiler. Me respondieron que para qué, si ahora me sale gratis. Ahora mismo están sin pagar nada», prosigue el representante de los vecinos, que destaca también que estos problemas de okupación no están generando deuda en la comunidad. «La Sareb tiene el 70% de las propiedades y están pagando las cuotas», concluye.
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