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Un oasis de la guerra de Ucrania en PortilloCuando lea estas líneas, traductor mediante, Daniel Kroska, de 13 años, estará a punto de llegar a su Nizhyn natal, en Ucrania. Volverá a ver y a vivir las secuelas de la guerra en primera persona. Una situación que durante los dos últimos meses ... ha esquivado a más de 3.000 kilómetros de su vivienda, en la localidad vallisoletana de Portillo. Allí, tras un largo camino en autobús, llegó a mediados de junio gracias al programa de ayuda de la ONG Ven con Nosotros, con la que 47 menores han pasado el verano alejados del conflicto bélico.
Con él, en el mismo vehículo, viajaron también dos hermanos (son siete en total) del joven ucraniano con destino Salamanca y Barcelona. Y todos con el mismo pretexto: aparcar durante dos meses su día a día en la Ucrania rural y a escasos kilómetros de la frontera con Bielorrusia.
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Con los brazos abiertos, ese 17 de junio, Miguel Ángel González y María Concepción Carrasco se trasladaron desde Portillo a Madrid para conocer por primera vez a Danil y ofrecerle un verano diferente al joven de acogida. Empezaba una nueva etapa en la vida de Danil en una especie de oasis alejado de la guerra. Y así ha sido durante un poco más de dos meses, pues el programa de la ONG acabó este sábado cuando la mayoría de los menores (ocho se quedaron en España con un programa de estudios) volvieron a sus localidades en Ucrania.
Durante este tiempo, sus padres de acogida y Danil han vivido un verano diferente, a pesar de que Danil «no ha hablado de la guerra en ningún momento». «Son muy suyos. No les gusta que les veamos como unas personas necesitadas. Y no solo por la guerra. Hay que recordar que esta iniciativa de la ONG nació para ayudar a los afectados por Chernobyl», recalca Miguel Ángel González, quien forma parte de este proyecto desde el 2012.
Precisamente, estos dos padres de acogida, que también tienen un hijo adoptado de Ucrania y otro biológico, repiten experiencia después de ver crecer en su municipio a Taras. Este joven ya cumplió la mayoría de edad recientemente, lo que imposibilitaba una nueva edición del programa de Ven con Nosotros, por lo que abría la posibilidad de una nueva acogida con otro niño. Y ahí se lanzaron, de nuevo, Miguel Ángel y María Concepción para recibir a Danil.
«Es un chico muy serio y menos empático, pero no da ni un problema. Hemos estado en Galicia, Asturias... y no protesta por nada. Se come todo y pide permiso para todo. En su casa vienen aleccionados. Habla todos los días con sus hermanos y su madre, que trabaja en un hospital en Ucrania. El tema familiar prima mucho en ellos», detalla su padre de acogida.
Visitas al norte de la península, que ha compaginado con la vida estival en un pueblo de Valladolid, con sus jornadas de piscina y de bicicleta como seña de identidad. «Se ha adaptado muy bien. Danil lo valora de otra forma. Pienso que sí que está agradecido», explica Miguel Ángel, quien reconoce que el joven ucraniano no ha aprendido del todo castellano para mantener una conversación fluida y ha tenido que tirar de tecnología para comunicarse con él.
Días de diversión que ha compaginado con visitas semanales al dentista. Porque esta iniciativa de la ONG sirve también, según explica la vicepresidenta de Ven con Nosotros, Beatriz Agudo, para realizar revisiones médicas. Y en ese apartado, costeado por los padres de acogida, las vacunas y los empastes se llevan la palma. «Venía con la boca destrozada», apunta Miguel Ángel.
«Hemos ido todos los miércoles y le han tenido que hacer nueve empastes y varias reconstrucciones, además de iniciar un tratamiento especial que tendrá que seguir el próximo verano», destaca su padre de acogida en Portillo.
Porque la idea de este matrimonio es repetir la experiencia con Danil el próximo verano. Seguir con esas necesarias visitas al dentista, por un lado, y ofrecer de nuevo ese oasis alejado de la guerra. «Danil vive cerca de un lugar que han bombardeado recientemente y ha habido muertes. Este año, por ejemplo, no han podido ir al colegio al no tener refugio. Han dado las clases 'online'. Este futuro curso ya va a ser presencial», agrega un día antes de emprender el viaje de vuelta.
Un retorno en el que Miguel Ángel y María Concepción le han llenado las alforjas ante la escasez de determinados medicamentos, así como de productos alimenticios. «Repetiremos», concluye.
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