La mujer condenada a cinco años de cárcel por acuchillar a su marido recurre al TSJ
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El letrado de la defensa pide la absolución o que se reduzca la pena a dos años de cárcel por lesionesLa defensa de Nadya Borisova Basilova ha planteado un recurso de apelación contra la sentencia de la Audiencia de Valladolid que condenó a su patrocinada a cinco años y ocho meses de prisión por intento de asesinato. La mujer, de 33 años y origen búlgaro, ... acuchilló a su marido en el domicilio conyugal de Tordesillas en abril de 2020 y le ocasionó una herida de tal gravedad en el abdomen que si ella no hubiera acudido a la Guardia Civil, el hombre podría haber muerto, determinaron los forenses.
El letrado Carlos Redondo ha confirmado al respecto de su recurso ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que, alternativamente a pedir la absolución, fundamentada en que su patrocinada habría actuado «en defensa propia y bajo un temor insuperable», ha pedido de manera subsidiaria que, si se le condena, que sea a dos años de cárcel por un delito de lesiones. Desde que ocurrieron los hechos y hasta este momento, la joven permanece en libertad.
La Sección Segunda de lo Penal consideró probado en su sentencia que los hechos probados constituyen una tentativa de asesinato por parte de la acusada, a la que aplica la atenuante muy cualificada de confesión y la agravante de parentesco. Además de la pena privativa de libertad, le impuso la Audiencia la prohibición de comunicar con su exmarido y de aproximarse a él a menos de 300 metros durante siete años. Tendrá que abonarle una indemnización, en concepto de responsabilidad civil, de 30.000 euros. Otros 6.704 euros tendrá que pagar al Sacyl por los gastos ocasionados en el hospital y las facturas por la asistencia de urgencias en el centro de salud de Tordesillas y los traslados en ambulancia.
La Fiscalía y la acusación particular habían solicitado durante el juicio que se le impusiera a la acusada penas de diez y trece años de cárcel, respectivamente, frente a la solicitud de absolución de la defensa, que alegaba que su cliente actuó para salvar su vida porque su marido la habría agredido en mitad de un cuadro psicótico producido por la ingesta de alcohol y cocaína.
El juicio contra Nadya Borisova Basilova se celebró el pasado noviembre. La procesada por acuchillar a su marido mientras dormía -en el piso conyugal de Tordesillas y en torno a las siete de la mañana del 26 de abril de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia-, declaró en último lugar y su versión fue muy diferente de la ofrecida por su exesposo y víctima, Ricardo S. H., quien sostuvo que desconocía el porqué de la agresión, que tuvo lugar mientras la hija de ambos, de siete años, dormía en el sofá del salón. «Eramos un matrimonio normal», aseguró al tribunal. Nunca hubo denuncias de maltrato.
Pero, según Anna, la prima de Nadya, que la acompañó hasta el cuartel de la Guardia Civil, esta había llamado a su puerta, muy nerviosa, para que la ayudara. Presentaba signos visibles de haber sido golpeada, aseguró la testigo: un chichón en la frente, heridas en las manos y marcas en el cuello. «Estaba muy apurada y casi no podía hablar. Estaba muy asustada y solo me decía que fuera a por la niña. Después de dos horas, cuando le volví a preguntar, me dijo que 'Ricar' estaba fuera de sí, que estaba mal, que había perdido el juicio, que se había vuelto loco».
Los dos guardias civiles que cuando estaban patrullando por las inmediaciones del cuartel de Tordesillas se toparon con Nadya y su prima Anna cuando iban a entrar en el puesto declararon que «estaba muy nerviosa, apenas se le entendía, pero decía que había apuñalado a su marido, así que fuimos inmediatamente al domicilio a comprobarlo», señaló el primero de los agentes a preguntas del fiscal. El piso del matrimonio está a poco más de ciento cincuenta metros del cuartel, con lo que apenas tardaron en llegar, convinieron los dos agentes.
Un vecino les abrió la puerta del portal del edificio y cuando llegaron al piso de la pareja observaron que la puerta de entrada estaba entreabierta. Llamaron varias veces pero nadie respondió. Uno de los guardias se dirigió a la cocina y el otro fue quien se encontró la dantesca escena en el dormitorio principal de la pareja. «¡Está aquí!», alertó a su compañero, quien ya había visto a la niña durmiendo en el salón. Según estos testigos, Ricardo S. H. se encontraba sentado en el suelo del dormitorio, con las piernas estiradas, apoyado en el marco de la puerta del cuarto de baño, «con los ojos »abiertos como platos y sin articular palabra«. Tenía la cabeza ensangrentada y una herida abierta en la parte alta del abdomen. Era una de las dos cuchilladas que recibió, la otra fue por la espalda, en el costado izquierdo. El cuchillo estaba debajo de él.
Sorprendió a los agentes, según explicaron al tribunal, que el interior del aseo estaba encharcado de agua enrojecida y la alcachofa de la ducha en el suelo. También la ropa de cama estaba en el suelo de la habitación, a los pies, así como la chaqueta del pijama de la víctima, de cuadros y franela oscura. Los guardias llamaron al 112 y dos técnicos de una ambulancia de soporte vital básico se llevaron al herido. En el centro de salud de Tordesillas se decidió el traslado a un centro hospitalario de Valladolid, donde fue intervenido quirúrgicamente.
Durante el juicio quedó probado que el contexto previo de la agresión estuvo marcado por un importante consumo de drogas durante el fin de semana: cocaína y 'speed' mezclados con alcohol durante todo el fin de semana por parte de la víctima. Éste declaró que apenas recordaba nada de lo que pasó, excepto que se acostó un tanto «mareadillo» y cuando había conciliado el sueño notó «un primer dolor fuerte» y se volvió de costado. Entonces sintió «otro pinchazo» y unos golpes en la cabeza y fue en ese momento, dijo, cuando vio a Nadya. «Después perdí la conciencia y no recuerdo más que me levantó la Guardia Civil».
La versión de la acusada ante el tribunal fue muy distinta. Ricardo S. H., que aquel 26 de abril de 2020 pesaba cerca de 100 kilos, se fue a la cama en torno a las seis y media de la mañana porque empezó a encontrarse mal, tras día y medio de estar consumiendo drogas y alcohol sin parar y sin dormir, según la procesada. La última dosis la tomó en el mismo ático del domicilio familiar, probablemente de 'speed'. La encausada, que hasta entonces había estado compartiendo chupitos con él en la cocina, afirmó que, tras asegurarse de que la hija de ambos, de siete años, seguía dormida en el salón, fueron hasta el dormitorio porque él empezó a encontrarse mal. «Estaba mareadillo, le dieron arcadas y fuimos al baño, entonces se desplomó entre la cama y el aseo, se golpeó con el marco de la puerta y cayó como un saco de patatas».
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El hombre se quedó tumbado entre el baño y el dormitorio. «Intenté reanimarle y no reaccionaba solo se me ocurrió coger la alcachofa de la ducha y emepecé a mojarle en la cara y el cuerpo, y él me respondió con un puñetazo en la frente. Me caí hacia atrás y me golpeé en la cabeza contra la cama. Entonces se levantó y empezó a darme golpes. No sé como me escapé a gatas, no sabía dónde ir, tenía a la niña en el salón, solo quería tranquilizarle», manifestó a preguntas del fiscal.
Entonces fue hasta la cocina, continuó relatando, abrió el cajón de los cubiertos, y cogió el primer cuchillo que encontró. «No sé porqué lo hice. Volví a la habitación y él se había levantado. Estaba a dos pasos de la puerta, se quedó en frente de mí, mirándome como si no pasara nada, con los ojos muy abiertos y yo le dije, por favor Ricardo, solo voy a llamar a tu madre. Cogí el móvil que se estaba cargando en la mesilla y, cuando estaba marcando, me agarró del cuello y después me di cuenta de que se había clavado el cuchillo». Luego, los dos habrían caído al suelo, según su versión, pero dijo no recordar ni cómo su marido pudo hacerse la segunda herida por arma blanca en la espalda ni tampoco como pudo escapar de la habitación. «Entré en shock cuando vi que mi marido estaba herido, iba descalza, recuerdo llamar a la puerta de mi prima y le pedí por favor que fuera con la niña, no quería que se encontrara con su padre así. Luego fuimos al cuartel de la Guardia Civil», declaró ante el tribunal.
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