Con un hilo de voz, la acusada de intento de asesinato Nadya Borisosova Vasilova rememoró ante el tribunal la secuencia en la que pasó de ser una madre y esposa «de un matrimonio normal, con las discusiones típicas» a casi matar a su marido. Ricardo ... S. H., que aquel 26 de abril de 2020 pesaba cerca de 100 kilos, se fue a la cama en torno a las seis y media de la mañana porque empezó a encontrarse mal, tras día y medio de estar consumiendo drogas y alcohol sin parar y sin dormir, según la procesada. La última dosis la tomó en el mismo ático del domicilio familiar, probablemente de 'speed'. La encausada, que hasta entonces había estado compartiendo chupitos con él en la cocina, aseguró que, tras asegurarse de que la hija de ambos, de siete años, seguía dormida en el salón, fueron hasta el dormitorio porque él empezó a encontrarse mal. «Estaba mareadillo, le dieron arcadas y fuimos al baño, entonces se desplomó entre la cama y el aseo, se golpeó con el marco de la puerta y cayó como un saco de patatas».
El hombre se quedó tumbado entre el baño y el dormitorio. «Intenté reanimarle y no reaccionaba solo se me ocurrió coger la alcachofa de la ducha y emepecé a mojarle en la cara y el cuerpo, y él me respondió con un puñetazo en la frente. Me caí hacia atrás y me golpeé en la cabeza contra la cama. Entonces se levantó y empezó a darme golpes. No sé como me escapé a gatas, no sabía dónde ir, tenía a la niña en el salón, solo quería tranquilizarle», manifestó a preguntas del fiscal.
Entonces fue hasta la cocina, continuó relatando, abrió el cajón de los cubiertos, y cogió el primer cuchillo que encontró. «No sé porqué lo hice. Volví a la habitación y él se había levantado. Estaba a dos pasos de la puerta, se quedó en frente de mí, mirándome como si no pasara nada, con los ojos muy abiertos y yo le dije, por favor Ricardo, solo voy a llamar a tu madre. Cogí el móvil que se estaba cargando en la mesilla y, cuando estaba marcando, me agarró del cuello y después me di cuenta de que se había clavado el cuchillo». Luego, los dos habrían caído al suelo, según su versión, pero dijo no recordar ni cómo su marido pudo hacerse la segunda herida por arma blanca en la espalda ni tampoco como pudo escapar de la habitación. «Entré en shock cuando vi que mi marido estaba herido, iba descalza, recuerdo llamar a la puerta de mi prima y le pedí por favor que fuera con la niña, no quería que se encontrara con su padre así. Luego fuimos al cuartel de la Guardia Civil».
Los peritos de la defensa apuntalaron la tesis de que el hombre no estaba dormido porque la hoja del cuchillo no profundizó hasta la empuñadura
Nadya aseguró que en todo momento quiso ayudar a su marido y que la reacción de éste fue una sorpresa para ella. «En ningún momento quise hacerle daño», ha insistido la acusada, que se expone a penas de 10 a 13 años de prisión por intento de asesinato que piden el fiscal y la acusación particular. El letrado defensor, por su parte, ha solicitado la libre absolución e insistido en las lesiones «defensivas» que presentaba su patrocinada en los brazos y otras marcas de golpes en el pecho y en el cuello. El informe de los peritos de la defensa respaldarían la tesis de que la mujer fue atacada por el marido, en pleno cuadro psicótico por los efectos de las drogas. Estos expertos forenses desvirtuaron la versión de la víctima de que él se encontraba durmiendo plácidamente en la cama cuando fue acuchillado por su esposa sin motivo alguno. «Con el consumo de cocaína y 'speed' es difícil quedarse dormido», indicaron. Respecto de la intención de matar, la descartaron por la profundidad de las heridas, de 5 a 7 centímetros. «Con poca energía, ese cuchillo de 17 centímetros de hoja habría entrado entero si hubiera estado dormido, porque en la zona epigástrica no hay estructura ósea que lo impida», han explicado.
Juicio por intento de asesinato en Tordesillas
Por otro lado, los médicos forenses de los juzgados señalaron que, de las dos cuchilladas recibidas por Ricardo, la del abdomen fue la más grave y reconocieron que si la autora no hubiera acudido a la Guardia Civil para avisar de que había acuchillado a su marido, el desenlace habría sido fatal porque se habría desangrado o sufrido una infección que le habría ocasionado una peritonitis y habría muerto.
El juicio ha quedado este jueves visto para sentencia, después de que las partes ratificaran sus conclusiones y las penas solicitadas por un delito intentado de asesinato. El fiscal mantiene la petición de 10 años de prisión y aplica el agravante de parentesco y el atenuante de confesión. La acusación particular solicita 13 años de cárcel. La defensa solicitó la libre absolución por entender que su patrocinada no tenía intención de matar y que actuó bajo un temor insuperable.
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