Valladolid
Isabel, un siglo de historia viva de Pedrajas: «Doy gracias a Dios por llegar a los cien años»Valladolid
Isabel, un siglo de historia viva de Pedrajas: «Doy gracias a Dios por llegar a los cien años»C. Catalina
Martes, 9 de julio 2024, 06:42
Isabel Calvo Morejón ha celebrado este lunes en Pedrajas de San Esteban, junto a familiares, amigos y compañeros de la residencia de la tercera edad 'Hogar Betania', su cumpleaños número cien, convirtiéndose así en la segunda centenaria de la villa piñonera tras Dionisia Muñoz Martín ... .
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Isabel fue la menor de los ocho hijos que tuvieron Evaristo Calvo Herrero y Justa Morejón Diez: María, Félix, Mariano, Aurelio, Damián, Miguel y Lucía. Vino al mundo un 8 de julio de 1924 en la pequeña casa familiar que estos tenían en el cruce de la calle de la Era con la calle de Las Pozas de Pedrajas de San Esteban.
Tras aprender a leer, escribir, las cuatro reglas básicas de matemáticas y algo de confección con doña Rosario, abandonó la escuela para ponerse a trabajar en las tierras como obrera espigando, escardando y quitando hierbas, entre otros para don Hilario de la Fuente, un veterinario de La Pedraja de Portillo, propietario 'La Dehesa', una finca en Pedrajas de San Esteban, así como ganando con lo que poder comer sembrando patatas y remolacha.
De aquella época de adolescente y joven recuerda a quienes eran sus amigas, Escolástica Sanz y María Merino, ambas ya fallecidas, y Sabina Pérez, que aún vive y que, desde hace unos meses, reside como ella en un centro de asistencia de Olmedo. De María Merino recuerda, especialmente, aquellos bailes con música de pianillo en el salón de la calle Real Nueva de la tía Isidra.
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En 1952, contrajo matrimonio en Valladolid con Fortunato Saturnino González González 'Nino', diminutivo por el que todo el mundo lo conocía además de por el apodo 'Tarrita' que todos sus descendientes han heredado. También pedrajero, un año mayor que ella y que había quedado viudo de Julia Sanz Andrés. Fortunato pertenecía a la familia conocida como 'Los Bartolos', por su fama de graciosos. De joven trabajó en el secadero de achicoria de 'Los Momoitio', situado cerca de las eras y, ya de casado con Isabel, a la agricultura en un terreno en el que sembraban cebollas, patatas, pimientos, tomates... Mientras, Isabel salía a vender por las calles de pueblo, con un cajón de madera, un carrucho de madera con rueda de hierro y una romana de pesar.
Además, lograron hacerse con cuatro tierras y un cacho de majuelo en la ladera del monte que vendimiaban en familia. El terreno les daba lo justo para comer unas uvas y hacer algo de vino, sirviéndose para la labranza de una pareja de machos y un carro. Posteriormente comprarían varias vacas de leche, que él ordeñaba a mano y ella se encargaba de vender 'a jarreo' en el domicilio familiar de la calle Hospital, donde siempre vivieron y de donde salió para irse, hace diez años, a la residencia de la tercera edad 'Hogar Betania'. En ese domicilio, de vez en cuando, criaban algún choto, que luego de torete, vendían a Eloísa Caviedes, la mujer de Capilla, para despacharlo en su carnicería. De aquella época de continuo contacto con el ganado recuerda padecieron fiebres de Malta su esposo, el mayor de los chicos y ella.
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Viuda desde 1989, del matrimonio nacieron cinco hijos, «todos vivos a día de hoy y gozando de buena salud gracias a Dios». La primogénita, Macarena, que habitualmente reside en Madrid aunque pasa muchas temporadas en Pedrajas de San Esteban; Saturnino, que reside en Palencia; Alfonso, conocido por muchos por su faceta de poeta, cantante, dulzainero y redoblante del grupo de danzas 'Estepa Castellana', Mariano y José 'Tarra', estos tres últimos residentes de la villa piñonera.
Estos cinco hijos le han brindado siete nietos, José Pablo, Gustavo, Noelia, Yésica, Daniel, Patricia y Lucas; y estos, a su vez, seis bisnietos, Michelle, Niko, Laia, Hugo, Triana y Carmen, la mayor parte de los cuales este lunes han hecho un hueco en sus agendas para acompañarla en tan señalado día. Más si cabe que, aunque hasta no hace mucho ha gozado de buena salud, hace poco tiempo ha estado ingresada una semana en el hospital comarcal de Medina del Campo.
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Bien de cabeza, como se suele decir, y un poco peor de movilidad: «Me encuentro muy bien para la edad que tengo, y hoy doy gracias a Dios por haber llegado a cumplir los cien años de vida», recuerda no haber tenido de joven alguna afición en especial, porque era muy sosa, aunque de más mayor la cosa cambió, dedicando mucho tiempo a hacer punto y ganchillo, señalando con orgullo como a cada uno de mis siete nietos les ha hecho una manta de ganchillo. Ya viuda, su afán por mantenerse ocupada la llevo a acudir al aula de cultura para personas mayores de la Diputación de Valladolid, donde pintaba figuras, huchas, nacimientos, etc.
Otras de sus aficiones, hasta que la empezó a fallar la vista y tuvo que dejarlo, ha sido resolver sopas de letras, y los domingos y festivos por la tarde, «en el buen tiempo en la calle y cuando hacía peor en las casas», jugar a las cartas con Dolores, Socorro, Germana, María y Carmen, vecinas todas ellas del barrio.
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Con tarta, velas y globos con la mágica cifra. Con convite, flores, misa de acción de gracias y homenaje del Ayuntamiento de Pedrajas de San Esteban en nombre de todos los vecinos. Con su habitual desparpajo y simpática ironía, Isabel daba las gracias a cuantos se han acercado en su cien cumpleaños a acompañarla en este, su gran día.
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