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La afectada Elena Blanco muestra los desperfectos de la inundación cinco semanas después. A. Mingueza

Valladolid

Geólogos y arquitectos vigilarán las casas inundadas de Viana durante un año

Colocarán medidores en las grietas de las viviendas para analizar si los daños van en un aumento

Álvaro Muñoz

Valladolid

Sábado, 2 de marzo 2024, 00:10

Cinco semanas después de las inundaciones en doce viviendas unifamiliares de Viana de Cega la vida sigue de una forma similar entre los afectados. Es verdad que ya no existe esa gran bolsa de agua a lo largo de toda la calle Río que ... obligó al desalojo de más de veinte personas en una madrugada de enero, pero la realidad, las molestias y las preocupaciones se mantienen igual. Temor a nuevas crecidas del Cega y miedo a qué pasará con sus casas.

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A una de esas incertidumbres intenta dar respuesta el propio Ayuntamiento de Viana con las labores de un geólogo contratado y del arquitecto municipal, que en la mañana de este viernes han inspeccionado las doce casas dañadas por el agua. Se han centrado en esos tabiques, aún empapados por el agua, y en las grietas de los inmuebles que, en muchos casos, alcanzan las plantas superiores de los chalets. Eso sí, de momento no hay peligro de derrumbe.

Es la primera conclusión que han palpado los técnicos en las visitas. Por ese motivo, en los próximos días colocarán testigos de yeso para comprobar durante un año si esas franjas abiertas se agrandan o se mantienen para futuras intervenciones. «Las principales conclusiones llegarán en un año», ha adelantado el alcalde de Viana, Alberto Collantes, que rememora esa fatídica noche. «Tuvimos un episodio de crecidas. Vino mucho agua de golpe. Tenemos que analizar también si el puente del Ave y el de la CL-600 forman una especie de embudo en la confluencia del Cega con el Duero (Viana está a tres kilómetros de ese punto)», ha añadido.

Cuestiones a analizar que se entremezclan con las marcas en las paredes de los niveles que alcanzó el agua. En todos los casos se superó el metro de altura y eso aún es visible. Y lo será durante mucho tiempo. Enfrascados todavía con los seguros (alguno de ellos sigue en negociaciones), empiezan a recuperar parte de la normalidad.

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Precisamente unos de los últimos en acceder a su vivienda, después de casi veinte días en un hotel, han sido Juan Antonio González y su mujer. Los daños de la crecida se llevaron por delante el depósito de gasóleo de la calefacción. Todo el combustible, alrededor de 750 litros, se mezclaron con el agua que entró en el interior lo que ha propiciado que cinco semanas después ese olor no haya desaparecido de la planta baja. Ese hecho dejó a esta pareja sin calor en pleno mes de enero. «Ahora ya hemos instalado una de gas, aunque hemos tenido que pedir un crédito para poder pagarla», insiste este afectado mientras eleva la mirada casi hasta el techo. «La hemos puesto lo más arriba posible por si se repite la inundación».

Porque Juan Antonio y su mujer no vivieron la crecida de 2013, similar a la de este año. Se mudaron hace quince meses y todos los objetos que estrenaron prácticamente los han perdido. «Muchas cosas personales como álbumes de fotos. Libros, el sofá... Estamos aún confiados en que la televisión funcione, pero la encendemos y no se ve nada», lamenta cinco semanas después.

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Un muro de contención y la limpieza del cauce, a análisis

El alcalde de Viana de Cega, Alberto Collantes, y representantes de la Confederación Hidrográfica del Duero mantendrán una reunión a mediados de este mes para analizar la situación y evitar que se repita el episodio de crecidas de este año y el de 2013. Una toma de contacto en la que el regidor llevará varias propuestas como elevar el muro de contención que se creó tras la riada de hace más de un decenio y que fue sobrepasado con creces. A esa idea, Collantes volverá a solicitar la limpieza del cauce del Cega. «Este es uno de los ríos que no está regularizado. En verano trae poco agua y ahora, pues ya lo hemos vivido», ha concluido.

Sin tele y con unas marcas en las paredes que precisan de varias manos de pintura y de otras actuaciones al generarse moho en los últimos días. La humedad se palpa en el ambiente, conscientes de que tendrán que convivir un tiempo más con esta situación.

La gran humedad en las viviendas la intenta paliar Elena Blanco con una máquina de grandes dimensiones que transforma esa humedad en el ambiente en agua. «La tengo que apagar porque omite un gran ruido», añade mientras nos invita a que demos voz al problema de sus grietas. Se encuentran por todos los techos de la casa. Algunas atraviesan paredes y prosiguen por las habitaciones contiguas sin un fin claro. «De momento nos dicen que no hay problema de derrumbe, pero...», concluye mientras deja una puerta abierta a la incertidumbre.

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