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Su llegada ha sido progresiva. No de golpe. De hecho, de reciente creación solo ha habido dos en el medio rural: en Mojados y Peñafiel. A ello hay que sumar una solicitud de licencia en Valladolid capital, en el polígono de Argales. Pero de esa ... forma, silenciosa, las funerarias se han expandido por la provincia de tal forma que se han duplicado en la última década. Así lo estima el presidente de la Asociación Vallisoletana de Empresas de Servicios Funerarios (Avasef), Florencio Vázquez, quien atribuye este crecimiento a un cambio en la «cultura de la gente». «Valladolid no es una provincia donde haya una proliferación alta de tanatorios; han aumentado porque antes en cualquier pueblo se velaba en casa y ahora todo eso se ha trasladado a una funeraria», sostiene el representante.
En total, son 36 los tanatorios que están diseminados por territorio vallisoletano, por 26 municipios, a los que hay que añadir tres más que están en la ciudad. No obstante, es Medina del Campo, con cuatro, la localidad que se alza con ese primer puesto en lo que a prestación de servicios funerarios se refiere, pues según las cifras que maneja Avasef allí operan cuatro empresas.
También destacan, en este sentido, pueblos de menor tamaño, como son Mojados (3.260 vecinos) o Mayorga (1.480), que disponen de dos instalaciones –de diferentes entidades– para velar a los difuntos. Una circunstancia que se debe a la «competencia», aunque a efectos reales no repercute en exceso sobre el coste del servicio porque «cada vez es más la gente que tiene contratado un seguro de decesos». «Hay ciertas variaciones pero no son significativas. Muchas veces tienes claro dónde quieres ir y no miras mucho más aunque te den una oferta mejor en otro sitio», argumenta Vázquez.
De todos, seis son de gestión municipal. Uno de ellos es el de Castronuño. Decidieron, con los Planes Provinciales de la Diputación, ponerlo en marcha porque «cada vez que se moría algún vecino, todo el pueblo se iba al de al lado a velarlo». Es el Ayuntamiento el que se encarga del mantenimiento y la gestión del espacio y únicamente cobra –300 euros– como concepto de alquiler. «No nos supone un coste elevado a las arcas municipales y el servicio que nos hace es grande», justifica su alcalde, Enrique Seoane, quien cree que ha sido «acogido muy bien por los vecinos». «Hay una diferencia grande entre que fallezca alguien y puedas ir andando al velatorio a tener que coger el coche e irte a otro pueblo, la verdad es que es una comodidad», añade el regidor.
Algo similar ocurre en Montemayor de Pililla, aunque allí el Consistorio decidió, hace casi tres años, no prolongar el contrato a la funeraria privada que lo gestionaba y que la gestión del espacio fuera municipal. Lo cierto –dice su alcalde, Iván Velasco– es que no les supuso «mucho trastorno». El edificio que acoge el velatorio ya era de propiedad del Ayuntamiento, por lo que únicamente tuvieron que asumir su mantenimiento y administración. «Decidimos no sacar el pliego de adjudicación y quedarnos con él; con personal municipal hacemos la apertura y cierre de puertas cuando hay un fallecido y cualquier funeraria puede entrar a hacer el servicio», sostiene Velasco, mientras concreta que la tasa de alquiler también es de 300 euros.
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Son esos 39 tanatorios -teniendo en cuenta los tres de la capital- «más que suficientes» para una provincia como Valladolid, que no tiene problemas en lo relativo a las unidades de enterramiento ni el servicio es «excesivamente caro» en comparación con otras zonas del país. «Hay capacidad, sobre todo en los pueblos más pequeños porque no ha tenido un aumento demográfico lo suficientemente grande como para colapsar el cementerio», apunta Vázquez, mientras considera que el único que no tiene un camposanto «acorde» a su crecimiento es Arroyo de la Encomienda.
Asimismo, el coste medio de una prestación «de gama media» ronda los 2.500 o 3.000 euros. «La gran mayoría no son rentables, pero tienes que dar el servicio. En una ciudad puedes tener ocho al día, pero en un pueblo, y más si hay varias funerarias, no todas las semanas se muere gente», añade.
Se decantan cada vez más los vallisoletanos por la incineración. Así lo considera el gerente de Nevasa, Santos González, quien incide en que, a día de hoy, la gran mayoría sigue optando por la inhumación en sepultura. «De un tiempo a esta parte ha habido un incremento poco a poco, de forma paulatina, pero lo que está claro es que al menos en la capital, que es lo que nosotros controlamos, se hacen muchas más incineraciones», asevera. Durante los nueve primeros meses del año, en los cementerios dependientes de Nevasa –El Carmen, Las Contiendas y Puente Duero– se han realizado un total de 1.237 inhumaciones (la mitad que en 2020, cuando hubo 2.140, una cifra motivada fundamentalmente por la covid) y 457 incineraciones en Las Contiendas.
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La pandemia también ha influido en el sector, aunque en este caso en la contratación de empleados. El «continuo ir y venir de fallecidos», como recuerda Vázquez, llevó a las funerarias a reforzar sus plantillas. Muchas han mantenido esos contratos y en la actualidad son unos 180 las personas que viven de una forma u otra de ello, en torno al 10% más que antes de la covid. En la provincia, hay tres patas fundamentales que sostienen el negocio. La primera, los ayuntamientos. La segunda, pequeñas empresas familiares; y la tercera, entidades que tienen instalaciones repartidas por toda la provincia, como es el caso de Interfunerarias o El Salvador y Agencia Castellana.
En este último caso, su propietario, Ignacio Morchón, afirma que la competencia es «cada vez mayor». «Estamos viviendo una globalización del sector, están llegando empresas de fuera con grandes capitales comprando funerarias», sostiene. Cree, además, que irá a más. Que cada vez habrá más funerarias en el medio rural vallisoletano porque «la gente así lo demanda». «La tendencia es no velar en casa, en nuestro caso la extensión es más por la necesidad que nos han creado nuestros clientes, que nos descubren un nicho de mercado», apostilla.
Tienen funerarias tanto en la capital como en municipios como Peñafiel, Tudela de Duero, Mojados o Medina de Rioseco. En este último pueblo, además, prevén instalar «el primer crematorio de la zona de Tierra de Campos». Lo harán, si todo marcha bajo lo previsto, en menos de un año.
El 35% de los vallisoletanos tienen contratado un seguro de decesos. Así se desprende de un informe de la Unión Española de Entidades Aseguradoras (Unespa) correspondiente al 2020, en el que se precisa que Valladolid es una provincia en la que esta modalidad tiene una aceptación por debajo de la media nacional (que se sitúa en el 46%).
En total, según este estudio –recabado a partir de datos de unas 200 aseguradoras, que representan el 98%del sector–, son 185.570 las personas que en la provincia tenían un seguro para cubrir su entierro, una cifra muy similar a la de 2019 (185.462).
En Castilla y León, por provincias, los abulenses son los que más se decantan por este servicio (77%, segunda provincia del país con mayor porcentaje, por detrás de Cádiz), mientras que en otras como Segovia lo tiene contratado el 47% de su población; en Palencia, el 33,5%; y en Soria, el 18,92% –es la segunda del país a la cola–. Por último, cabe destacar que el servicio tiene una mayor aceptación en municipios de entre 10.000 y 100.000 habitantes.
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