Tiene Carmina las bolsas de los ojos inflamadas, los párpados amoratados de «no pegar ojo» desde el lunes. Su rostro se adivina abatido. Han pasado cuatro días desde aquel «dichoso momento» en el que un novillo destrozó una valla que acotaba el recorrido campero del encierro de Mojados y «se cebó» con su hermana ... Nines, pero las noticias que llegan desde el hospital «no son buenas».
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Continúa esta vecina de Tudela de Duero de 58 años ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Clínico de Valladolid, donde intenta recuperarse de las cinco cornadas que le asestó el toro y que le causó heridas «muy graves». «Sigue igual, los médicos nos dijeron desde el primer momento que estaba muy grave, pero mientras haya una mínima posibilidad, no perderemos la esperanza», dice.
Fue sometida a una intervención el mismo día del fatal suceso. «Estamos destrozados. Es la pequeña de siete hermanos que somos ahora, siempre ha sido como nuestra niña protegida», sostiene Carmina, quien también agradece, en nombre de la familia, la multitud de muestras de cariño que han recibido desde entonces. «Somos una familia muy conocida, y además a mi hermana la conocen en todos los sitios por la churrería», precisa.
Acudieron al encierro Nines, su hijo, una de sus hermanas y su cuñado. Se colocaron, como otros tantos aficionados, detrás del vallado de seguridad que delimitaba el recorrido campero. Transcurrió el festejo taurino con normalidad hasta que uno de los astados se apartó de la manada, que enfilaba hacia los toriles portátiles ubicados fuera del casco urbano, en la zona donde se sitúa el tradicional embudo. Instantes antes de que tumbara la valla, su hermana y su cuñado regresaron apresurados al coche. «A ellos les dio tiempo a volver, pero no sabemos qué pasó con mi sobrino y mi hermana, si no les daría tiempo, y al final pasó la fatalidad que ya conocemos», lamenta Carmina.
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Ahora, la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León está a la espera de recibir el informe del encierro, a modo de acta, del delegado de autoridad (es decir, la Guardia Civil) para recabar información sobre lo ocurrido y por qué el astado se desvió de la manada hacia esa zona. En cualquier caso, el Ayuntamiento tenía «en orden» el seguro de responsabilidad civil necesario para la autorización del festejo, como confirmó el delegado territorial, Augusto Cobos.
El alcalde de la localidad vallisoletana, Adolfo López, reconoce que tiene un «disgustazo» y asegura que «lo más importante es que la mujer se recupere y se ponga bien». «Cuando organizamos un evento de estas características intentamos tener todo en orden y dejarlo bien atado. Lamento muchísimo lo ocurrido», afirma.
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