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Habla con tanto amor de su pueblo, al que se ha mudado a finales el pasado año, que parece que Thilda Georgia (de origen griego) ... estaba destinada a toparse con San Román de Hornija.
Quería dar un cambio a su vida y cambiar un ajetreado ritmo en Madrid como traductora judicial por un modo de vida más tranquilo y sencillo, por eso, hace año y medio empezó a buscar casa en Castilla y León. Su pareja, Aníbal García, le invitó a pasar unos días en Toro porque a ambos les gusta el mundo del vino y de las bodegas, «y en ese viaje conocí San Román de Hornija, que celebraba en ese momento la fiesta de la vendimia y me enamoré del pueblo. Amplié el mapa de búsqueda de viviendas y nada más ver la casa fue amor a primera vista, me encantó», comenta con ilusión.
Thilda siente que su llegada al pueblo ha sido «algo mágico». «Mi padre era zamorano y se llamaba Román, algo tendrá que ver en todo esto para que yo vuelva ahora a su tierra», asegura la mujer que se siente y se define como «100% castellano y leonesa».
En San Román Thilda (53) y Aníbal (58) «son inmensamente felices» y describe con multitud de adjetivos positivos al pueblo. «El calor de la gente, la acogida que hemos tenido por parte de los vecinos, la tranquilidad... en el pueblo en ningún momento estás solo, de hecho, en Madrid he tenido más sentimiento de soledad que en San Román. Es lo que le pasa a muchas personas mayores con familia o amigos en barrios a bastante distancia en la capital, los ancianos en la capital envejecen más rápido», asegura ella.
Esta pareja se ha sorprendido de «la gran actividad que tiene el pueblo a nivel de programación de verano, cultural o de ocio, hasta amigos míos de Madrid cuando han venido se han quedado sorprendidos de la cantidad de cosas que hacemos en el pueblo».
La traductora judicial explica además que «hay un error de concepto porque los padres nos han educado en esa idea de que el futuro estaba en la ciudad y es un error de partida porque en la gran ciudad no vives, sobrevives», asevera Thilda, quien finaliza diciendo, «los madrileños son abiertos sí, pero los vecinos de San Román les han desbancado en acogida y calidez humana».
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