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Cuando Tomás y Luis decidieron retirarse después de ver el partido de la Supercopa Barcelona-Real Madrid porque trabajaban al día siguiente, ni por asomo se les pasó por la imaginación que no volverían a ver a Esther, su amiga desde la infancia, compañera ... de peña y andanzas «desde siempre», comentaba el pasado 28 de enero la madre del primero a la puerta del estanco de Traspinedo. «Estaba todo el día en mi casa, entraba y salía, como una hija. Mi hijo se enteró de la desaparición al día siguiente, en el bar. Desde entonces ni come ni duerme», decía la mujer, que no podía reprimir un sollozo. La desazón envolvía al pueblo entero, hastiado de no saber y de tanta cámara. A quince días de la desaparición de su convecina, ya no querían decir más. «Solo queremos que aparezca. Nada más».
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La tarde del miércoles 12 de enero, Esther López de la Rosa, de 35 años, se preparaba para salir. Se puso sus pantalones negros y una cazadora de borreguillo. La temperatura mínima de esa noche iba a estar frisando los cero grados con una sensación térmica, en esa zona de pinares, de menos cuatro. Dice su padre, Miguel, que sería sobre las siete y media cuando la oyó que se estaba duchando. Había quedado con sus amigos para ver el Barcelona-Real Madrid. Según indica su progenitor, uno de ellos fue a buscarla, Luis, y no está seguro si con el coche o si ambos recorrieron a pie los pocos metros que separan la vivienda familiar, ubicada frente a un solar que deja ver la imponente iglesia gótica de San Martín de Tours. Serían, calcula, las ocho menos veinte de la tarde cuando los dos amigos enfilaron hacia la plaza del Ayuntamiento en dirección al pub James Dean, donde habían quedado para ver el partido con otros amigos. Pocos días después, en el tablón de anuncios de las dependencias municipales, de camino hacia la calle Castillo, estaba el cartel con la fotografía de la joven y su descripción, que se lanzó tras hacerse pública la denuncia de su desaparición, cinco días después. Justo al lado, todavía permanecía revestida de morado una señal conmemorativa del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, del 25 de noviembre pasado.
1. Vivienda familiar de donde salió Esther.
2. La joven vio el fútbol en el pub James Dean de la localidad.
3. Tras el fútbol, compartió unas cervezas en casa de su amigo Luis.
4. Antes de partir hacia la Maña, algunos testigos la sitúan en el bar El Castillo, extremo que los propietarios no confirman.
5. En el entorno del cruce del restaurante La Maña, junto a la N-122, se le perdió el rastro.
El pasado 27 de enero, poco antes del mediodía, en el pub James Dean, que tiene la trapa echada, entraba el padre del propietario. No quería pararse. Solo decía que es su hijo el responsable del negocio y que quien tenga que declarar lo hará ante la Guardia Civil, que ellos no tienen nada que decir, que «se ha dicho todo y demasiado», indicaba mientras seguía su camino.
En detalle
m. j. pascual y berta pontes
Después de la segunda certeza, el partido televisado en el James Dean, donde Esther fue vista con su grupo por muchos parroquianos, las versiones de los testigos comienzan a ser contradictorias. Unos dicen que, cuando terminó el encuentro, después de las 22:35 horas, fueron a casa de Luis a tomar algo y que allí estuvieron hasta pasadas las doce y media de la noche. Otros, que después remataron en el bar Castillo aunque a finales del mes pasado, uno de los propietarios del establecimiento, que lo regenta junto con su hermano, se cerraba en banda ante los periodistas a confirmar o descartar ese extremo. «Lo he pasado muy mal», se limitaba a decir, subrayando que, en todo caso, él estuvo de turno por la mañana. A la salida del local, uno de sus clientes justificaba las reservas del hostelero en que, cuando saltó a los medios la desaparición de Esther, se avino a hacer unas declaraciones a una televisión y «lo tergiversaron todo». Su compadre remachaba el clavo antes de despedirse sin soltar prenda. «Estamos saturados».
En el casco urbano de Traspinedo el rastro de Esther se pierde ya de madrugada. Fuentes de su entorno descartan que ella y otras dos personas que la acompañaban en ese momento, se hubieran marchado hasta Valladolid para continuar de fiesta. Según declaró a la Guardia Civil uno de los testigos que la acompañaron en el último tramo de la noche, Óscar, que reside en la urbanización El Romeral, ante la insistencia de Esther, la habría dejado en el entorno del cruce del restaurante La Maña y él se habría marchado a casa. En el establecimiento conocen a Esther. «Estheruca», dicen con afecto, «es una chica muy extrovertida, cariñosa y simpática, quizá demasiado confiada, habla con todo el mundo. Ojalá aparezca pronto. Por su familia sobre todo. Y por todos. Estamos desolados en el pueblo». A pocos metros del restaurante está el siguiente cruce, el de El Romeral con la N-122. Este, mucho más próximo al camino que conduce a la casa de Ramón El Manitas, que fue único detenido y que acabó siendo liberado, y donde, según una de las últimas versiones de los testigos, pudo quedarse Esther esperando a otra persona que la iba a recoger.
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