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Eficientemente aislada e insonorizada. Nada que ver con la fragilidad de la casa del cuento de 'Los tres cerditos'. Una casa de paja puede ser tan robusta como una de ladrillo y ofrecer mayor resistencia frente al fuego, además de aportar otras ventajas en confort ... térmico y ahorro energético frente a la vivienda convencional. El conocimiento de sus prestaciones hace que esta modalidad constructiva se esté abriendo paso en la provincia de Valladolid a raíz de la pandemia en un proceso lento pero, augura el arquitecto Luis Pastor, imparable por su atractivo y las prestaciones que conlleva para convertirse en tendencia. «La preocupación por la salud ha abierto los ojos a mucha gente y ha revalorizado la bioconstrucción y el empleo de materiales saludables que no estén fabricados o contengan productos tóxicos».
El aislamiento y el confort térmico que proporcionan las balas de paja, traducido también en ahorro energético, es otra de las razones que están derribando prejuicios ante este material cercano, barato y abundante en nuestros campos.
Mucientes, Portillo, Montemayor o Aldeamayor de San Martín son algunos de los municipios donde se han levantado o están en proceso de edificación casas con muros de balas de forraje con un grosor de cincuenta o sesenta centímetros que después son revestidos de mortero de cal, barro o de otros materiales naturales que aportan consistencia y permiten que la estructura transpire. «Todo ello redunda en una mejor calidad del aire, regulando la humedad en invierno y verano en función del clima exterior; la temperatura oscila entre los 19 y los 24 grados», explica Pastor.
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En uno de los proyectos que desarrollan en la actualidad en Aldeamayor de San Martín la paja se emplea en el cerramiento perimetral de la vivienda, en la estructura y como aislante. Se ha realizado un muro en cal y piedra como sobrecimentación sobre el que se asentarán las pacas de forraje entre cinchos y listas de madera de pino a los que se anclan y se comprimen con flejes y cintas. La casa se ha orientado hacia el sur para aprovechar el sol del invierno y la cubierta, que contará con un jardín vegetal, extenderá unos aleros que proporcionarán sombra en verano. En el interior se incorporará una estufa de leña como aporte de calor en los meses más fríos. Las ventanas prescindirán de persianas convencionales «dado que las cajas donde van enrolladas hacen puente término y por ellas entra calor y frío, por lo que se sustituirán por contraventanas o toldos», añade Ana Gordillo.
Once años lleva Javier Valdés gestando su ilusión de vivir en una casa de paja. Conoció la metodología para hacerlo realidad, asistió a varios cursos y se formó para afrontar las exigencias técnicas de la autoconstrucción. Todos esos conocimientos los plasma en la actualidad en una parcela de Aldeamayor de San Martín, en la urbanización El Soto. Allí está levantando su la casa de 131 metros útiles distribuida en cuatro habitaciones y dos baños en la que vivirá con su mujer y sus tres hijos. Ahora lo hace en Tudela, en un alojamiento convencional. «He visitado ya cinco casas de este tipo, las hay en Portillo, en La Parrilla.... cada vez habrá más. Vivimos en un mundo saturado de consumo eléctrico, de contaminación y emisiones... así que nos ilusiona poder disfrutar de una casa sana que transpira, con buena calidad del aire, que va a absorber CO2 en lugar de emitirlo», resume este trabajador de una empresa de transporte que confía en ver convertido en realidad su proyecto antes dos años.
A la obra acude los fines de semana y cuenta con la ayuda de un aficionado a la bioconstrucción. Aunque no se ha fijado una meta de tiempo ni, dice, lo afronta con ansiedad. «Tengo experiencia en obras y no me asusta; también haré yo la electricidad y la fontanería. Y de lo que no sé me encanta aprender». Tiene almacenadas las alpacas que va a emplear junto a la solera del perímetro sobre el que se sustentarán con estructuras de madera de pino.
Placas solares, un sistema de depuración de aguas en el tejado y de las grises que se generen y el confort térmico que aporte la paja junto a la orientación, ventanales y alerones del tejado rebajarán la factura energética. «Espero ahorrar un 90%; vamos a tener calidad de clima en el interior sin tener que poner aire acondicionado o calefacción porque la casa va a hacer todo eso aprovechando el sol, la orientación y su estructura».
También se incorpora un sistema de fitodepuración reciclando las aguas grises (ducha, fregadero, lavabo) para destinarlas después al riego. En cuanto resistencia al fuego, los arquitectos apuntan que la construcción en paja ha obtenido la máxima calificación de 120 minutos sin colapsar en caso de incendio cuando la normativa exige un mínimo de 30 minutos.
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La optimización energética y el empleo de materiales naturales es la máxima a seguir en esta tipología de viviendas. «Al bloque cerámico o de ladrillo de la pared empleados habitualmente en la edificación hay que añadirle después un aislamiento convencional que nada tiene que ver con el que aporta la paja en insonorización y climatización», apunta la arquitecta. En 2015 comenzó junto a Luis Pastor a profundizar en la técnica constructiva con este material agrícola y desde el estudio Bioconstruible han impulsado y ofrecido asesoramiento en una docena de proyectos.
El coste de una casa de paja es similar al de una levantada con materiales convencionales. Aunque resulta más asequible adquirir el forraje a un agricultor que el precio del ladrillo y el del aislamiento con espuma de poliuretano, el gasto en mano de obra que suele requerir la bioconstrucción es mayor. Un aspecto compensa el otro, y aunque hay empresas que se han especializado, aún resulta complicado hallar operarios expertos en el manejo de materiales naturales como la paja, la madera o la cal. Por eso la principal opción en Valladolid está siendo la autoconstrucción, aunque en países como Francia el concepto está más asentado al contar con una normativa específica y con firmas que aplican el uso de materiales naturales (corcho, bambú, barro, arcilla...) a rehabilitación y a obra nueva.
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«Este tipo de casas ganan la partida a las convencionales en salud, confort térmico, consumo energético y respeto al medio ambiente», aduce Luis Pastor. «En Castilla y León tenemos un potencial maravilloso en terreno y materias primas para desarrollar la bioconstrucción y la tendencia va a más».
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