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Becilla, desde la calzada romana.
Becilla de Valderaduey: «Por más que se vacíe becilla, seguirá siendo nuestra»

Becilla de Valderaduey: «Por más que se vacíe becilla, seguirá siendo nuestra»

Especial Municipalismo. El patrimonio de Castilla y León ·

«Lucharemos para hacerla habitable y tener los servicios básicos para una vida digna»

Rosa González Fernández. Alcaldesa de Becilla de Valderaduey

Viernes, 10 de julio 2020, 10:07

El amor a su pueblo, a sus gentes, a sus paisajes, es algo que sin duda caracteriza a todos los humanos. Me imagino que incluso a aquellos que por distintos motivos marcharon hace años a vivir a otros lugares de nuestro suelo patrio -o incluso al extranjero-, se les encoge el corazón cuando piensan en nuestra Becilla.

«Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla», escribió Machado y cantó Serrat. Y para los becillanos y becillanas, nuestra infancia son los recuerdos de un puente y una calzada romana, de la iglesia parroquial de la Asunción del siglo XVIII y de estilo neoclásico, donde un día fuimos a tomar la primera comunión, a casarnos o a dar el último adiós a nuestros seres más queridos. También la de San Miguel, del siglo XVI y estilo mudéjar y donde veneramos a nuestro Cristo de las Aguas.

Nuestra infancia y adolescencia son recuerdos de cada rincón, de cada calle, del órgano barroco de la iglesia de Santa María, de un pueblo con un pasado que alcanza en el siglo XVI su mayor esplendor y que además de abundante ganadería y agricultura tuvo una fábrica de harinas con su molino, así como otra de ladrillos.

Recuerdos aparte, Becilla hoy es un pueblo que sufre el mal de la despoblación y que ha pasado de tener 1.249 habitantes en el año 1900 a los 238 actuales. Pero por más que se vacíe Becilla, seguirá siendo nuestra, y quienes aquí quedamos seguiremos luchando porque nuestro pueblo sea cada día más habitable y tenga los servicios básicos para una vida digna.

Es bonito hablar de un pasado esplendoroso, pero sobre todo es bonito hablar de nuestra existencia y de nuestro futuro. Mientras tanto seguiremos celebrando la fiesta romana cada mes de agosto y seguiremos con la esperanza de que nos ayuden las administraciones para mantener viva nuestra historia y nuestro pueblo. Para que un día, lo más lejano posible, nos vea morir la misma tierra que hemos habitado.

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