Una nueva capea ha tenido lugar esta mañana en la plaza del Coso de Peñafiel, y, de nuevo, los toros colorados de Arriazu han vuelto a solicitar pista para despegar.
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La capea peñafielense es ya, de por sí, particular, con la suelta de novillos por ... dentro y por fuera del ruedo de forma simultánea, y ahora los arriazu quieren dejar su impronta y realizar su aportación personal a esta tradición tan particular de los festejos taurinos peñafielenses. Lo han vuelto a hacer durante la capea celebrada esta mañana, realizando nuevos vuelos sobre las tablas del redondel de la plaza del Coso.
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Con los colorados de casta navarra haciendo honor al eslogan de una famosa bebida energética, el Consistorio -el edificio desde donde la autoridad municipal coordina la suelta de los toros- se asemeja cada vez más a una torre de control de un aeropuerto.
Los arriazu un día más han vuelto a elevar la emoción de la plaza del Coso a cotas muy elevadas, animando al personal al repetir saltos sobre el ruedo en repetidas ocasiones. Dos astados de este hierro compartieron plan de vuelo, elevando su musculado fuselaje sobre las tablas, incluso, uno de ellos, elevando un poquito más el nivel de cortisol de la plaza cuando ha metido la cabeza en un burladero. Los que en él se refugiaban pasaron un buen apuro -de `mayday mayday´-, pues, además de la bien armada cabeza del novillo a un palmo de sus narices, al otro lado de las tablas estaba otro colorado de Arriazu, que, picado por la curiosidad del movimiento que se estaba produciendo en ese burladero -y porque veía a su hermano-, se acercó hasta la barrera por el otro flanco. Así que tocó agachar la cabeza y apretarse en el extremo contrario de la barrera, fuera del alcance los pitones del colorado.
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Una vez que desde el Consistorio se decidió que los arriazu ya tenían suficientes horas de vuelo, que ya era hora de que tomasen tierra y volviesen al hangar, a los corrales de la plaza, se soltaron otros novillos y una vaca -de otro hierro-, continuando el desarrollo de la capea de manera más sosegada y tranquila. Quizá demasiado para aquellos que todavía tenían la adrenalina en su pico más alto tras la actuación de los arriazu.
El cuanto al tercer encierro de las fiestas de Peñafiel, celebrado antes de la capea, este ha seguido las pautas de los dos anteriores. Ha sido un enchiqueramiento rápido, aunque, en esta ocasión, los protagonistas han sido los novillos, pues cinco de los seis que han sido soltados de los corrales del Valdobar han alcanzado la plaza del Coso en solitario, por delante de los mansos, los cuales entraban al Coso poco después con el novillo restante sin perder hilo del quinteto de cabeza.
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Mientras los novillos al entrar en la plaza no han tomado las puertas del ruedo, sino que han girado a la derecha y han quedado por la parte exterior del ruedo, los bueyes y el otro toro al que escoltaban han enfilado las puertas del redondel y, de ahí, a los corrales.
Los cinco novillos que han quedado por fuera del redondel han sido encauzados e introducidos diligentemente al redondel, y, de ahí, a descansar con sus hermanados en los corrales de la plaza del Coso.
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