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El Chúndara del relevoCiro García, 55 años de edad, ha dado el relevo a su hijo Aitor, de 30 años, como nuevo danzante del Chúndara auténtico, el que se vive junto a la Banda Municipal de Música y la lleva en volandas hasta la plaza del Coso. ... El que se vive junto a la Banda y el que se bailan de principio a fin, durante las dos horas que dura este pasacalles purasangre peñafielense.
Ciro, vinculado al mundo del vino, a sus 55 vueltas al sol sobre este planeta llamado tierra, aunque su mayor parte es agua -otro elemento esencial en el Chúndara-, ha decidido que ya es hora de realizar completo este maratoniano pasacalles y pasar el testigo a Aitor, deportista de élite de Pádel, residente en Girona y, por parte paterna, de profundas raíces peñafielenses.
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Ciro no cesará de bailar el Chúndara, pero ya no lo realizará en su totalidad. Bailándolo completo con su hijo y entregándole al final su camiseta, ha querido simbolizar esa entrega del testigo, dar el relevo a una generación.
Dos horas más tarde de empezar el pasacalles en la Plaza de España, en la del Coso rubricaba su promesa a las siete de la tarde, tras dar el cortejo chundarero la pertinente vuelta al ruedo.
Minutos antes de las cinco de la tarde, y de que se pusiera en marcha el segundo Chúndara de las fiestas de Peñafiel, Ciro estaba nervioso y emocionado, junto a su hijo, esperando el momento tan especial que iban a vivir. Explicó que sentía «sobre todo nervios, pero hay ciclos en la vida y la mejor manera de terminarlo es bailando con mi hijo. Me hace mucha ilusión, pues también es su primera vez. Para mí es lo más importante, lo más importante para un peñafielense que ha vivido así el Chúndara siempre», en toda su plenitud, intensidad y sentimiento.
Por su parte, Aitor señaló que «estoy muy feliz de estar aquí este día, porque sé que es un día muy especial para mi padre, así que vamos a cumplir su sueño y hacerlo realidad y hacerlo entero». Algo que no es fácil, ni está al alcance de todos, pues es casi una maratón en cuanto duración, a pesar de que la distancia a recorrer es de 500 metros y poco.
Sobre esta comparación con la maratón, Aitor anotó que «se parece un poquito a un deporte extremo, hay que aguantar dos horas saltando y animado. Pero estoy muy contento y creo que llegaré y estaré bien físicamente».
Dicho esto, minutos después, ambos, y un buen número de participantes, comenzaron a bailar el Chúndara, hoy dedicado al patrón, San Roque.
Como es habitual, este segundo Chúndara y el que se celebre mañana sábado, no son tan multitudinarios como el primero, el del día 15, pero sí se vive con la misma pasión y entrega. Además la temperatura acompañó y el agua que generosamente se sirvió desde los balcones fue requerida y agradecida por los asistentes. Mañana sábado tendrá lugar el tercer y último Chúndara, por lo que si lo desean, todavía están a tiempo de darse un buen baño de fiesta.
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