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Hasta el momento figuran en la sección de sucesos como actores determinantes en accidentes de tráfico pero actualmente los corzos forman parte ya del día a día de los profesionales del sector del campo, y no precisamente como un elemento bucólico, sino como una seria ... amenaza a sus explotaciones.
Así, al menos, lo estiman once agricultores de Padilla de Duero, pedanía de Peñafiel, en plena Ribera del Duero vallisoletana, que denuncian el daño que los corzos les está causando. Por ello han remitido varios escritos a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León para que adopte las medidas oportunas. Desde Asaja se les está prestando apoyo y asesoramiento. La mayoría de estos agricultores son jóvenes, alguno de ellos con formación universitaria, que decidieron retornar a su localidad, formar allí su familia y continuar con la tradición familiar y dedicarse a la agricultura. Desde cultivos tradicionales (remolacha, patata, viñedo…) a cultivos alternativos (como el almendro).
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Álvaro Valdezate, Jorge Peña y Jorge Medina ejercen de portavoces de los afectados de Padilla, destacando, en primer lugar, «que el daño es a nivel provincial y el malestar es generalizado». La época cuando más perjuicios sufren es «en primavera, cuando las hembras de corzo tienen nuevas crías y la población se duplica». Además, enfatizan, «es un ciclo imparable por lo que, como no se ponga una solución, va ir a peor, y más aún cuanto más se tarde en solucionar».
Una vez que el cereal empieza a secarse, explican, los corzos se alimentan de los tallos y brotes del viñedo nuevo o de los almendros recién plantados -ambos todavía no productivos-, lo que supone un retraso en el comienzo del ciclo de producción, con las consiguientes pérdidas. Esto retrasa hasta dos años la madurez de las plantas, en el mejor de los casos, porque también se puede dar su secado completo.
«Las viñas que están en plena producción también las muerden. En mayo, en plena brotación, el corzo las empieza a comer y las poda». En este caso, «el daño que provoca es en las orillas, principalmente, en el perímetro», afectando a la producción, lo mismo que en regadíos como la patata. Las producciones merman debido a que los cérvidos devoran las plantas antes de que florezcan.
Estos agricultores adelantan que «el problema va a ser gordo en primavera, con la llegada de las nuevas crías», pues «ha aumentado la población, especialmente el de hembras».
Entre los factores que apuntan a lo que consideran una «superpoblación», además de las altas tasas de natalidad, está el hecho de «que el corzo no tiene depredadores naturales». Es tal la libertad con la que se mueve que ya no se asustan de la presencia del hombre: «Los agricultores para ellos somos un elemento más del paisaje», comentan.
«Nos dicen que la solución es vallar; eso es surrealista. Es poner puertas al campo, es inviable. Esa no puede ser la solución. Las indemnizaciones tampoco, no queremos dinero, queremos vender nuestras uvas, patatas, almendras… Que piensen en una solución. Quizá un control teniendo en cuenta la superpoblación actual».
Los distintos métodos y sistemas de protección que han utilizado no han resultado eficaces. «Los protectores de la vid no son suficientes. En cuanto asoma la planta se la comen. Formar así la viña es complicadísimo, se comen la yema y vuelves a empezar de cero». Esto supone «una gran desilusión. Las inversiones son muy importantes, y ver que de la noche a la mañana te has quedado sin ella, o que la tienes paralizada, te frustra». Por ello solicitan una solución, pues también consideran que este tipo de eventualidades provocan que se abandonen los pueblos, pues el modo de vida es la agricultura.
Bodegas Arzuaga Navarro, ubicada en Quintanilla de Onésimo, también padece el paso de los corzos por sus viñas. Como explica el director general de esta bodega de la Ribera, Ignacio Arzuaga, «tenemos plantaciones en las que se han comido hasta siete líneos seguidos. En la plantación nueva que tenemos en Olivares de Duero, de 53 hectáreas, se han comido un 30 por ciento, que no va a brotar. Cuando la cepa tiene un año o dos, la mata. La espaldera la vamos a tener que poner un año más tarde porque en algunas zonas nos han comido tantas cepas que primero hay que reemplazarlas. Es una barbaridad lo que se han comido».
El perjuicio que les causa el cérvido es doble. Además del viñedo joven, también la viña ya formada es mordida, y, aunque el daño es menor, este afecta a la producción. «El gran problema es el exceso de hembras, las cuales en época de lactancia llevan a sus crías al viñedo en búsqueda de los brotes más tiernos», explica Arzuaga, quien también anota que «para paliar esto habría que conceder los permisos oportunos para reducir el número de hembras para que descienda el número de población».
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