![El 'abuelo de Íscar' cumple 105 años: «Nunca han faltado los vinos al mediodía y por la tarde»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/07/09/105%20cumpleaos%20Cirilo%20Sanz%20Sanz%2001-k58D-U220666836901PI-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Sabe que cada celebración puede ser la última y que es un afortunado por haber llegado, y de la forma que lo ha hecho, a la edad que ha alcanzado. Un privilegio que él agradece cada día escuchando con fervor la palabra de Dios y ... la santa misa a través de la radio, «hasta no hace mucho, además de oír misa por la radio, los domingos y festivos también iba a iglesia, pero ahora ya…» señala con resignación Cirilo Sanz Sanz, mientras en su teléfono móvil no paran las llamadas y en el de sus hijos de entrar mensajes de felicitación de familiares y amigos por esos 105 años tan bien llevados del considerado 'abuelo de Iscar'.
Aunque no es iscariense de cuna, se considera orgulloso de ser un iscariense más, pues no en vano en la villa carpintera ha sido donde ha pasado más de media vida desde que decidiera trasladarse desde Torre de Peñafiel junto a su esposa, Luisa Plaza San José, y sus cuatro hijos: Inés, la primogénita; Luis, fallecido en 1975 en un accidente laboral en los astilleros La Naval de Sestao (Vizcaya); Santos, empresario hostelero, ya jubilado y que durante años presidió la asociación iscariense de dicho gremio; y María Luisa, copropietaria de una empresa de elaboración y comercialización de biomasa en la vecina Pedrajas de San Esteban.
Precisamente, porque también pasa un tercio del año en la villa piñonera, le gusta considerarse también un poco pedrajero, hasta el punto que hace unos años la Asociación de Jubilados y Pensionistas Río Eresma te tributo como a uno más un homenaje por ser el socio más longevo, «pues como buen contribuyente, me hice socio y así poder disfrutar igual que los pedrajeros de los servicios y actividades que se hacen en su hogar de jubilados».
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Tres hijos ejemplares, como él los define, al igual que a sus cónyuges, que siempre le han brindado un trato exquisito y él ha tratado de corresponder dando las menos molestias posibles durante la estancia en sus hogares, que le han proporcionado seis maravillosos nietos: Inés, Juan José, Fernando, Miguel, Eva y María Jesús, y estos a su vez nueve bisnietos, Miriam, Fátima, Daniel, Mateo, Jaime, Alexia, Carlos, Manuela y Fiorela que el pasado 24 de junio cumplió un año. Bisnietos, algunos de ellos que ya despuntan en el apartado deportivo, como Miriam, Daniel y Mateo que practican pelota y apenas logran alguna victoria o título corren presurosos a poner en su conocimiento.
Morando desde hace 35 años, dos tercios del año en Íscar y el tercero en la vecina Pedrajas de San Esteban, a razón de una semana donde Inés y otra donde Santos, ambos residentes de la villa carpintera, y otra donde María Luisa, residente en la villa piñonera, periodos que de forma matemática solo se han alterado en todos estos años cuando algunos veranos disfruto de vacaciones gracias a la Fundación ONCE y durante la pandemia que le obligó a permanecer más tiempo al estar restringida la movilidad, Cirilo Sanz Sanz, sumaba este martes 9 de julio 105 años celebrándolo con comida familiar, tarta, soplido de velas y el canturreo de todos los suyos del consabido «cumpleaños feliz».
Celebración familiar, que no por repetitiva desde que alcanzara la centuria, todos esperan con anhelo cada año. Y no es para menos porque el suyo es un hecho insólito en la villa carpintera ya que hasta ahora alcanzar el siglo de edad, salvo en una ocasión y por muy poco tiempo, en los últimos años solo lo han protagonizado las mujeres.
Con la salud algo resentida estos últimos meses, pero siempre social y abierto a la conversación, una de las cosas que la fecha del 9 de julio más le viene a la mente es la cantidad de amigos que ha ido dejando en el largo camino que Dios le ha dado oportunidad de andar, «se han ido ya todos los de mi generación y buena parte de la siguiente, menos mal que cuando salgo a tomar el vino encuentro alguien, aunque con más de veinte años menos, que quiere hablar conmigo de algo». Lamentando que el achaque que sufrió a últimos de marzo le impidiera asistir a la celebración del bautismo, y al mismo tiempo primera comunión, de los mellizos Daniel y Mateo durante la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
105 años, una cifra llena de connotaciones de todo tipo, sobre todo después de años en los que la pandemia, además de llevarse por delante a muchas personas mayores, la situación creada no le permitió llevar una vida normal donde, pese a su limitación en la visión, nunca han faltado los vinos al mediodía y por la tarde, el café tras la comida, largos paseos y animadas conversaciones.
Cirilo, el menor de los cinco hijos que tuvieron Emeterio Sanz y Eustaquia Sanz, fijo su residencia en Íscar el 11 de noviembre de 1968 tras conseguir un contrato de trabajo en la hoy día desvencijada fábrica de piensos compuestos Mubers donde desarrolló su etapa laboral hasta que fue jubilado, unos años antes de cumplir la edad reglamentaria, por un problema de reducción de la capacidad visual como consecuencia de una ulceración en ambos ojos mientras desarrollaba de joven tareas agrícolas con abono químico en su pueblo natal.
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