Un conejo, en la zona de la biblioteca del parque de Campo Grande. Antonio Quintero

Valladolid

La presencia de conejos en el Campo Grande activa su captura con jaulas para evitar una plaga

Veinte cuadrillas de cazadores con hurón atrapan una media de 10.000 ejemplares al año en la ciudad para minimizar los daños que causa la especie

J. Asua

Valladolid

Sábado, 22 de junio 2024, 08:14

Se les puede ver a primera hora de la mañana pastando tranquilos en la zona de la biblioteca, donde ahora se levanta la nueva estatua de Tagore. Con alimento de sobra y sin depredadores cerca, los conejos han llegado al Campo Grande y han puesto ... en alerta a los responsables de Parques y Jardines del Ayuntamiento. Aún «no es una situación preocupante», pero no debe de ir a más si quieren evitar daños a futuro. Esto no va de 'mira, mamá, qué bonito el conejito' ni de sentimientos animalistas mal entendidos. Va de que si no se controla la población se podría convertir en un problema en el que es el parque más importante de la ciudad por su carácter histórico y por la gran afluencia de visitantes que registra. Porque los conejos, si son muchos, son una plaga, que lo mismo pueden destrozar un paraje y dejarlo como un queso gruyer o transmitir enfermedades al ser un animal silvestre por el que las garrapatas tienen querencia.

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Los técnicos municipales han iniciado los trámites con el Servicio Territorial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta para poner en marcha un plan de captura en este céntrico jardín, la joya verde de Valladolid, de manera inmediata. Explican en el departamento que gestiona el concejal Alejandro García Pellitero, que, de momento, se han contabilizado una media docena de ejemplares, que podría ser el doble «como mucho». El personal que trabaja en el Campo Grande no ha detectado huras y eso es importante, ya que refleja que aún no les habría dado tiempo a asentarse de manera permanente. La población a día de hoy no es para nada excesiva y podría asumirse, pero los problemas pueden llegar «a tres o cuatro años vista», según reconocen en el servicio.

¿Cómo han tomado esta zona verde si cerca no hay más que bloques de viviendas y un tráfico constante en las vías que rodean este pulmón en pleno centro? Admiten en el Consistorio que es una «incógnita». Se barajan dos hipótesis. La primera, que algunos ejemplares que se estuvieran asentados en las riberas del Pisuerga se hayan despistado tras asustarse por la presencia humana o de alguna mascota y en su huida hayan encontrado refugio en el Campo Grande. Parece complicado tanto por la distancia entre ambos puntos como porque las márgenes de un río, con mucha maleza y broza, no es el hábitat ideal de la especie, que de desenvuelve mejor en zonas de pradera, según acotan en departamento de Salud Pública. La segunda, que algún vecino sin conocimiento de las consecuencias que puede conllevar esa acción, con buena o no tan buena intención, los haya dejado en el parque.

Sea como fuere, la idea del Consistorio es probar con un nuevo sistema de captura con jaulas. Aunque lo habitual es utilizar hurones, un mamífero carnívoro, metiéndolos en las madrigueras para asustar a los lepóridos y que salgan de ellas para atraparlos con una red, en este caso al no haber detectado agujeros en los parterres se optará por esas trampas. Se trata de atraer a los ejemplares mediante un cebo en el interior. Cuando entran a comer, la puerta se cierra automáticamente y el animal queda atrapado. Una vez capturados, se determinaría qué se hace con ellos.

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Hasta ahora no ha sido común ver conejos en áreas verdes tan céntricas, a pesar de que en Valladolid, como en muchas otras ciudades españolas, ya sean considerados como una plaga. Desde el Servicio de Salud Pública explican que en este momento hay veinte cuadrillas de bicheros autorizadas para controlar la población del lepórido en la ciudad. Se trata de grupos de hasta cuatro cazadores con hurones, con su correspondiente licencia de caza en regla, que recorren las zonas donde su población va a más. Parquesol, Pinar de Jalón, Los Santos Pilarica son a día de hoy las áreas pobladas donde se está trabajando con especial intensidad ante el importante aumento de ejemplares, aunque también se está actuando en las márgenes de las vías y en algunos tramos de las rondas de circunvalación de la ciudad.

Según los datos facilitados por este servicio cada temporada de control, que este año arrancó en marzo y que se prolongará hasta diciembre, se pueden llegar a capturar entre 10.000 y 13.000 conejos en el término municipal, una cantidad de ejemplares que ha ido a más en los últimos ejercicios. No hay límite en el cupo de capturas. «Ha habido algún año en el que se han llegado hasta 15.000; los huroneros meten sus animales atrapan los conejos con red y tienen la obligación de sacrificarlos en el momento; no se pueden trasladar a otro lugar, la Ley de Caza así lo estipula», aclaran los técnicos de Salud Pública.

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Los daños que puede generar una superpoblación de esta especie son de dos tipos. «Por un lado de salud pública por la transmisión de enfermedades y parásitos, ya que suelen tener muchas pulgas y garrapatas. Este año está habiendo una explosión de estas últimas. Las van extendiendo tanto a las personas como a las mascotas y tener un foco de garrapatas en tú casa tiene sus riesgos porque son transmisoras de muchas enfermedades, son reservorio de muchos virus, son animales chupadores y actúan como vectores», subrayan los técnicos, que ponen como ejemplo los últimos casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.

La otra vertiente son los perjuicios que causan a las zonas verdes e incluso a las infraestructuras. En el primer caso, explican que los conejos se suelen comer las cortezas de los árboles. «Una vez que lo hacen, la sabia ya no corre igual y terminan secándose», señalan los expertos. Graves también pueden ser los daños en las márgenes de las carreteras, especialmente en las zonas de taludes, que pueden desestabilizarse e incluso venirse abajo si una población los agujerea para convertirlos en su hogar. «Por eso se controla su población desde hace tantos años», subrayan.

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Los conejos son además una especie muy prolífica. Cada «mes y medio o dos meses» una coneja puede tener una camada de entre cuatro y ocho gazapos. «Estamos hablando que con alimento cercano y en abundancia y sin depredadores la gestación la llevan a plenitud y no es infrecuente camadas de hasta diez ejemplares», aclaran. Con este panorama, el Ayuntamiento tiene la intención de actuar rápido en el Campo Grande para erradicar la presencia de este animal, de aspecto simpático, sí, pero que nada tiene de bueno cuando se expande más allá de lo recomendable.

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