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El «polvorín» en Delicias por los grupos okupas: peleas diarias, robos y detencionesDel local ubicado junto al número 9 de la calle Aaiún, cuelga un toldo desgastado y sucio que anuncia lo que en su día fue una panadería repostería. El escaparate de cristal, tapado desde dentro, impide ver el aspecto actual del local y nada hace ... presumir que el negocio siga en marcha, pero bastan unos pocos minutos para observar que de su interior entran y salen varios jóvenes migrantes, que abren las dos cerraduras de una puerta roja de barrotes. En él viven unas cinco personas de distintas nacionalidades y entre ellos una chica embarazada, desde hace unos cinco o seis meses, explican los vecinos. No son los primeros en okupar el bajo, pero desde su llegada se han intensificado los altercados y las intervenciones policiales.
«La Policía está aquí todos los días, el otro día se llevaron a varios detenidos», apunta una vecina, que pide mantener el anonimato ante la actitud violenta de los estos jóvenes y la tensión vecinal que se respira. «Hace dos semanas la Policía cerró la calle y vino a por ellos y la gente salió a las ventanas chillando y protestando» explica. No quiere reproducir «las burradas» que escuchó, pero apunta a que la situación se está convirtiendo «en un polvorín», dado que han llegado a amenazar a los residentes del bloque colindante, cuyo patio está conectado con el bajo okupado, con «quemar el local». Algo que corrobora la actitud de un vecino del edificio, que dice no tener miedo y se muestra beligerante: «Esto no es racismo, yo voy a ir a saco a por ellos».
El conflicto escaló de nivel hace menos de una semana, cuando en la madrugada del pasado miércoles se produjo una reyerta en la que estuvieron involucradas cerca de veinte personas, según testigos, motivada por un robo a otros okupas. «El otro día estaba dormida y de repente escuché gritos. Eran los que viven ahí más otro grupo que vino y se enfrentaron con los de este local. Y nada, a botellazos», resume otra vecina, que presenció la escena desde su ventana, a pocos metros del local y que vio volar las botellas frente a sus ojos: «Si no me aparto me dan». El altercado se saldó con daños materiales en las patrullas y en otros coches estacionados, además de dos detenidos por amenazas y lesiones graves.
La calle Aaiún es uno de los puntos más calientes, pero no el único. Apenas 24 horas antes y a 400 metros de distancia, en la cercana calle Ebro se producía otra detención de un hombre perteneciente a estos mismos grupos por amenazar a otro de ellos con una botella partida. Y seis días atrás, en la noche del 25 de julio, unas imágenes grabadas en la paralela avenida de Segovia registraban como uno de ellos agredía a otro con un cinturón, mientras un grupo de unas seis personas jaleaban al agresor.
Son solo algunos de los incidentes registrados en una semana en Delicias, donde se han intensificado los conflictos y las intervenciones policiales «desde finales de junio». Así lo explica José Ángel Gutiérrez, inspector jefe de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional en Valladolid, al frente actualmente también de la Brigada de Seguridad Ciudadana, que achaca el aumento de los incidentes a los problemas de convivencia internos de distintos grupos de okupas que se mueven por la zona.
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En la calle Aaiún, hay, al menos, otro bajo okupado al comienzo de la vía. El resto de asentamientos, según sitúa la Policía, están en la zona del Zambrana, el parque de las Norias -cuyo incendio produjo «movimientos»- y el más lejano Rancho Grande. Se trata de chicos jóvenes, de entre 20 y 25 y de «distintas nacionalidades», aunque en muchos muchos casos procedentes de países del norte de África y subsaharianos, cuya presencia es cada vez más mayoritaria. «Son más numerosos y visibles», explica el inspector, que apunta a que se mueven por una zona bastante amplia, aunque el mayor número de identificaciones se han producido en las calles aledañas al Parque de la Paz.
Las peleas y las reyertas, que son el día a día para los vecinos, en la mayoría de los casos son fruto de «discusiones entre los que conviven», que muchas veces se inician por temas menores en los locales ocupados, pero que se trasladan a la calle, creando una gran alarma social, explican. Y aunque lo más visible son los altercados, los pequeños hurtos son también habituales, especialmente en supermercados o tiendas de alimentación, donde se hacen con comida y bebidas alcohólicas.
La situación ha obligado a que la Policía, en un trabajo conjunto de la Nacional y la Municipal, haya intensificado la vigilancia en la zona. «Hay un plan policial en marcha par contrarrestar los últimos sucesos», explica el inspector jefe Gutiérrez, que detalla una mayor presencia de patrullas, tanto de las UPR (Unidades de Prevención y Reacción) como de los Grupos de Atención al Ciudadano -más conocidos como los Zetas-, especialmente por las tardes y a primera hora de la madrugada, las franjas de mayor conflictividad.
El inspector Gutiérrez, que hace un llamamiento a la calma y descarta que la situación pueda llegar a descontrolarse, explica que el trabajo preventivo de sus unidades y la colaboración vecinal están «dando sus frutos». El aumento de los controles ha permitido incautar un gran número de armas blancas caseras, como punzones o bates, y la sola presencia policial, apunta, ya produce un «efecto disuasorio» y una «mayor rapidez» de actuación ante incidentes. Así mismo desde el Cuerpo explican que se trabaja con Extranjería y con los centros de internamiento para encontrar una solución definitiva «a medio plazo».
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