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Fueron con la determinación de ayudar en todo lo que fuese necesario a los vecinos de Sedaví -localidad afectada por la DANA del 29 de octubre- y también con la voluntad de aliviar parte de la carga de trabajo a sus compañeros de uniforme allí ... en Valencia. Desde el pasado domingo, 1 de diciembre, ocho policías locales de Valladolid viajaron a ese municipio valenciano de poco más de 10.000 habitantes que lucha por recuperar una normalidad aún lejana.
«En cuanto vimos lo que estaba pasando no dudamos en ponernos en marcha y organizarnos para ir, en un momento salieron casi ochenta voluntarios. Los compañeros se han volcado mucho», explica el oficial Daniel Lorenzana desde el pueblo valenciano. Él es el coordinador del equipo conformado por siete compañeros y otros cuatro del 092 de Segovia que han viajado con ellos.
Nada más llegar lo que han visto es la realidad de un municipio arrasado en el que aún a día de hoy falta mucha organización. Por eso, se han puesto manos a la obra para llevar a cabo tareas tan necesarias como las de control del tráfico, de acceso de entradas y salidas del municipio (no funcionan los semáforos) y de asistencia a la población. «Es un municipio pequeño que está conectado con Paiporta y Alfafar (también afectadas) por una vía principal que están totalmente embarrada y pese a sus pésimas condiciones se sigue usando», relata Lorenzana.
El caos anterior a su llegada -entre el trasiego de vehículos de la UME (Unidad Militar de Emergencias), autobuses urbanos, motos, bicis y vehículos particulares- ha quedado disipado gracias a que los agentes ordenan la circulación, cortan las vías necesarias y abren otras alternativas al tráfico en varios puntos del pueblo. Al poner orden en algo tan cotidiano como el desplazamiento de vehículos logran otra cosa mucho más importante: «El primer día, la UME no logró avanzar más de sesenta metros en las labores de limpieza y con el paso de vehículos todo se volvía a embarrar, pero después de cuatro días de trabajo aquí hemos visto cómo se ha agilizado de forma muy significativa la tarea del Ejército porque, gracias al control del tráfico, su trabajo no se ha visto interrumpido y se ha conseguido despejar la vía», destaca el oficial.
Con la vigilancia de los agentes y la reorganización del tráfico han visto también cómo se han reducido las caídas de motoristas y de personas que circulaban en bici por las calles inevitablemente embarradas.
A los vecinos de Sedaví no les pasa inadvertidos el uniforme 'forastero' de los policías de Valladolid. «Les choca que vengan policías de tan lejos y nos agradecen el estar aquí ayudando en lo que haga falta», reconoce con satisfacción el agente antes de incidir en que a los sedavienses aún les queda mucho trabajo de reconstrucción por delante.
«En el momento en el que hablas con alguien siente la necesidad de desahogarse. La gente intenta volver a empezar, pero es difícil porque son familias enteras afectadas que viven próximas y, al final, Paiporta está aquí al lado», añade Daniel Lorenzana. Simplemente con estar ya hacen una labor extra, la de hacer que los vecinos se puedan desahogar. «Hay gente que ha perdido su casa y todos sus coches y, aunque a nivel municipal las cosas empiezan a resurgir, a nivel personal aún queda mucho por hacer», admite.
Se organizan en turnos y, una vez que cumplen el horario, descansan en un centro espiritual que tiene un nuevo uso desde el 29 de octubre, el de dar cobijo y descanso a los voluntarios que, como Daniel y sus compañeros, ayudan en lo que pueden. Estarán allí hasta el próximo martes, 10 de diciembre, para aportar su granito de arena en hacer posible la reconstrucción de Sedaví. Después serán relevados por un nuevo contingente vallisoletano.
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Y están muy satisfechos a título personal de poder colaborar y ayudar a sus compañeros de profesión, que llevan casi un mes doblando turno y renunciando a sus jornadas de descanso. «Los compañeros aquí también han perdido mucho y nos gustaría que, si sucede a la inversa, tuvieran la misma respuesta personal y profesional», finaliza el oficial antes de volver a ponerse manos a la obra en un municipio en el que, sobre todo, al caer la tarde deben hacer uso de la mascarilla por la mala calidad del aire.
No obstante, desde el Centro de Coordinación de Emergencias de la Comunidad Valenciana señalaban al inicio de esta misión de voluntariado que sigue siendo imprescindible la ayuda de efectivos uniformados al encontrarse Sedaví, como tantos otros pueblos del entorno, aún en «fase de reconstrucción y rehabilitación de infraestructuras». Por ese motivo, advertían, las calles están llenas de maquinaria pesada y se hace «urgente la retirada de vehículos de garajes y calles que suponen un peligro para la ciudadanía».
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