La policía detecta 30 fiestas en pisos cada fin de semana desde que empezó la universidad. Alberto mingueza

La policía de Valladolid detecta 30 fiestas en pisos cada fin de semana desde que empezó la universidad

Las quejas vecinales por ruidos en espacios privados se multiplican desde la una de la madrugada, cuando los bares cierran

Eva Esteban

Valladolid

Sábado, 17 de octubre 2020, 07:59

Jueves, 15 de octubre. Tercer 'juernes' desde que comenzara el curso universitario en Valladolid. El ocio nocturno de la ciudad aún está lejos de recuperar el pulso previo a la emergencia sanitaria. De hecho, son varios los bares de copas que aún no han levantado ... la persiana. Otros han dejado de hacerlo los jueves por la escasa afluencia de clientes. El mal tiempo –el termómetro roza los dos grados durante gran parte de la noche– tampoco acompaña. «A muchos no les merece la pena; si es que está la cosa muy floja desde hace semanas», comenta el subinspector de la Policía Local José Antonio García, que cada madrugada desde hace una década supervisa la noche vallisoletana. Son las doce de la noche y los pubs, salvo un par de excepciones, están vacíos. La plaza de Cantarranas, uno de los ejes de la fiesta estudiantil, luce prácticamente desierta. Antes era uno de los puntos predilectos de la capital para disfrutar de un jueves de cervezas y cubalibres.

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Pero ahora, la estampa a pie de calle es «muy triste». El toque de queda del ocio nocturno a la una de la mañana ha sido la puntilla. Ha alterado, asimismo, el orden de diversión de los jóvenes. Muchos comienzan la noche en los bares y, cuando estos echan el cerrojo, trasladan la juerga a domicilios particulares, principalmente de estudiantes que lo tienen arrendado, hasta altas horas de la madrugada. Las fiestas en pisos universitarios se han convertido en la tónica habitual. De hecho, desde que comenzara el curso el pasado 28 de septiembre, la Policía Municipal ha detectado un «importante» incremento de llamadas de vecinos que alertan de que se están celebrando reuniones en viviendas tras el cierre de locales. Así lo asegura el subinspector García, quien estima que, durante los fines de semana y desde hace quince días, reciben en torno a treinta llamadas por este motivo. «Hay muchas más fiestas en casas, sobre todo los viernes y los sábados. Antes también recibíamos los avisos, pero eran muchos menos que antes de que llegaran los estudiantes a la ciudad y las llamadas estaban más dispersas, ahora nos entran de golpe», subraya.

Precisamente estas prácticas han puesto de nuevo a los jóvenes en el punto de mira. Precedentes como la multitudinaria fiesta celebrada durante el puente del Pilar en Granada y la expulsión de 75 alumnos por parte de la Universidad de Salamanca de forma cautelar por participar en una barra libre les ha situado otra vez en el epicentro de las críticas. Sin embargo, en Valladolid esta problemática a día de hoy «no existe». El delegado territorial de la Junta en la provincia, Augusto Cobos, señala que «ahora mismo el comportamiento de los universitarios no está teniendo ninguna incidencia en las tasas de contagios de la ciudad». Asimismo, indica que no se han registrado «problemas con novatadas y colegios mayores y no hemos detectado un movimiento de fiestas en pisos».

Fuentes de la Universidad de Valladolid, por su parte, confirman que desde que comenzara la actividad académica no se han detectado brotes de la covid-19 en espacios docentes. Al mismo tiempo, informan de que el número de casos en los últimos quince días por cada cien mil habitantes es interior a 300, «muy por debajo de la media de la comunidad autónoma», como matizan estas mismas fuentes, aunque no precisan cuántos positivos se han registrado entre alumnos de la UVA. No obstante, sí apuntan que la incidencia de los contagios está «vinculada a las relaciones sociales fuera del ámbito académico».

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Seis alertas en tres horas

Lo cierto es que los encuentros sociales entre los jóvenes preocupan tanto a la comunidad educativa como al Ejecutivo regional. Hace unos días, la consejera de Sanidad, Verónica Casado, advirtió de que «las fiestas en pisos ahora no pueden ser». Una petición que los agentes de la Policía Municipal hacen suya cuando tocan el timbre de un domicilio tras recibir una queja vecinal para instar a los inquilinos a que dejen de hacer ruido. «No son buenas épocas para hacer fiestas, que las cosas están muy mal», espetan los policías a modo de saludo cuando acuden a una casa.

Un recorrido nocturno el pasado jueves junto a la Policía Local es suficiente para comprobar cómo emergen las llamadas por reuniones en pisos de estudiantes cuando los bares de copas cierran sus puertas. Desde la una de la madrugada y hasta aproximadamente las cuatro, la emisora del coche policial no deja de recibir alertas. La gran mayoría sobre fiestas en pisos. En total, durante toda la noche, acuden a un total de seis viviendas y sancionan a los responsables de la casa –la cuantía oscila entre 60 y 750 euros– por emisión de ruidos y molestias. También denuncian al dueño de un kebab de Librería por servir fuera del horario permitido (sobre la 01:15 horas).

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La primera llamada entra a las dos menos veinte. En la calle Moros, una vecina sostiene que la música y el griterío de un piso cercano le impide conciliar el sueño. El ruido entra por un patio interior e imposibilita a los agentes localizar de dónde procede el sonido. Media hora más tarde, la misma mujer llama de nuevo y esta vez sí logran identificar el lugar en el que están varios amigos reunidos. Reciben una cascada de avisos por este motivo en Piedad, Alamillos, Nicasio Pérez y Madre de Dios –dos en esta última vía–. En todos los casos, quienes abrían la puerta aseguraban que dentro del inmueble, alquilado, había entre seis y ocho personas y coincidían en que no tenían la música alta ni estaban dando voces. Sin una orden judicial no pueden entrar a comprobar cuánta gente hay y han de fiarse de su palabra. «Si dicen que son más de lo que la covid permite, se les denuncia por eso, pero normalmente tenemos que fiarnos».

«La gente no renuncia al ocio; si no hay bares, busca alternativas»

«Ya lo advertimos. Avisamos de que esto podía pasar, la gente quiere tener sus ratios de ocio, no renuncia a ello, y si no hay bares busca alternativas». Quien habla es Víctor Morgan, presidente de la Asociación Más que Bares, que aglutina a más de medio centenar de locales de estas características, quien lamenta que «ya se dijo, no nos escucharon y al final pasan estas cosas, que muchas veces la fiesta continúa en casa». «Desde el principio nos han puesto como cabeza de turco, nos han señalado como culpables y parece que la gente solo se puede infectar en los bares, cuando lo tenemos controlado, seguimos todos los parámetros y es un lugar mucho más seguro que si se hacen fiestas en otros espacios», argumenta el representante.

Asimismo, asegura que prevén un otoño «bastante duro», pues la clientela se resiente a entrar en el interior de los establecimientos. «Se nota que está la cosa flojita; si no hay terrazas, mucha gente ya no sale».

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