La hermana Teresa Peña habla por teléfono con una de las personas enfermas a las que visita. Ramón Gómez

Sor Teresa Peña: «Ahora no podemos visitar a enfermos, pero intentamos hablar con ellos»

Sor Teresa Peña coordina a 300 visitadores de 36 parroquias que dan aliento a personas con problemas de salud y han sustituido las visitas por el contacto telefónico

Jesús Bombín

Valladolid

Domingo, 22 de marzo 2020, 08:09

En época de bonanza guardaban parte de su tiempo para reconfortar a enfermos acudiendo a sus domicilios, y en esta de emergencia social intentan mantener la fortaleza de esa relación, solo que echando mano del teléfono. Aunque eso no basta y la situación actual tiene ... en vilo a sor Teresa Peña, hermana de la congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. «Estamos todas encerradas y estoy preocupadísima porque hay ancianos que no tienen a nadie; conocemos a un chico joven esquizofrénico al que se le murió la madre y acudía a comer a la Casa del Estudiante, ahora cerrada... ¿Y ahora dónde va?, ¿qué estará siendo de él?... hoy me he enterado y he respirado cuando me han dicho que acude una señora a hacerle la casa y la comida».

Publicidad

Habituada a lidiar con la pena ajena, Teresa Peña coordina a un grupo de 300 visitadores de enfermos. Está al frente de la pastoral de salud y moviliza al personal de 34 parroquias de la capital y dos de Puente Duero y La Cistérniga, siempre con el cometido de dar aliento a los enfermos en sus casas. «Aunque no podemos ir a verles por el confinamiento, yo he insistido a los visitadores en que no les olviden, que los llamen y den consuelo, pues algunos no tienen familia. Solemos estar pendientes de ellos de distintas maneras. Además, este año en los grupos de pastoral estamos reflexionando mucho sobre la soledad y cómo la viven quienes se sienten abandonados».

Desde la ventana de una de las habitaciones de la residencia universitaria de la calle Madre de Dios contempla las calles vacías de peatones y tráfico y, de fondo, escucha el frecuente ulular de las sirenas. «No hago más que ver pasar ambulancias, lo que está pasando es terrible».

Sin desfallecer, sigue coordinando las labores de acompañamiento de los dolientes y recuerda que su congregación la integran 27 religiosas y que en las últimas tres semanas han muerto cuatro. «Hace dos días enterramos a la última y no pudimos ni acompañarla al cementerio».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad