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Vaya por delante que el espacio es suficiente -sus medidas son legales, al menos, sobre el papel-, aunque evidentemente angosto, para salvar por milímetros los bordillos y los muros revestidos por chapas metálicas de la pronunciada curva de salida del aparcamiento subterráneo de la Plaza ... Mayor, situada al final del túnel que discurre bajo la calle San Lorenzo y que desemboca en una pronunciadísima rampa en Molinos, a las puertas del garaje del edificio de Correos. La chapa hundida a la derecha y el picón ennegrecido por las marcas de bordillazos de más de un coche dan fe de que la salida del estacionamiento se ha cobrado ya las primeras víctimas de sus estrecheces cuando está a punto de cumplir dos meses desde su reapertura el 5 de agosto (la remodelación para sacar los accesos de la plaza se prolongó durante diez meses). La empresa concesionaria solo reconoce un siniestro que, en efecto, se produjo a las pocas horas de la apertura del túnel de salida al caer marcha atrás por la rampa una conductora y empotrarse contra la chapa en la esquina derecha. Los restos de aquel primer accidente, y único, en teoría, aún son bien visibles.
Pero el bordillo de la izquierda de la curva de salida, y algunos raspones más en la margen derecha, ya en el muro de la rampa, dan fe de que las 'víctimas de la curva son más'. Las marcas negras que ennegrecen el picón de hormigón atestiguan los bordillazos recibidos durante los últimos dos meses. Y no es de extrañar. Basta con pasar unos minutos ante la rampa de salida para observar algunos frenazos y maniobras para salvar la curva por parte de los conductores. Después vienen los acelerones para subir la pronunciada rampa. Al volante, aunque es cierto que si se circula a la velocidad permitida por el túnel (20 kilómetros por hora) y se levanta un poco el pie del acelerador, la curva se salva con relativa facilidad. Los sensores laterales de aparcamiento del vehículo, eso sí, alcanzan el rojo por los dos lados para advertir de que se pasa a milímetros de los dos muros.
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«Es cierto que hubo aquel primer accidente, pero no hemos recibido más quejas o tenido conocimiento de más siniestros en esa curva, que cumple con holgura las exigencias técnicas y la normativa vigente (recogida en el Plan General de Ordenación Urbana) para rampas curvas, en el que el eje mínimo de curvatura debe ser de seis metros, y aquí es (algo) mayor», aseguró ayer el concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, antes de aclarar que las únicas quejas recibidas fueron por la ausencia de barandillas sobre la rampa de salida (se colocaron a los pocos días).
Pero los problemas, nada grave, comienzan ya dentro del estacionamiento. «No es fácil encontrar la salida», reconocen abiertamente mucho de los usuarios. Y es cierto. En su interior son pocas las señales que indican la salida hasta que prácticamente se llega a ella guiado por las flechas de los propios pasillos que indican el sentido de la circulación. Solo tres de ellas, y dos están situadas delante mismo de la salida, son señales luminosas con flechas que indican la salida. Otra está en una esquina del pasillo del medio y una cuarta, de muy reducido tamaño y sin iluminar, manda a los conductores hacia la derecha justo antes de la antigua salida (hoy tapiada y casi ilocalizable). Así que no es de extrañar que se produzcan algunas maniobras de conductores que se pasan la salida u otros que, al circular en sentido contrario, se topan con ella. El Ayuntamiento anticipó que estudiará «la señalización si llegan quejas formales de los usuarios». algunos ya se las han trasladado a los operarios del propio estacionamiento. La empresa concesionaria declinó ayer hablar con este periódico.
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