Ya empieza a oler a hoguera en la campa. Señal inequívoca de que no queda nada para Pingüinos. Pero si el olfato ya da pistas, hay una cosa que sucede cada año en el recinto y que es la guinda del pastel. Eso que hace ... decir, «vale, ahora sí que quedan unas horas para que esto arranque». Sobre una gran moto roja de tres ruedas, la 'Dimaquineta', llega temprano José Miguel Dilla. Su camino ha comenzado poco después de las cinco de la mañana en Arganda del Rey, donde vive, si bien es natural de Álava. A eso de las ocho de la mañana ha llegado a la campa, y no le ha hecho falta buscarse un sitio. Sobre un árbol cuelga un cartel que reza: «Aquí duerme 'El Abuelo' de Pingüinos». Aquellos que lo leen saben que ese apodo se refiere a José Miguel Dilla, un más que habitual de la concentración motera, quien es además el primero en dormir en el recinto. Y quienes aún no saben lo saben pues bueno, salen de la campa conociéndole.
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«Es una institución. Los que están alrededor suyo saben que no les va a faltar de nada. Una solidaridad que va en dos direcciones, recibes, pero tú también traes cosas para el resto y quien lo necesite», expresan dos vallisoletanos que ayudan a Dilla, 'El Abuelo', en la labor de montar la tienda de campaña. «Sois familia, yo también estoy muy contento de veros otro año más, de tener la salud para poder venir y de estar en Valladolid, donde su gente siempre me recibe tan bien», dice él. Hace pocos días, en la víspera de Reyes, su gran moto, que ahora aparca a la puerta de su tienda de campaña, fue una de las protagonistas de la cabalgata de Arganda. Todavía permanece decorada con motivos navideños que contrastan con el espíritu motero que guarda la 'Dimaquineta'. Hay alguna luz, unos lazos o un regalo que acoge entre sus brazos un esqueleto.
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Pero estar cerca de 'El Abuelo' lleva de la mano una serie de reglas. «Cuatro normas imprescindibles». Todas ellas tienen el nexo común de compartir: la amistad, las experiencias, el espacio y la comida. «Del resto ya se encarga el tiempo». Después de tantos años, Dilla encara Pingüinos con la misma ilusión de siempre, como si fuera su primera edición, que fue en «pues vete tú a saber». «Es un privilegio, estar aquí y las amistades que haces. Hay personas que conoces en Pingüinos que se convierten en tu familia. Para mí, estar aquí es como estar en casa», zanja 'El Abuelo'.
«Sí claro, nosotros sabemos quién es», exclama Aitor Lobo, del club Project Riders, unos de los vecinos de Dilla para los próximos días. Serán unos cuantos, más de veinte seguro. «Entre 23 y 26, aún no lo sabemos exactamente». Han llegado también este martes, desde Valladolid, y muestran orgullosos las sudaderas de su club. Pero es que tienen motivos para hacerlo. «Nació hace seis meses y es nuestra primera edición desde que lo creamos». Él y otros cuatro miembros han llegado poco antes de las diez de la mañana para montar todo. Unas tiendas de campaña y unas carpas. «Justo acabamos de terminar», dice Álvaro Lorenzo, otro de estos pingüinos, que a pesar de ser su primer año en este club ya cuenta con varias ediciones a las espaldas. «Desde que se hacía en Puente Duero».
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Por encima de todo, ellos destacan una cosa de Pingüinos. «Estar con la gente, con los amigos, con personas nuevas que conoces cada año y otros que has visto en las ediciones pasadas. Eso es lo mejor». Apenas quedan unas horas para que empiece una nueva edición de la concentración, que se inicia este jueves, pero desde Turismoto ya cuentan con las primeras previsiones. «Contamos por ahora con diez mil participantes, aunque en este momento es complicado concretar una cifra totalmente exacta», apunta José Manuel Navas, del Club Turismoto, organizador de Pingüinos.
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El portavoz apunta a dos claves para este año, con nuevas actividades que forman parte del cartel. «Se consolida ampliación del ámbito de Pingüinos a tres pueblos y el refuerzo de las acciones sociales en colaboración con Aspaym y las visitas a los colegios de la capital. Queremos fortalecer el programa y ofrecer el mejor posible». Otros de los motoristas que disfrutarán de la experiencia este año son Álvaro Pérez (del grupo motero Acropolis Air Lines, de Pampliega, en Burgos) y José Pedro 'Portu'. Su mote delata su procedencia. De Portugal y, más en concreto, de la ciudad de Abrantes. Por el momento es el pingüino que más lejos ha volado desde su hogar, pero es seguro que otro le superarán conforme pasen los días. El año pasado el récord fue de un trayecto de más de ocho mil kilómetros. «Hacía un par de años que no veníamos, pero este año hemos vuelto. Estamos con ganas», apuntan.
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No estarán solos, ellos son solo la avanzadilla de otros veinte que esperan llegar antes del jueves. «Hemos venido para coger sitio y nos hemos puesto un poco alejados del follón. Esperamos que vengan cinco más desde Burgos del club más otros cuantos amigos». Ellos un ejemplo de eso que comentaba también 'El Abuelo', de esa familia que se forma en Pingüinos. «Pues es que nosotros de hecho nos conocimos hace unos años aquí y desde entonces», relatan. Su historia, y la del resto, es la que caracteriza el nido de la campa, donde la pasión por las dos ruedas escala hasta que los desconocidos se hacen familia.
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