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Ayer amanecía distinto en la campa de la antigua Hípica Militar. El frío seco, pronosticado para toda esta semana, apagaba las ascuas que aún luchaban por sobrevivir en unas hogueras que no se apagarán del todo hasta el lunes. El silencio habitual del ... pinar de Antequera lo rompían los primeros rugidos de motor que anunciaban el retorno de una de las citas icónicas de Valladolid a nivel internacional.
Los tubos de escape como despertador y el calor humano -no demasiado cerca este año- para combatir las bajas temperaturas volverán a ser rutina este fin de semana para los amantes de las dos ruedas. La 40 edición de Pingüinos retornaba ayer de manera oficial a su nido tras el paréntesis que la pandemia obligó a realizar en 2021.
«Con más ganas que nunca» se mostraba el director de la cita, José Manuel Navas, tras un año intentando echar a rodar de nuevo. Las cuatro décadas de historia serán un argumento especial para que las decenas de miles de personas esperadas estos cuatro días disfruten de los conciertos, rutas, gastronomía y sobre todo compañía de amantes de las motocicletas que se reencontrarán para volver a compartir su pasión.
365 días después, el mismo «invitado no deseado» sigue presente y provoca cancelaciones y dudas entre algunos moteros que tenían previsto acudir a la concentración. «Esperamos que la novedad de este año sea la normalidad», aseguraba Navas sobre el contexto pandémico que envuelve esta edición. Pese a ello, el director de Pingüinos revelaba que desde la apertura de inscripciones por Internet en octubre «se ha producido un tsunami de solicitudes que se sigue manteniendo continuamente».
El primer día de concentración, las cifras arrojaban entre 18.000 y 20.000 inscripciones, la mayoría realizadas vía telemática, «con un ambiente por encima de lo normal para ser un jueves». Ante el ímpetu por recuperar una convocatoria perdida por el coronavirus, desde la organización afirman que les consta el «ejercicio de responsabilidad» que el colectivo motorista, «muy cumplidor de las normas sanitarias», realizará durante estas jornadas.
«Hay mucha gente que ha dejado de venir por estar dudosos de haberse contagiado y no quieren para bajo ningún concepto infectar a nadie, hecho muy importante para intentar recuperar la normalidad», confirma Navas.
Con todo preparado, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, junto con varios concejales daban el pistoletazo de salida a una cita en «un año complicado» en el que «si no se llega a los 40.000 asistentes previstos, se hará en 2023» . Para garantizar la salud de los participantes, la Cruz Roja establecerá este fin de semana un dispositivo de cuarenta voluntarios, cuatro vehículos y el equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias para velar por los visitantes tanto en las salidas fuera de la campa como en el nido pingüinero.
Paulo D'Angelo y Daniel López
Paulo D'Angelo y Daniel López colgaban ayer tres banderas en su pequeño espacio de la campa de Pingüinos. La chilena por el primero, originario de ese país, aunque residente en Pontevedra. La segunda, la andaluza, se debe a la procedencia de Daniel, sevillano de cuna y vallisoletano de adopción. La tercera insignia tiene un significado más especial. Aunque no está con ellos, su amigo Pedro, fallecido en un accidente de moto en pandemia, es el motivo por el que la albiceleste hondea en el Pinar de Antequera.
«Le conocimos aquí, en Pingüinos, y le llamábamos Capi porque era capitán de barco en Valencia. Cuando murió, debido a la situación sanitaria, no pudimos ir a despedirnos de él y su familia le hizo un homenaje en el que esparcieron sus cenizas en el mar», recordaba Paulo. Capi dejó un barco a medio construir, su proyecto vital, y unos amigos sin despedir debido a la suspensión de la anterior edición de la concentración motera. Ahora, con su vuelta, quisieron darle el homenaje que no pudieron hace año y medio. «Nos juntaremos unos veinte amigos venidos de todas partes de España y que nos conocimos en Pingüinos y le recordaremos como se merece», afirma contundente el chileno.
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Además, también aprovecharán la ocasión para disfrutar, aunque mantendrán la distancia para evitar posibles contagios por la covid. «Nosotros nos quedaremos casi todos aquí en la campa, aunque todos los años solíamos ir al festival, este intentaremos ir lo mínimo posible, quedarnos aquí y poco más», comentaba Paulo. Sobre la llegada de sus compañeros, Daniel explica que se trata de «un grupo que se originó en Pingüinos», y que apenas coincide dos veces al año. «Solemos vernos una vez aquí, en Pingüinos, y otra en verano en Faro Portugal en el Algarve, allí iremos en julio», señala sobre las citas a las que acudirán.
A pesar de tener casa en Valladolid, Daniel prefirió viajar «desde Sevilla, como se merece la ocasión» para reencontrarse con sus amigos moteros. «Pese a que nos vemos dos veces al año, hay muy buen rollo con todo el mundo. Durante todo este tiempo seguimos hablando por el WhatsApp y cualquier cosa que nos pasa nos enteramos», expone sobre la amistad une al grupo.
Raúl García
Raúl García, pingüino llegado desde Madrid, lucía orgulloso su compañera de viaje ante todo aquel que le preguntaba por ella en la zona de acampada. «Es una Kawasaki Vulcan 900 de importación inglesa, tiene el velocímetro en millas en lugar de en kilómetros», explica.
Aunque ubicó su tienda algo alejada de las que la rodean, el motero afirma que la buena compañía y disfrutar del ambiente con sus amigos es el mejor motivo para venir a Valladolid. «A lo mejor voy al concierto de Obús, sin meterme mucho en el centro, al haber mucha gente prefiero estar aquí al lado de la hoguera y rodeado de amigos», avanza sobre sus planes para este fin de semana.
Algunas de estas amistades han traspasado su afición por las dos ruedas. Aficionado a la fotografía, viajó hasta Burgos para captar instantáneas de la Vía Láctea con algún amigo motero que conoció en Pingüinos. Pese a la incertidumbre por la covid, Raúl se muestra tranquilo. «Pienso que lo va a coger todo el mundo como si fuese una gripe, creo que lo mejor es intentar hacer vida normal».
Roberto Ángel Blanco y Javier Pérez
De madrugada y «con muchas ganas de volver». Así llegaban ayer Roberto Ángel Blanco y Javier Pérez desde Oviedo. «Procuramos venir siempre un día antes, así que llegamos ayer sobre las cuatro de la noche», afirman con vitalidad. La ilusión es la gasolina que moverá a estos dos ovetenses hasta el final de la concentración tras un año de parón que se les hizo largo.
«Teníamos muchas ganas de venir y ya casi de que acabe para esperar otra vez a la del año que viene. Nos parece muy interesante que se alargue y, si fuera por mí, en vez de cuatro días pondría que durase una semana entera», deseaban ambos moteros asturianos.
Tras enjuagarse con la bota para coger energías, Roberto y Javier coincidían en que pese a la oferta de rutas y conciertos, a los que también acudirán, el motivo de su retorno a Valladolid es el ambiente de Pingüinos. «Aunque nos falten compañeros por la pandemia y por temas laborales, queremos reunirnos con la gente y disfrutar del ambiente», aseguran.
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