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La vuelta de Pingüinos en 2022 ha cerrado círculos abiertos años atrás. Amigos que se reencuentran, compañeros que vuelven a verse, y amantes que sellan su amor en la campa de la antigua Hípica Militar. Rodeadas de la gente que las quiere, Jessica Montero ... y Patricia Sánchez se han dado el 'sí quiero' este viernes antes familiares y moteros que celebran una unión en la que Capi, fallecido en un accidente de tráfico durante la pandemia, hizo de particular 'celestino'.
La historia de este amor se remonta a la cita pingüinera de 2018. Patricia, amante de las motos llegada desde Granada con sus amigos, intentaba encender una hoguera para combatir el intenso frío pucelano, condición poco usual por tierras andaluzas. En esas, Jessica se acercó para ayudarle a encender un fuego que calentase a su compañera. Y surgió la chispa del amor. Prendadas la una de la otra, al año siguiente «pasó lo que tenía que pasar», explica Jessica. Su romance aceleró incluso más que sus motos, y tras dejar el Principado para irse a vivir a Granada, Jessica le propuso matrimonio a Patricia en 2020, última edición de Pingüinos realizada antes de la pandemia.
Ese mismo verano, con la covid extendiéndose por todo el mundo, su amigo argentino pingüinero Pedro, al que llamaban Capi por ser capitán de barco en Valencia, falleció en un accidente de moto. Sin poder viajar debido a las restricciones por la pandemia, ellas tuvieron claro cuál sería su homenaje. «La familia me cedió su moto y se nos ocurrió que podíamos casarnos con ella, para que él estuviera presente y poder recordarle», expresa emocionada Patricia antes de la ceremonia. Fue en ese momento cuando decidieron que debía ser en Pingüinos, el lugar donde se fraguó su amor alimentado por Capi, donde debían realizar la ceremonia.
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De la logística se encargaron sus amigos, entre ellos el chileno afincado en Pontevedra, Paulo D'Angelo, y el sevillano Daniel López. Éste último, al poseer una vivienda en Valladolid, fue el encargado de buscar un notario para oficiar la ceremonia y certificar el enlace sobre el asiento de la Suzuki customizada del argentino, presente en cada uno de los rincones y palabras de los convidados a la boda.
Con los nervios a flor de piel -que se acrecentaron por la tardanza del notario- y con ropa motera, así imaginaban su enlace tanto Jessica como Patricia. Y así fue. Con dos improvisados velos y una lluvia de arroz, ambas se dieron el sí quiero y sellaron su promesa de amor con un beso bajo la fotografía de Capi, «siempre presente entre nosotros», cuya moto sirvió de altar para firmar un vínculo eterno en la vida de estas dos pingüineras.
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