Héctor Sierra, con dos ejemplares con lo que trabajó en el Centro de Protección Animal durante los cuatro años que ha ejercido como educador canino en las instalaciones. Rodrigo Jiménez
Valladolid

La perrera municipal busca un educador canino para rehabilitar ejemplares

La figura de un experto para reconducir la conducta de animales con problemas y facilitar su adopción se implantó en 2020 con más de doscientos tratados en cuatro años

J. Asua

Valladolid

Lunes, 13 de enero 2025, 06:54

Tiene que tener mano experta. Firmeza y empatía canina. El objetivo es que los inquilinos más conflictivos o inestables que se alojan a su pesar en el Centro de Protección Animal del Ayuntamiento de Valladolid logren una segunda oportunidad. Que puedan mudarse de las frías ... jaulas municipales a un hogar con un dueño en condiciones. El Ayuntamiento de Valladolid ha sacado a licitación la contratación de un educador especializado para rehabilitar a los perros que por sus circunstancias vitales, generalmente porque sus propietarios no supieron o no quisieron atenderles como merecen, llegaron con una conducta que hace complicada su reinserción.

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Esta figura se implantó por primera vez en el año 2020, con el PSOE y Toma la Palabra en el Gobierno local, y durante cuatro años ha dado resultados «muy positivos». Lo subraya el experto Héctor Sierra, quien ha sido el encargado en este tiempo de realizar esta labor. Él ya no concurrirá al puesto por otros compromisos profesionales, pero destaca la importancia de contar con un especialista. «En este tiempo he trabajado con alrededor de doscientos perros y más del 90% han sido adoptados sin volver a generar problemas, no han sido devueltos y eso es un éxito», explica.

Entre ellos, con ejemplares incluidos en el catálogo de razas potencialmente peligrosas –PitBull, American Staffordshire, Rottweiler...– y otros que, sin estar recogidos en esa clasificación, son de difícil manejo.

Apunta a tres: el belga malinois, el border collie y el pastor alemán de trabajo o de línea checa, todos con un nivel de energía muy alto, que requiere de una estimulación continua y experta. «No son perros de compañía, son de trabajo, coger un perro porque está de moda puede ser un error que te cueste muchos disgustos», explica.

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Subraya que al Centro Municipal de Protección Animal de Valladolid cada vez llegan más. «El número de abandonos en estas razas es superior a la media de cualquier otra salvo quizás los galgos y los potencialmente peligrosos», expone.

«Igual que no pilotarías un coche de Fórmula 1 al día siguiente de sacarte el carné de conducir, la experiencia previa de haber tenido perro no va a ser suficiente, además es especialmente difícil rehabilitarlos y conseguirles otra oportunidad, precisamente por todas sus características», advierte.

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El pliego publicado por la Concejalía de Salud Pública y Seguridad establece un contrato de hasta dos años, con un presupuesto base de licitación de 25.600 euros y con tres horas de trabajo de lunes a viernes en las instalaciones de la perrera, ubicada en la calle Padre Bernando Hoyos, junto al depósito municipal de coches, en el Camino Viejo de Simancas.

Evitar la saturación

El interesado debe contar, como mínimo, con el título o el certificado de Adiestramiento de base y educación canina, incluido en el Catálogo Nacional de cualificaciones profesionales de acuerdo a la Ley 7/2023 de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales, una vez se desarrolle reglamentariamente y se habilite.

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La finalidad, se explica en el documento, es trabajar en la educación y corrección de la agresividad de los ejemplares y de otras conductas inadecuadas, de manera que se facilite su cesión. «La adopción de este tipo de animales, además de contribuir a la mejora de su bienestar afectivo, permite la reducción de los gastos de alojamiento, mantenimiento y cuidado sanitario que requieren y evita la saturación de la perrera», destacan.

Quien opte a este puesto debe trabajar en varias líneas de rehabilitación. Entre ellas, en la conductas agresivas, especialmente importante en perros de gran envergadura. Evaluar las circunstancias por las que se produce y minimizar los riesgos tanto para personas como para otros animales. También tiene que tratar miedos y fobias, conductas de ansiedad por separación, que se traducen en ladridos, excavación, masticación o destrucción de enseres o en los comportamientos compulsivos o estereotipias, como chupar, perseguirse el rabo, seguir sombras...

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Técnicas como la de los refuerzos positivos, el adiestramiento con 'clicker', basado en el uso de un dispositivo para avisar a un perro de que ha realizado un comportamiento deseado, o del método espejo en la que los ejemplares aprenden de otros animales ya adiestrados por observación son las que tendrá que dominar el futuro educador, al que se le exigirán también conocimientos en primeros auxilios caninos y cuidados higiénicos.

De difícil adopción

El que durante cuatro años se ha encargado de realizar este trabajo considera que la figura es fundamental para dar una segunda oportunidad a animales que cayeron en manos poco adecuadas. Esos que buscaban en un potente Pit-Bull una especie de arma de intimidación. «Es una raza de compleja adopción», matiza Sierra, ya que el propietario tiene que tener certificado médico y psicológico para la tenencia, contratar un seguro de 120.000 euros y no tener antecedentes, lo que retrae a muchos.

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También están esos incautos que pensaban que un belga malinois venía aprendido del destete e iba a acatar todas las órdenes por ciencia infusa sin un trabajo continuo y una dedicación plena. Héctor también ha trabajado con galgos desahuciados por cazadores sin escrúpulos y les ha devuelto la confianza para que puedan hacer una nueva vida urbana tras una trayectoria de trabajo primero y de abandono luego, cuando el perro 'no valía'.

Según establecen las condiciones del contrato, las labores de reeducación hay que llevarlas a cabo «sin usar técnicas aversivas de castigo físico, intimidación o imposición, ya que, aunque puedan parecer efectivas a corto plazo para el control de ciertas conductas indeseadas, provoca un estado emocional de ansiedad, bloqueo, estrés y miedo en las mascotas». El cariño y la dedicación son pues básicas para desarrollar este trabajo, según destaca el experto.

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