Óscar Puente y Pedro Sánchez: una amistad forjada en los altibajos de la política

Aquella presentación fue en marzo de 2014. Allí estaba Óscar Puente, en primera fila. Y Pedro Herrero, su mano derecha, un asiento más atrás. Todo muy simbólico a la vista de lo ocurrido el pasado martes, cuando Sánchez concedió a Puente el turno de réplica a Feijóo en el Congreso, con Herrero presente en la tribuna de invitados. En el Paraninfo de la UVA apenas se contaban entonces 60 personas. Ni media entrada. A los cuatro meses, Pedro Sánchez lograba el 48,6% de los votos de los militantes socialistas y se convertía en el nuevo secretario general del partido y próximo candidato a la Presidencia del Gobierno. En Castilla y León, el más votado fue su rival, Eduardo Madina.

«Cuando empieza a asomar un poco la cabeza me dio la sensación de que era un tipo que tenía bastantes cualidades que se necesitan en alguien que pueda encabezar un proyecto. Cuando se pierden las europeas de mayo de 2014, al día siguiente le llamo por la mañana y le digo 'es tu momento, te toca'», recuerda Puente. El impulso de Sánchez duró apenas dos años. Comenzaron los roces con Susana Díaz y otros barones y nombres relevantes del partido, que desembocaron en el 1 de octubre de 2016. Ese día, en un Comité Federal surrealista y larguísimo, Sánchez dimite como secretario general tras perder una votación por 132 a 107.

Semanas después, Pedro Sánchez anuncia que cogerá el coche para recorrer España y hablar con la militancia. Por segunda vez. Porque hubo una anterior, la previa a las primarias contra Eduardo Madina, en la que el Peugeot 407 que conduce («con red bull y siestas en las gasolineras», cuenta en El Mundo) se convierte en un símbolo. Alfredo Pérez Rubalcaba había convocado la Conferencia Política y asignó a Sánchez la elaboración de una ponencia económica. «Cogí mi coche y empecé a viajar por las sedes socialistas. Era la primera vez que lo hacía y poco intuía entonces que lo haría otras cuantas más en pocos años», cuenta el líder socialista en su 'Manual de resistencia'. «La etapa famosa de la carretera me limito a ser un apoyo en Valladolid, yo no era cargo público, solo era concejal, pero tenía mi parroquia y ayudo desde el puesto que podía ayudar, con mi influencia en la agrupación», recuerda Puente, que accedió a la Alcaldía en junio de 2015.

A pesar de lo anunciado por Pedro Sánchez de que volvería a coger el coche para recorrer España, no lo hace inmediatamente.

Incluso en los meses que discurren hasta que toma la decisión, hay nombres importantes en el PSOE que llegan a pedir a Óscar Puente que sea él quien dé el paso de presentarse a las primarias contra Susana Díaz. Acaba de llegar a la Alcaldía, su sueño político, y no se lo plantea. En lugar de eso, insta a Pedro Sánchez a tomar las riendas. «Óscar Puente, alcalde de Valladolid, me interpeló: -Te apoyo por una razón muy sencilla, Pero, porque quiero seguir siendo alcalde y con esta deriva que lleva el partido pierdo las elecciones. Da igual lo que yo haga como alcalde: si el partido sigue así, perdemos todo», cuenta Sánchez en su autobiografía.

«Donde juego un papel bastante importante, decisivo diría yo, es en las primarias, cuando es defenestrado. Ahí adquiero un rol claramente protagonista, me erijo en portavoz de la candidatura y hago todos los debates, voy a todos los medios y soy el que pone la voz», reconoce Puente. El mitin de Sánchez en febrero de 2017 en la Cúpula del Milenio de Valladolid es un éxito. Lleno total y Puente como maestro de ceremonias. Sánchez, ante 1.700 militantes, repite la palabra «izquierda» catorce veces en su discurso. Semanas después, Susana Díaz concita a doscientas personas en un hotel. Pronuncia «izquierda» tres veces, acompañada de un adjetivo, «útil». En Castilla y León, Sánchez logra el 53% de los votos y Díaz, el 36%, con Patxi López empujado al margen. En Valladolid, Sánchez se eleva al 69,6%.

Llega entonces uno de esos momentos que los rivales aprovechan para hurgar en la herida. Sánchez propone a Puente ser portavoz de la Ejecutiva Federal. Un cargo que le dura un suspiro. «Él me pide que sea el portavoz de la Ejecutiva. Cosa que yo no quería. Del mismo modo que ahora no me postulo como portavoz del grupo parlamentario. No es mi cometido. Ejercí un papel en un momento determinado y punto, pero quería seguir mi trayectoria como alcalde y no tenía en mente nada. Me insistió y me insistió y al final, hablando con otra gente, me decían 'ahora no podemos dejarlo solo después de la etapa de la que venimos', acepté una cosa de la que no estaba convencido. Y la experiencia me dice que cuando no estás muy convencido de algo, mejor que no lo hagas. Porque no lo haces bien. Estuve incómodo en el puesto de portavoz desde el primer minuto. La gente me dice 'te defenestró'. Mentira. Estuve los cuatro años como portavoz. Otra cosa es que ejerciera. Nadie me cesó. Nadie me defenestró. Es más, me ofreció continuar en el puesto que quisiera en la Ejecutiva», explica Puente.

Otro momento que Feijóo le sacó a colación en el debate de investidura fue cuando Puente declaró que «la dinámica nacional» le había costado la Alcaldía en el pasado mes de mayo. «No quería decir que la culpa fuera de Pedro Sánchez. Digo que la situación nacional, de la que ellos son incluso en mayor parte responsables por el envilecimiento al que han llevado a la gente con lo de Txapote y demás, ha jugado en contra. No le echo la culpa a Pedro Sánchez. De hecho, cuando me llama le digo que perdemos y ganamos juntos, que esto es un equipo. Igual que llegué a la Alcaldía en 2015 gracias al empuje que él tuvo en su momento. Hay ciudades y municipios, a la vista está todo el poder territorial que hemos perdido, en los que el debate local no ha existido. La gente estaba con el que te vote Txapote y…».

La noche electoral fue un trago durísimo para los socialistas. Y Pedro Sánchez no se olvidó de su amigo. «Él estaba muy tocado. El día de las elecciones me llamó tres veces después del resultado, estaba muy tocado».

Su relación, asegura, no ha cambiado a pesar de estos vaivenes y del desgaste habitual en política. «Cuando estaba en la Ejecutiva le veía los lunes, que iba a la Ejecutiva, pero tampoco hablaba mucho más con él de lo que hablo ahora. O hace un mes. Siempre he mantenido la relación con él. Hablamos mucho por whatsapp, creo que para él sobre todo es mucho más cómodo. A mí no me gusta molestar, sé lo que es estar muy ocupado y no quiero molestarle. Nos enviamos mensajes y cuando eso ya no es suficiente, llamamos».

La jugada estratégica del debate de investidura le ha situado en el primer nivel de tertulia política. Si Pedro Sánchez forma Gobierno, podría repetirse aquella primera vez que le ofreció ser ministro y a la que Puente respondió que no porque quería ser alcalde. Ahora es diputado y concejal. «Cuando pierdo las municipales y me acabo yendo al Congreso, aterrizo allí y me siento mal. Porque no me apetecía. Quería seguir siendo alcalde, no tenía en mente el Congreso. Luego empiezas a ver, a encontrarte más a gusto, ves que te respeta mucho la gente del partido, del grupo, te das cuenta del predicamento que tienes. Hay una especie de reconocimiento. Y dices 'igual aquí acabo encajando'. Y mira por dónde a la primera de cambio se presenta una oportunidad de encajar de manera más acelerada». Y quién sabe si en un puesto más cercano a su jefe de filas y amigo Pedro Sánchez.