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Combina un traje con corbata con la pulsera del último festival de música indie Intro Music. No le importa el qué dirán. Tiene claro que en política no hará amigos. Pero quizás sí enemigos. Así que lleva unas semanas de apagón social en su cuenta ... de Twitter; no le compensa los «malos ratos» que pasaba por haber sido valiente en 140 caracteres. Está en una fase de cautela. También en esta entrevista, donde piensa las respuestas más de lo que acostumbra. «Son rachas», dice.
– Termina el año como empezó; siendo alcalde. Se ve que la ciudad le dio la razón con la inviabilidad del soterramiento.
–Quizás sería un poco oportunista por mi parte decir que las elecciones han supuesto un refrendo de una cuestión tan concreta como es el soterramiento. Pero al menos se ha demostrado que no era un tema tan capital como algunos creían. No creo que los ciudadanos prefieran la integración al soterramiento. Pero sí creo que han entendido que las posibilidades son unas y los deseos son otros, como en la vida de cualquier familia.
–El PP también lo aparcó tras el resultado electoral ¿Se siente más cómodo con el PP de Pilar del Olmo y José Antonio de Santiago-Juárez?
–En cuanto al tono, a la convivencia, a la interlocución, es decir, tener a alguien a quien llamar y contarle, como puedo hacer ahora, cosas que antes no podía, que haya una reciprocidad y una relación institucional responsable, me siento más cómodo. ¿Quiere decir eso que tengo menos preocupación a la capacidad del Partido Popular de ser alternativa de Valladolid? No, creo que es un Partido Popular con el que es más fácil entenderse y es más cómodo llevarse pero no creo que esté en peores condiciones de ser alternativa en Valladolid y, por tanto, no hay que bajar la guardia. Que haya una oposición más dialogante no quiere decir ni mucho menos que lo vayamos a tener más sencillo en unas hipotéticas elecciones.
–Parece de hecho que De Santiago–Juárez le ha querido poner en varios aprietos con la capitalidad de Valladolid o la reprobación al alcalde socialista de León.
–Habría que evaluar para quién ha sido más el aprieto. Creo que tampoco a él le ha venido nada bien, ni a su grupo, ni el tema de la capitalidad ni el tema de la reprobación al alcalde de León. En el primero de los casos resulta difícil para cualquiera entender que habiendo gobernado tantos años la Comunidad no haya tomado esta iniciativa y en cuanto ha estado en un ayuntamiento la haya trasladado. En el caso de la reprobación del alcalde de León fueron más fuegos de artificio, es decir, no es una posición que el vallisoletano compre fácilmente. Nosotros no somos de reprobar.
–¿Se sintió incómodo con las declaraciones del alcalde de León, de su mismo partido, pidiendo la autonomía para esa provincia?
–Tengo que hacer esfuerzos por no entrar en ese debate y me cuesta mucho no hacerlo porque al final, yo que soy un hombre de izquierdas, me cuesta mucho entender los localismos. Soy profundamente internacionalista, soy un defensor de la igualdad del ser humano viva donde viva, esté donde esté, venga de donde venga, y cuando veo a líderes que lo que tratan de hacer es un corralito, un círculo en su entorno y encerrarse en él y culpar a los demás, a los de fuera de ese círculo de sus propios problemas, pues no me puedo identificar mucho con ese tipo de discursos. Y menos aún cuando en lo que se apoyan es en lo identitario. No creo que haya tantas diferencias entre la identidad de un leonés, la de un vallisoletano o la de un burgalés. Si realmente las hay ¿De qué nos extrañamos en relación con lo que está pasando en Cataluña? Si aquí defendemos identidades distintas en una Comunidad Autónoma en la que estamos a una hora de distancia de unos a otros, hablamos la misma lengua, tenemos una cultura compartida común y muchos años de historia juntos, pues hombre no nos extrañemos de que pasen esas cosas en otros sitios donde hay hechos diferenciales que realmente sí son importantes.
–Con el PP fue también de la mano al inicio del mandato para subir los sueldos de los concejales. ¿Tan urgente era?
–Esto hay que matizarlo. Realmente los salarios que se han subido son los de los concejales que no tienen liberación, y no se ha incrementado, lo que se ha hecho es no prorrogar un acuerdo de rebaja de los salarios. Llevamos desde el año 2010 con los salarios congelados y ahora no se renueva esa disposición, pero los salarios son los que eran en el año 2008. Es más, en mi caso concreto es inferior como consecuencia de una disposición legal que pone una limitación que antes no existía.
–¿Qué va a ser lo prioritario en su segundo mandato?
–Me preocupa muchísimo que seamos capaces de hacer que se visualice la integración ferroviaria. Porque es verdad que la ciudad en parte ha hecho una apuesta, no digo que toda la apuesta haya sido renunciar al soterramiento, pero sí ha asumido la apuesta. Y la ciudad merece ver resultados. En ese sentido la iniciativa de nombrar un gerente de la sociedad Valladolid Alta Velocidad y tratar de dar un impulso a esta operación tiene que ver con que es una prioridad absoluta que en la ciudad se ve que puede convivir con el tren de otra manera. Luego hay cosas que se están desbloqueando como la Ciudad de la Justicia, que está ahí ya en el punto que queríamos con un acuerdo con los propietarios, y proyectos que tienen que ver con lo económico, con el desarrollo del parque agroalimentario o parque logístico, lo que consigamos al final que acabe siendo y es una de las cuestiones económicas importantes para el futuro de la ciudad. Y luego seguir con nuestra política del día a día.
–¿Habrá que esperar casi a vísperas electorales para poder ver resultados en la integración?
–Sí, de hecho yo creo que este tema le estoy dando vueltas todos los días. Habrá una segunda mitad de mandato de muchísimas obras y ojalá que lleguemos a tiempo. Tampoco llegamos a tiempo con el parking de la Plaza Mayor pero la gente vio que se hacía. Es decir, que no lleguemos con toda la obra que tenemos prevista hecha a las elecciones no es lo fundamental. Ojalá seamos capaces, pero como mínimo que los ciudadanos vean que el cambio está en marcha y la repercusión que va a tener. En ese sentido habrá una acumulación de obra muy importante a partir del año 2021, en el que tendremos probablemente cuatro pasos en construcción; el de Panaderos y Labradores y otros tres pasos que simultáneamente a lo largo de la vía se van a construir y por tanto va a ser una segunda mitad de mandato que también generará ciertas incomodidades en la ciudadanía y para la que yo voy a solicitar el máximo de la paciencia y de la colaboración ciudadana posible.
– No ha mencionado el proyecto de las Catalinas entre los prioritarios.
–No lo he mencionado porque sinceramente no es una de las grandes prioridades. Lo fundamental era que ese suelo y ese patrimonio pasara a manos públicas garantizando por tanto su conservación y su futuro y a partir de ahí no hay prisa. Queremos sobre todo que haya un buen proyecto y queremos madurarlo. No hay que precipitarse porque es una intervención para la que no va a haber segundas oportunidades, no quedan suelos como ese en Valladolid.
–¿Hay alguna propuesta?
–Hay alguna iniciativa de carácter privado que tenemos que conciliar con los intereses públicos, que se está madurando y se está trabajando, y vamos a estudiar con cariño e interés.
– Mencionaba a Antonio Gato y su nombramiento en Alta Velocidad. ¿Se arrepiente de no haberle metido más abajo en su candidatura?
–No porque yo le había propuesto ir en un puesto de salida. En todo caso quien se puede haber arrepentido es él por no haber aceptado. Pero los dos hemos pasado página de este episodio y ahora Antonio tiene una tarea por delante muy ilusionante.
–¿Está la ciudad más limpia ahora con el concejal Antonio Otero que antes con María Sánchez?
–Yo no lo cifraría en la presencia de un concejal u otro al frente de la Concejalía. Sí creo que por ejemplo este año la campaña de la hoja ha mejorado, pero no es porque haya llegado un concejal que acaba de aterrizar, es porque ya se estaban comprando máquinas. Todo es fruto de un proceso. Y yo creo que todo este mandato va a servir para mejorar todavía más la calidad de este servicio. Las cosas se han ido haciendo y poco a poco van dando sus frutos.
–¿Está satisfecho con la organización de las áreas tras recortar competencias a Toma la Palabra?
–Plenamente satisfecho nunca se está, pero sí creo que ha mejorado la organización del Ayuntamiento. Hay más agilidad, hay más atención a los detalles, que es lo que se buscaba, y que los concejales, dentro de que siguen con una carga de trabajo muy alta, están trabajando en unos términos más razonables. Y eso se va a notar, pues ya en la propia ejecución presupuestaria de este año va a ser mucho más alta o en inversiones.
–¿Tiene que ver con la retirada de competencias a Toma la Palabra?
–Sí claro, no es lo mismo que Alberto Bustos se dedique fundamentalmente al deporte y a la participación ciudadana a que además tenga que hacer frente a la remodelación de toda la administración electrónica, es evidente. No es lo mismo que Manolo (Saravia) se encargue de la planificación de los grandes temas urbanísticos y que al mismo tiempo tenga las obras. Al final la remodelación no era tanto el quitar poder a un integrante de la coalición, sino sobre todo ser eficientes en la gestión.
–¿Se ha enfriado en este mandato la relación con Toma la Palabra tras los difíciles inicios?
–No, nos iremos a nuestra comida de Navidad como todos los años. La relación a nivel personal es muy buena y cada vez son más años acumulados de relación y hay más carga emocional y yo creo que sí que ha habido un primer momento como consecuencia de las negociaciones en que las cosas se tensionaron un poco, pero sí que se han recolocado.
–Se le ve más cauto a la hora de pronunciarse, incluso en Twitter.
–Son rachas. Quizás porque he llegado a la convicción de que no me merece la pena llevarme malos ratos fijando posición y siendo muy valiente. Llega un momento en el que uno dice bueno, yo tengo mi gobierno, estoy gobernando mi ciudad, nos va bien. Hay otros que no se meten en un solo jardín y no les va tan bien, pues chico no voy a ser yo siempre el que vaya de punta de lanza ¿no? Igual tengo que ser un poco más egoísta respecto a mí mismo o no tan generoso respecto a algunas cosas.
–¿Le han dado algún toque desde Madrid?
–Jamás, yo creo que igual porque me conocen y saben que igual es lo peor (risas).
–Está ahora más desvinculado de la portavocía de la Federal.
–Cuando empezamos a gobernar, valoré que no tenía mucho sentido, pues la portavocía la asume el Gobierno. Y luego por otro lado, el puesto de portavoz lo he aceptado por compromiso y cercanía con Pedro (Sánchez), pero tengo un perfil que no es precisamente idóneo para un portavoz, no soy una persona que se calle las cosas, no soy de consignas, me cuesta mucho no responder, no suelo dar muchas vueltas...Quizás los portavoces tienen la misión de no salirse del mensaje que se quiere dar y yo para eso reconozco que no soy un ejemplo.
–Hay de hecho quien cree que hace usted más oposición a Mañueco e Igea que el propio Luis Tudanca.
–Pues le digo una cosa, no tengo el más mínimo propósito de ser oposición a Mañueco entre otras cosas porque no tengo ningún propósito de ser presidente de la Junta, ni siquiera candidato. Por tanto, estaría haciendo una cosa absurda. Yo defiendo los intereses de mi ciudad y lamentablemente tengo que decir que en los últimos tiempos me voy cargando de razones en relación al trato que la Junta le dispensa a Valladolid. Lo que quiero es que esas razones desaparezcan y estoy tratando de mantener una relación fluida con Mañueco y tratar de hacerle ver que hay cosas que en la relación entre la Junta y el Ayuntamiento hay que corregir.
–¿Y de Igea?
–He parado a observar y como veo que es un hombre que busca el conflicto por el conflicto, no con la razón de ser, que tan pronto está enfrentado con los sindicatos, como con su propio Gobierno, como con el Ayuntamiento de Valladolid o sus compañeros de partido, veo que por ahí no tiene sentido continuar. Entonces no me interesa.
–¿Sigue pensando que hizo lo correcto al darle plantón en un acto institucional?
–Absolutamente. Yo tenía una reunión con el consejero de Cultura y a nadie se le presenta una persona, un tercero, sin nisiquiera avisarme. Yo me entero de que va a estar en la reunión porque llamo, pregunto si voy con mi director de área para entrar en un detalle técnico y me dicen que es que el director general no va a acudir porque el que va es el señor Igea ¿y por qué? Sin avisarme. Probablemente si él hubiera cogido el teléfono y me hubiera explicado las razones de por qué quería estar en la reunión pues a lo mejor le hubiéramos encontrado una utilidad y la hubiéramos mantenido, pero así no se hacen las cosas. Me reúno con él las veces que él quiera pero no de esta manera. Este tema lo he hablado con varios miembros del Consejo de Gobierno de la Junta y estaban abochornados con esta actitud.
–¿Ve futuro al pacto PP-Cs?
–Pues no lo sé. Veo que Ciudadanos tiene una posición complicada, una marca en vías de extinción. Hay encuestas en las que cae de diez a tres, es decir, ¿Dónde va a estar Ciudadanos dentro de tres años? Me hace pensar que los actuales integrantes del Gobierno de Ciudadanos tienen que estar pensando en qué hacer para sobrevivir de cara a 2023 y veo un escenario tan complicado para ellos que no sé muy bien cómo lo van a traducir, si buscando acomodo en otro lugar, probablemente no en el Partido Socialista o cambiando el Gobierno a través de una moción de censura. No lo sé. Lo que sé es que tiene una supervivencia política complicada.
–¿Ha enterrado ya el hacha de guerra con Teresa López?
–Nunca ha habido un hacha de guerra levantado. Yo fui a un comité, expuse mi idea en el ámbito interno del partido y al final se produjo una renovación que yo creo que era necesaria. Pero guerra con Teresa no he tenido nunca, ni la voy a tener, ni la quiero. Tengo un gran aprecio por Teresa y sigo pensando que es una persona muy válida, otra cosa es que en los últimos tiempos no haya estado a la altura de su capacidad.
–Pero fue duro en el comité.
–Bueno es mi forma de ser, nunca entré en política para hacer amigos, mis amigos casi todos están fuera de la política. Para mí esto es muy serio, tengo una responsabilidad, tengo mucho respeto por mi partido. Detrás de mi historia personal hay una historia también de sufrimiento de mi familia. Por tanto yo esto me lo tomo muy serio, no juego normalmente al compadreo con el partido y tomo decisiones que a veces me duele en lo personal, porque con Teresa tenía una relación muy buena.
–El relevo en la Diputación ha llegado con Francisco Ferreira. ¿Ve adecuado que sea un vallisoletano, de las Delicias, el encargado de dar voz a los pueblos en la Diputación?
–Bueno yo tuve durante tiempo un oponente en el partido que había nacido en Francia, residía en Pedrajas de San Esteban, trabajaba en Olmedo y quería ser el candidato a la Alcaldía. Así es la vida y así es la política. Yo creo que Paco Ferreira para la labor que tiene que hacer está muy bien dotado. Es un tipo con gran formación, con mucha experiencia en una materia como es la abogacía y la materia laboral que requiere de capacidad de negociar, de buscar acuerdos, de entendimiento.
–Dijo que si llegaba a la Alcaldía a lo sumo estaría tres mandatos. ¿Lo mantiene?
–Sí, creo que no es bueno recalcarlo demasiado porque una vez que uno pone fecha de caducidad a su compromiso la gente se empieza a poner nerviosa y empieza a darse codazos para reemplazarte. Pero esa es mi intención, si puedo y he cumplido con esos objetivos.
–¿Descartado entonces su salto a Madrid con Pedro Sánchez?
–Absolutamente, así se lo he trasladado hace bien poquito.
–O sea que le ha hecho la propuesta recientemente.
–No voy a desvelar pormenores que probablemente me costarían caros. Mi compromiso es con la ciudad de Valladolid porque hago lo que me gusta, yo no me cambio por un ministro. En esto soy muy egoísta, hay quién piensa que lo egoísta sería irme de ministro pero yo sigo en mi ciudad, sigo haciendo mi vida personal, tengo mi proyecto político en marcha, hago lo que me gusta, tomo decisiones que tienen una proyección en poco tiempo. Ahora irme a Madrid es subirme a un coche oficial todo el día, tomar decisiones que probablemente yo no veré. No es un proyecto político que me interese, al menos en este momento de la vida.
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