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Son los graduados del coronavirus. Jóvenes que rematan estos días sus estudios universitarios desde casa, que han completado su formación a través de plataformas 'on line', que han visto suspendidas sus prácticas y que se asoman ahora al fin de sus carreras (al inicio ... de una nueva etapa) con un vértigo aún mayor al que es habitual al terminar la titulación.
Al tradicional 'y ahora qué' que surge después de la graduación –con unos índices de paro juvenil siempre disparados– se suma ahora la incertidumbre de una economía herida y un mercado laboral golpeado por los ERTE y las amenazas de destrucción de empleo. A ese escenario de dudas, con focos intermitentes y argumento sin cerrar, se asoma ahora una nueva promoción: los protagonistas de la orla del coronavirus.
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«Claro que lo vamos a notar», dice José González, que termina sus estudios de Educación Primaria: «Parecía que se había superado la crisis de 2008. Que entrábamos en un buen periodo, con menos paro, con una recuperación a nivel laboral. Y esto, sin duda, nos va a afectar muchísimo, porque la incertidumbre es mayor».
«Seguro que las empresas están más preocupadas por mantener los empleos que ya tienen que por ofrecer nuevos puestos de trabajo», añade Andrea Sánchez, a punto de graduarse en Trabajo Social. «La situación final dependerá mucho de cada sector y del tipo de trabajo», matiza Pablo Martínez, quien está a punto de terminar el doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática. «Este era un sector que no tenía paro hasta ahora. Y esta crisis ha demostrado a las empresas que es muy importante su digitalización, por ejemplo, para hacer frente a situaciones de teletrabajo. La informática seguirá teniendo muchas salidas, pero posiblemente afecte a nuestras condiciones laborales. Y las expectactivas de salario que pudiéramos tener tal vez no se cumplan», indica Pablo, inmerso en un periodo de selección (para una empresa en Madrid), que se ha visto paralizado por la crisis sanitaria.
Javier Alaguero (Ingeniería Informática) también está pendiente de su inmediato futuro laboral. «El año pasado empecé las prácticas en una empresa, 900 horas con posibilidad de prolongarla durante todo un año. Al principio me dejaron con teletrabajo y luego tuve que parar. Las perspectivas de poder quedarme, de seguir allí trabajando cuando terminaran las prácticas eran buenas», dice Javier. Pero también el coronavirus ha puesto en pausa esta situación.
Loida Granados (Educación social) no ha podido terminar las prácticas en las que estaba inmersa, en el centro de menores Los Manzanos. Apenas pudo completar dos semanas de las 275 horas apalabradas por culpa del confinamiento. «Es una parte de nuestra formación que no hemos podido completar», explica. «En cierto modo, sí que puede afectar al modo en el que salimos preparados», dice Andrea.
«La formación que hemos recibido a través de Internet no es la misma que si hubiéramos ido a clases presenciales. Esta situación nos pilló a todos de sopetón. También a los profesores, en todas las carreras. Muchos no estaban preparados para el campus virtual.Para la enseñanza 'on line'. Yo también estudio Psicología por la UNED y es muy diferente, porque el temario ya está preparado desde el primer momento para impartirse a distancia. Pero en la carrera normal, la adaptación no ha sido tan sencilla», explica Andrea, quien quiere prepararse unas oposiciones al terminar la carrera «y empezar a enviar currículos, por si sale trabajo».
«Ha dependido también mucho del tipo de carrera. En nuestro caso, desde el primer momento se activó el laboratorio virtual, hubo muchos recursos técnicos disponibles. Sí que se han ralentizado los plazos del trabajos fin de grado y a ver si el campus virtul resiste ahora toda la actividad de las evacuaciones», indica Jimena Andrade, graduada este año de Telecomunicaciones, dispuesta a cursar el máster desde septiembre.
«Lo que está claro es que esta crisis hace que a partir de ahora te plantees mucho más el futuro», reconoce Gabriel Ríos (Musicología), quien tal vez deba adaptar los planes que tenía previstos para septiembre. «Quería empezar un máster de Musicoterapia en Vitoria. De tres años. Y no sé si lo podré hacer. La parte teórica está muy bien. Pero la práctica es muy importante. Y si esta situación se prolonga, no sé si podré aprovechar el máster lo que me gustaría y si merecerá la pena cursarlo», admite.
También con dudas está Lydia Andrés, quien termina ahora Educación Infantil y se plantea cursar desde septiembre el grado de Primaria. «En mi caso, volvería a las clases. Pero hay compañeros que han tenido que rehacer por completo sus ideas. Algunos querían marcharse al extranjero como 'au pair' para aprender idiomas. Y eso ahora parece imposible», dice Lydia. «También yo tenía compañeros pendientes de programas de intercambio con EEUU», añade José, convencido de que la movilidad estudiantil (por ejemplo, los programas Erasmus) se resentirán el próximo curso.
«Esto nos va a ayudar a valorar más lo que supone tener un trabajo. Va a hacer que nos impliquemos mucho en formarnos para conseguirlo, porque las posibilidades de encontrarlo serán más difíciles que hace unos meses», asegura Javier. «Y también la Universidad sacará lecciones de aquí. Se dará cuenta de que hay que estar más atento a las posibilidades de la formación 'on line'. Y las empresas, el teletrabajo», dice Raúl Crespo (Comunicación Audiovisual). «También creo que se apostará más por el teletrabajo, si es posible y productivo. Las empresas abaratan costes y los empleados, ahorran tiempo, por ejemplo, en transporte. Seguro que subirá el teletrabajo a raíz de esta crisis», añade Pablo.
Esta incertidumbre se traslada además no solo a disfrutar de un trabajo, sino a cómo se podrá desempeñar. Es la duda que tienen, por ejemplo, quienes ahora terminan carreras de Educación. Muchas de las dinámicas estudiadas no podrán ser llevadas a la práctica en clase. Al menos, en el corto plazo. «No creo que se reduzca la ratio de alumnos por aula, pero la interacción, por lo menos al principio, será menor», aventura José, quien enfoca su actividad hacia la Educación Física, «y en los colegios está muy vinculada con el trabajo corporal, en grupos, donde el contacto y los ejercicios en común son tan importantes».
¿Ha afectado esto también a la forma de ser? ¿A las relaciones con los amigos? «Lo que antes considerábamos normal (salir a tomar una caña, quedar con la novia, con los amigos), ahora es un regalo», admite José. «Y viajar. Yo tenía previsto este verano ir de viaje con los amigos... y no sé si será posible», cuenta Raúl. «Nosotros en la carrera, que no somos muchos, teníamos pensado hacer un viaje por Cracovia, Rumanía... No solo lo hemos tenido que suspender, sino que ahora nos ponen problemas para recuperar el dinero de los billetes», apunta Gabriel, quien ha aprovechado esta cuarentena para hacer varios cursos de producción musical. Guitarrista, integrante de varios grupos (como el de música tradicional La Virgen de los Aguadores), ha visto cómo se han suspendido ya la mayor parte de los conciertos y festivales previstos para este verano.
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«En el corto plazo no vamos a poder hacer lo que hacíamos antes. Vamos a tener que adaptarnos. Salir con los amigos, nuestro tiempo de ocio, será de otra manera. Con mascarilla, con más distancia... Va a ser muy raro», dice Lydia. «Pero yo creo que esa conciencia del uso de la mascarilla sí que permanecerá, como ocurre en sociedades asiáticas. Y será algo bueno, por ejemplo, que se mantenga su uso cuando tengamos un catarro. O la gripe estacional. Nos enseñará a tener más precaución y más conciencia de la salud pública», defiende Pablo.
«A veces hacías pereza y no quedabas, no salías... Esto te demuestra que hay que aprovechar cada momento. Hay gente de clase de la que ni siquiera nos hemos despedido. Han tenido que ir a pasar la cuarentena a sus ciudades y a lo mejor ya no los volvemos a ver», cuenta Noelia. «También dependerá de cuánto dure la situación. Si en unos meses se soluciona, no habrá tiempo para cambiar de hábitos. Pero como dure más, como tarde dos o tres años... nos tendremos que empezar a relacionar de otra manera. Recordaré toda mi vida esa sensación de extraña libertad del primer día que pudimos salir a la calle a dar un paseo después de tanto tiempo confinados en casa. Nunca pensé que viviríamos algo sí», añade Andrea.
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