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Órdenes de alejamiento a tres menores por hacer la vida imposible a otro adolescenteTodo empezó a finales de diciembre del año pasado. El acosado de 14 años, a través de un compañero de colegio, conoció a un nuevo grupo de amigos que le empezaron a hacer la vida imposible. Cuatro meses de «miedo», según refleja el Grupo de ... Menores de la Policía Nacional de Valladolid en un atestado, que están condicionando la vida de toda su familia, «llegándose a plantear el menor el hecho de abandonar definitivamente la ciudad». Incluso después de conocer la actual resolución de la Fiscalía de Menores en la que ha decretado órdenes de alejamiento para los tres principales implicados por un delito de acoso a este menor.
Este ha sido el último capítulo de una historia de acoso entre menores que se desencadenó hace más de medio año, cuando la víctima conoció, principalmente, a otros tres jóvenes, de nacionalidad rumana, boliviana y española, de entre 14 y 16 años. Desde el principio, la intención de uno de ellos fue la de apropiarse de la ropa y el dinero de la víctima. De hecho, refleja la Policía Nacional, que llegaron a intercambiarse cazadoras. Las amenazas no tardaron en llegar después de que la víctima le solicitara la devolución de la prenda de abrigo, a lo que se negaba el presunto acosador, además de solicitarle 100 euros «para entregárselos a unos gitanos al tener problemas con ellos».
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Ante el miedo «real» de que cumpliera su amenaza, la víctima le devolvió la cazadora, además de entregarle 10 euros. En cambio, él recibió la suya con una manga rasgada.
Con el paso de los días, la situación empeoró. Mediante «coacciones y amenazas», obligaron a la víctima al intercambio de una segunda cazadora, en esta ocasión de mayor valor (200 euros). Se vio obligado a ello y cuando la solicitó le dijeron que se la habían robado. Aun así, le volvieron a pedir dinero, por lo que fue en ese momento cuando intermedió el padre de la víctima. «Si no lo haces, te vamos a dar una paliza a ti y a tu puto padre», le espetaban al acosado a la par que los ahora investigados y detenidos se inventaban, según la Policía, que el padre había acudido a ese encuentro con un martillo.
Dada la gravedad de las amenazas, el progenitor se trasladó hasta la vivienda de la madre de acogida del primer acosador. Abochornada por los hechos, le entregó la prenda de vestir y obligó a su hijo a disculparse. Eso llegó días después y a través de Instagram con un mensaje: «'Perdón por todo, 'bro'. He sido un amigo de mierda. Si no me quieres perdonar lo entiendo'», rezaba el mensaje en la red social.
Grupo de Menores de la Policía Nacional
Desde ese momento, este menor, con antecedentes por robar unas zapatillas a un chico en su portal, desapareció de la escena, pero se encargó, según el Grupo de Menores, en alentar a los otros dos investigados en este caso de acoso para «vengarle por la humillación sufrida». Y así fue, porque en el centro comercial Vallsur, la víctima vivió una encerrona y fue obligado a pegarse con un menor de 14 años. Ese mismo día también le grabaron un vídeo disculpándose con el primer implicado y que se colgó de manera pública en las redes sociales.
A partir de esa filmación la persecución fue continua, incide la Policía Nacional. Amigos de la víctima le avisaban de que estaba siendo buscado por grupos numerosos para pegarle. Incluso su novia, un fin de semana de abril, fue abordada para que le diera el mensaje de que iban a pegarle por haber dicho algo malo de ellos.
Mientras tanto, además de estas situaciones en la vía pública, las amenazas se daban también a través de las redes sociales con solicitudes para encontrarse de nuevo en el centro comercial. «'Por las buenas o por las malas'», le imploraban desde Instagram, a la par que le 'invitaban' a un encuentro: «'La paciencia se me va'; 'te hundo'...». Las respuestas de la víctima eran siempre similares para evitar el confrontamiento.
Desde entonces el acoso directo o indirecto no cesó, incluso se amplió a un amigo de la víctima que le llegó a defender en uno de los múltiples altercados en el centro comercial. Las excusas que aludían los investigados eran siempre las mismas al asegurar que «alguien» les había dicho que han «'metido mierda'» de ellos, cuando era «absolutamente falso».
Estos hechos que refleja el Grupo de Menores de la Policía Judicial llevan al instructor a la siguiente conclusión: «Si el acoso se entiende como la alteración del normal desarrollo de la vida cotidiana de una persona, realizando determinadas acciones como llamarla, enviarla mensajes, vigilarla, seguirla, agredirla o amenazarla, se entiende que la conducta de estos tres menores se encuadra perfectamente en dicho tipo penal».
Una afirmación que la amplían al considerar a los tres sospechosos de formar parte de un grupo coordinado para amenazar y acosar continuamente a la víctima, ya sea directa o indirectamente, «mandando a amigos cercanos suyos para amedrentar».
Una amplia recopilación de pruebas que derivó en la detención de dos de los menores, además de un tercero en condición de investigado no detenido. Sobre ellos pesan actualmente órdenes de alejamiento, mientras que uno de ellos se encuentra temporalmente en un centro de acogida en Salamanca.
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