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Relato en primera persona. El de Erik González para rememorar un hecho que bien le podría haber trastocado sus planes de su futuro más próximo con la oposición de tropa y marinería del Ejército de España en la Delegación de Defensa de Valladolid. Porque ... estuvo cerca de no poder realizar la prueba psicotécnica del proceso selectivo. Madrugó para salir de Guardo (al norte de la provincia de Palencia) para emprender un recorrido de 150 kilómetros y estacionar su coche en las calles aledañas de Fray Luis de León.
Había viajado con tiempo para que las prisas no le pillaran por sorpresa y poder sentarse delante del ordenador a las 10:00 horas, momento en el que arrancaba el examen. Así que sobre las 9:10 horas, tras poner el ticket de la zona azul, se apresuró a redesayunar en la cafetería-panadería Panissimo de Cánovas del Castillo, a escasos cien metros de las dependencias de Defensa.
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Álvaro Muñoz
Pidió, se sentó y antes de salir del establecimiento entró en el servicio para «lavarse las manos». «Fueron cinco minutos porque mi idea era irme sobre las 9:30 horas», apunta Erik González después de vivir uno de los días más intensos de su vida. «Salí del baño y estaba todo cerrado», añade, ahora ya entre risas, al recordar un momento que fue angustioso.
Se dirigió a la puerta por la que había entrado y estaba cerrada. «Me fui a la de emergencias y daba a un patio de luces, que también estaba cerrado. Había otra puerta con acceso a un patio interior y tampoco había salida. No tenía forma de abandonar el local. Fue sorprendente el salir del servicio y ver el bar prácticamente oscuro. Había alguna luz y la música aún sonaba», remarca el joven palentino de 19 años.
Así que antes de iniciar la misión de abandonar la cafetería, buscó el teléfono del establecimiento por Internet, llamó y se encontró con que ese teléfono empezó a sonar en el local. «Eso, lo pienso ahora, no tenía mucho sentido al estar yo solo dentro», prosigue.
Sucesos en Valladolid
Su siguiente paso fue comunicar el incidente a su padre. «Evidentemente no se lo creía, pero me dijo que tenía que llamar a emergencias», explica Erik González. Así que otra vez 'descolgó' el móvil para relatar su inverosímil historia, aunque en esta ocasión ante el 112. «La mujer que me atendió no se lo creía tampoco y me decía que cómo me iba a quedar encerrado en un bar. Era surrealista», agrega el joven.
Con los Bomberos de camino a Cánovas de Castillo, volvió a tirar de teléfono para explicar al tribunal de la oposición que no podía llegar a tiempo. «Los de la Delegación se lo tomaron a risa. Me decían que si estaba en una cafetería no comiera mucho o que les llevara unos pasteles como compensación», bromea Erik González.
Y los pasteles no los llevó. Tras la llegada de los Bomberos, le rescataron por el patio de luces para acto seguido, a la carrera, encarar Fray Luis de León. «Llegué diez minutos tarde, les expliqué que era yo el de la cafetería y me dejaron hacer el examen. Con el susto se me quitaron todos los nervios que llevaba. Solo estaba centrado en llegar», recalca González, quien, por cierto, sacó «buena nota». «Espero que me dé para entrar en el Ejército del Aire. Llevo preparando la oposición un año, tanto esta como para ingresar en la Guardia Civil. Mi objetivo es ser guardia civil, pero ese examen lo tendré a finales de este año», explica el opositor, que seguramente vuelva a Valladolid, si finalmente es apto, para completar nuevas pruebas para ser militar.
De Valladolid puso rumbo a León, donde sigue preparando sus oposiciones para el Instituto Armado, a la par que este martes aguantaba alguna broma de sus familiares y amigos. «De momento hay final feliz», concluye.
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