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29 de Octubre, el barrio harto de convivir con el trapicheo y la suciedadCarteles de se vende en las ventanas, resto de suciedad en las aceras, carritos de compra por las esquinas... y «mucha desesperación». La barriada del 29 de Octubre, en el barrio de Pajarillos, vive con el desánimo desde hace «veinte años». Muchos de ellos ... no dudan en calificar ya su zona de residencial en el «gueto» de Valladolid, pero se resignan a quedarse con los brazos cruzados.
Problemas de convivencia, suciedad y el menudeo, según describen, hacen de este barrio, con casi 600 viviendas, en un «infierno». «Muchos vecinos ya han optado por abandonar sus casas de toda la vida. Ya no quedamos casi nadie de los de toda la vida. Estaremos hablando que resiste el 30% de los vecinos», apunta la presidenta de la barriada, Sagrario Gil Olmedo, y vecina desde hace 58 años del 29 de Octubre.
Es la voz que se alza sobre la del resto de los que allí viven, secundada en esta ocasión por residentes en la zona. Para ellos, la macrorredada contra el narcotráfico del 6 de junio no ha servido para nada. «La vida sigue igual», describe la representante vecinal.
Sagrario Gil
Presidenta de la asociación vecinal del 29 de Octubre
«Esto no va a cambiar. Mientras no haya mano dura, no va a cambiar. Es el pan de cada día. La redada se nota, pero se ve menos menudeo durante dos días. Ahora, dos meses después, ya estamos como antes. Son escandalosos, hay ruido, suciedad... Esto va a seguir hasta que nadie lo pare. Cada vez hay más. Hay más zonas donde se vende. Mientras no se haga nada, esto va a ir a peor. Y es lamentable», lamenta Sagrario sobre un barrio que cada día que pasa va «perdiendo latidos, se está muriendo».
En este trayecto por el 29 de Octubre, acompañada por María Jesús Pérez, Jonathan de Castro y Antonio Corrales, no paran de señalar los problemas que ha derivado el menudeo en la zona. Señalan cada desperfecto ocasionado y viviendas en las que 'tal' vecino se tuvo que ir de determinado inmueble. Se conocen todos y aseguran que no tienen ningún miedo en cruzar por las calles. «Es que es mi barrio, lo quiero», se resigna Sagrario a la par que exige más presencia policial y más cariño desde el Ayuntamiento.
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«Los que son responsables de velar por todos los vecinos son los que tienen que hacer cosas para que el resto no viva en la porquería. No queremos vivir bajo la tiranía de nadie. Y por eso no me voy a dar por vencida», añade la presidenta, quien encarna esta lucha desde hace veinte años.
Jonathan de Castro
Vecino del 29 de Octubre
Una petición que se acrecienta con la solicitud de más redadas y de más presencia policial por las calles. «Como vecina exijo que cada vez que se llame a la Policía, vengan y que no nos den largas. Ellos son los que tienen que velar por la seguridad de nosotros. Es un servicio público», recalca Sagrario Gil.
Como vecina de toda la vida tiene entre sus planes seguir luchando, a pesar de que por la cabeza haya rondado alguna vez la idea de abandonar y mudarse de barrio. Lo ha visto nacer desde las primeras piedras. «Más tarde, se fue poblando de gente trabajadora, familiar… Se fue urbanizando. Y nos quedó un barrio precioso. Había columpios, jardines, muchos árboles y flores. Era la envidia de muchas personas de Valladolid. Pero hace veinte años se fue todo a la porra», manifiesta la presidenta, quien asegura que va a seguir «defendiendo lo suyo».
«No voy a permitir que nadie venga a echarme. Es lamentable que nos tengamos que dar por vencidos y dejar nuestras casas. Lo peor son las generaciones que vienen. Si los padres no tienen educación, imagínate los hijos», concluye mientras continúa el recorrido por el barrio enumerando deficiencias y hablando, un día más, de lo mismo.
Antonio Corrales
Vecino del 29 de Octubre
La historia de Sagrario Gil la corrobora también Jonathan de Castro. Nació en el 29 de Octubre y ha vivido casi siempre en él. Hasta que hace cuatro años se compró un piso. Se asentaba en lo que era su vida, pero muestra su hartazgo por la «convivencia». «Compré el piso gracias a mi madre. Por las noches no hay quien pueda descansar. Se ponen a jugar, a tocar palmas, voces, risas descontroladas, llaman a los niños desde las ventanas... Está empezando a ser un infierno porque se acumula el cansancio. Son todos los días así», describe sobre su pesadilla Jonathan.
Hasta ha pensando en alquilarlo, pero es consciente de que «dejaría el infierno a otra persona». «Tenía todas las esperanzas e ilusiones en este piso. Dejarlo, con la vida que he tenido, que he estado hasta en la calle, me dolería», agrega.
Esa mala convivencia a la que hace referencia lo sufre con «altibajos». No concilia el sueño por las noches por gente que conoce de toda la vida. «Al final vamos a tener discusiones. Se lo dices y les adviertes de la porquería que hay en el suelo. Lo único que te dicen es que 'esto es así; el barrendero, barre'», manifiesta a la par que incide en que no se arrepiente de haber comprado un piso en el 29 de Octubre.
Más horas, al parecer, descansa Antonio Corrales Manzano. «Entre seis y ocho, pero siempre me desveló con algún sobresalto». Ya jubilado, aterrizó en el 29 de Octubre hace trece años. Se divorció y se compró una vivienda en la barriada para vivir tranquilamente. Y también lo tiene claro. «Si pudiera, la alquilaba o la vendía, pero económicamente no puedo», lamenta Corrales, quien sufre una pesadilla con el mismo vecino desde el primer día tras mudarse desde la calle Veinte Metros.
«Tengo problemas con la misma persona desde que llegué. Y todo por culpa de una gotera suya. Ha estado en la cárcel, pero ha debido salir más valiente de lo que entró, porque me está amargando la vida», remarca.
Sus problemas con su vecino, afirma, se extienden por toda la barriada. «Te tiran cosas, te llaman al timbre, hay juergas por la noche. En definitiva, te hacen la vida imposible. Se quieren quedar con la barriada para el trapicheo», manifiesta Corrales, quien tilda lo que vive como una situación «muy desagradable».
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