Boubker Zahir Zahir y José Antonio Granado (Juventud Rondilla), Juan José Asenjo Fernández (Unión Delicias) y Benjamín Santos (CD Arces). J. Castillo

Ochenta menores extranjeros, enredados en la norma futbolística que intenta protegerlos

El estatuto de la FIFA para evitar el tráfico de niños jugadores exige pasar por un trámite interminable que retrasa sus fichas

Antonio G. Encinas

Valladolid

Domingo, 24 de septiembre 2023, 00:18

El fútbol como solución vital, por un lado, y la ambición de encontrar al nuevo Messi antes que nadie, por el otro. Un cóctel que derivó en sanciones a clubes importantes por acometer fichajes irregulares -Real Madrid, Barcelona, Atlético, Chelsea- y, en lo que ... es peor, una retahíla de menores inmigrantes desplazados en países extranjeros como juguetes rotos. «Cuando no había control acerca de los menores que se pasaban de una federación nacional a otra, lo que ocurría es que los equipos del primer mundo, principalmente Europa y Norteamérica, esquilmaban las canteras de los equipos sudamericanos, centroamericanos y africanos. Traían un montón de menores a jugar al fútbol a Europa en busca del maná futbolístico y de esos, solo unos pocos llegaban a ser profesionales y el resto quedaban desamparados en estos países», explica Fran Menéndez, secretario general de la Federación de Fútbol de Castilla y León.

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Así que la Unión Europea pidió a la UEFA que hiciera algo. Y esa petición se tradujo en una normativa densa, compleja y exigente. «Se elaboró una normativa reguladora de cuándo un menor puede jugar en un país diferente al de su nacionalidad. Esto se estableció a través un reglamento de la FIFA, el reglamento para el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, en el que dice que como norma general, un menor debe jugar en el país en el que ha nacido excepto por unas circunstancias».

«El expediente se envía a la Federación Española, que en algunos casos resuelve y en otros, los remite a la FIFA»

Fran Menéndez

Secretario general de la Federación de Castilla y León de Fútbol

Y esas circunstancias son tan concretas que chocan contra un efecto indeseado: la realidad compleja de los menores extranjeros que residen de forma legal, por ejemplo, en España. Tal es la burocracia a seguir que los clubes de base se encuentran con que tramitar su inscripción se demora hasta la exasperación. La Federación de Castilla y León tiene ahora mismo ochenta expedientes abiertos de menores extranjeros. «Para tramitar esos expedientes se quiere una serie de documentación prolija, pesada de conseguir. Tienes que demostrar que tus padres están aquí, que trabajan, que tienen un medio de supervivencia, que estás escolarizado, con permiso de residencia en vigor, adjuntar el padrón para demostrar que estás domiciliado… Ese expediente se envía a la Federación Española (RFEF), que en algunos casos tiene facultad para resolverlo por sí misma y en otros, tiene que remitirlo a la FIFA (Federación Internacional). Y en ese trámite, entre que el club consigue los documentos, que sean correctos, que no falte ninguno, que se envíe… se produce un retraso», admite Fran Menéndez.

«En Delicias vivimos de la extranjería. Mínimo cada equipo tiene cuatro ó cinco jugadores de estas características»

Juan José Asenjo Fernández

Presidente del Unión Delicias

Lo que ocurre es que esa situación está lejos de ser anecdótica. En los barrios de Valladolid con más población extranjera, los clubes se ven forzados a un sobreesfuerzo para tramitar las licencias. Hace algo menos de cuarenta años en Valladolid había 643 extranjeros empadronados, un 0,20% de la población, según los datos del Ayuntamiento. De ellos, solo 25 eran africanos y 169, americanos.

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Hoy, los 21.950 extranjeros empadronados suponen el 7,31% de la población. 4.075 son africanos y 10.484, americanos. «Nosotros en Delicias vivimos de la extranjería. Mínimo cada equipo tiene cuatro ó cinco jugadores de estas características. Marroquíes, búlgaros, rumanos, chechenos, colombianos, venezolanos…», cuenta Juan José Asenjo, presidente del Unión Delicias, barrio en el que el 10,02% de la población es extranjera (el 15,6% en Caamaño-Las Viudas).

«Lo primero que nos piden es que justifiquen un sustento económico. Que los padres no se van a lucrar con la inscripción del niño»

Benjamín Santos Quesada

CD Arces

«Ahora mismo estamos con tres inscripciones de este tipo. No es un volumen muy importante, tenemos del orden de quinientos jugadores y de extranjeros podemos hablar de unos 25-30», dice Benjamín Santos, del Arces. «Nosotros, de 300 jugadores que hay en el club tendremos casi un tercio de extranjeros, de 14 ó 15 nacionalidades», tercia José Antonio Granado, presidente del Juventud Rondilla, barrio en el que la población foránea alcanza el 11,4%.

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La normativa contempla una serie de casos en los que un menor puede jugar federado en un país ajeno. «Por traslado efectivo de sus padres por cuestiones laborales. Otra excepción es cuando es transfronterizo. Un portugués que quiera jugar en Ciudad Rodrigo, por ejemplo. Fija una distancia máxima de 50 kilómetros. Otras dos excepciones recientes son por motivos de guerras y demás circunstancias, como puede ocurrir con Ucrania. Y otra que es por cuestión de estudios», enumera Fran Menéndez.

«Si un niño está escolarizado, empadronado, con permiso de residencia… Para dar patadas en un campo de fútbol, ¿qué más hace falta?»

José Antonio Granado

Presidente del Juventud Rondilla

Y entonces llega la realidad y te llena los expedientes de casos particulares. Por ejemplo, un crío con triple nacionalidad, circunstancia que Benjamín Santos no podía ni introducir en el sistema. «Los casos se complican si los padres están divorciados. Y si hay un divorcio duro piden la autorización del padre o la madre, que no están aquí, cuando a lo mejor la persona ha venido huyendo de su país. Tengo un caso muy claro, de África. La madre había huido por violencia de género, cruzaron en patera. Y tuvimos que pedir la patria potestad del padre», explica José Antonio Granado.

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Boubker Zahir Zahir se encarga de los asuntos de extranjería en el Juventud Rondilla. «El deporte, y sobre todo el futbol, es un cruce de caminos donde se cruzan todos los pueblos, se conoce muchísima gente, la gente deja su diferencia de creencia, de raza. Se crea un ambiente de integración increíble», cuenta. «Es un deporte y queremos que esta gente se pueda integrar. Si no hay normas y facilidades para ellos, ¿cómo vamos a hacer que se integren?», se pregunta.

«A un niño le faltaba un papel. Salió llorando. Y te quedas... ¿Qué hago yo con este niño? Te toca el alma»

Boubker Zahir Zahir

Juventud Rondilla

Una anécdota refleja bien lo que está en juego. «Tuve el caso de un niño que tenía muchísima ilusión. Me trajo un montón de papeles y tenía que llevarlos a la Federación, a Arroyo de la Encomienda, y todavía le faltaba alguno. Y el niño salió llorando. Le dije 'lo siento mucho, pero te prometo que voy a hacer hasta donde pueda para que juegues'. Porque cuando ves un niño así... No está en tu mano, las normas vienen desde arriba. Y te quedas… ¿Qué hago yo con este niño? Y te toca el alma, la verdad».

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La casuística es tan variada que lo desborda todo. «Una cosa que la normativa FIFA no contempla son los apátridas. Y tenemos apátridas. Y en ese caso, como mucha de la documentación que hay que pedir es a los países de origen, hay una imposibilidad de que nos la pasen para poderle inscribir», explica Benjamín Santos. «Y algún centroamericano que viene con la carta blanca, que llaman. O son refugiados políticos o la madre ha salido huyendo de allí por trata de blancas, o por acoso sexual. Esa carta no es válida para tramitar la ficha. Al no tener NIE, puedo tener al niño entrenando con un permiso especial de la madre por si se produce una lesión, o con un seguro aparte que paga el club, pero no puedo tramitarle la ficha», lamenta Juan José Asenjo.

Y están los menores no acompañados, lo que se conoce como MENA. «Pueden jugar, pero hay que demostrar que están tutelados. Hemos enviado casos con certificados de que están tutelados por la Consejería de Familia de la Junta de Castilla y León, con las razones por las que están en España…».

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Los clubes se desviven para que los críos puedan, al menos, entrenarse mientras se resuelven los expedientes. Pero piden que se arbitre algún modo de agilizar un proceso que nació para proteger a los menores. José Antonio Granado lo resume: «Si un niño es acogido en España y está escolarizado, empadronado, con permiso de residencia, con la cartilla de la Seguridad Social… Para dar patadas en un campo de fútbol, ¿qué más hace falta?».

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