«Relacionar sacrificio y trabajo es un error, porque ir a trabajar no debería suponer ningún sacrificio». Con estas palabras resume Miguel Domínguez, profesor técnico de los ciclos formativos de Servicios de Restauración en el IES Diego de Praves, la situación del sector de la ... hostelería en la actualidad. El anuncio 'se busca camarero' inunda los portales de empleo mientras que las matriculaciones a los ciclos formativo relacionados no dejan de decaer. El número de alumnos en los últimos años ha descendido un 76% - de 25 estudiantes a tan solo 6 en algunos casos-, un dato que deja al descubierto las carencias de la profesión. «Las nuevas generaciones ya no están dispuestas a ser esclavizadas, quieren poder conciliar la vida personal con la profesional y por eso ahora se niegan a aceptar ciertas condiciones», explica.
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Aunque la situación de la pandemia ha aligerado este proceso de desinterés al ser uno de los sectores más castigados, los profesores del Instituto Diego de Praves coinciden en que el origen está en la idea preconcebida de la profesión. «La gente sabe lo que se va a encontrar y, además, piensa que va a estar años formándose para salir con las mismas condiciones que los que no han estudiado», añade. Ese intrusismo que tanto perjudica ha hecho que se extienda la errónea creencia de que, como desmiente Miguel Domínguez, «el que no vale para otra cosa se mete detrás de una barra». Nada más lejos de la realidad o, al menos, sin la formación oportuna el resultado no es el mismo. «Los chicos que se forman encuentran puestos de trabajo con unas condiciones más favorables», asegura.
Barista: profesional especializado en el café de alta calidad que trabaja con diferentes bebidas con base de café mezclado con otros ingredientes como diferente tipos de leche, esencias, licores, especias etc.
Sumiller: profesional experto en vinos que los selecciona, recomienda y sirve a los clientes en función de la demanda de platos para conseguir maridar con éxito la comida.
Barman: profesional experto en cócteles cuya especialidad consiste en mezclar bebidas con precisión, rapidez y sin desperdicio.
Así, la prioridad del centro formativo es asemejar la oferta educativa al mundo laboral lo máximo posible para adecuarse a las distintas salidas y poder proporcionarles un futuro más prometedor. «Mostramos un abanico muy amplio porque hay muchas disciplinas en el mundo de la restauración», añade. Con una formación inicial básica de Cocina y Restauración, un grado medio en Servicios de Restauración y un grado superior en Dirección de Servicios de Restauración, tratan de cubrir todos los aspectos. «Hay gente que tiene cierta alergia al mundo académico, y se sorprende cuando llega aquí porque contamos con una cafetería y un restaurante que se asemeja mucho al mundo real al tener comensales externos», apunta Alfonso Fariñas, profesor del centro.
Personal formado y empresarios incapaces de encontrarlo. Una sobreoferta de empleo que no se llega a cubrir porque en ocasiones las vacantes no se adecúan a lo que el trabajador considera unas condiciones aceptables. «Se pide un sueldo digno, un horario respetado y una seguridad social correspondiente a las horas que se están trabajando, creo que es lo básico», explica Miguel Domínguez. Unos requisitos mínimos que se empezarán a cumplir, espera el profesor, «cuando este verano los empresarios vean que las pasan caninas por esa falta de personal».
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víctor martín
Chef del restaurante Trigo
De hecho, esa previsión ya se ha convertido en realidad. Los empresarios no encuentran personal para afrontar la temporada estival ni camareros formados que puedan suplir las necesidades. «Hay una sobreoferta que a veces, sumada a malas condiciones ofertadas, puede contribuir a esa falta de personal», reconoce Víctor Martín, dueño del Restaurante Trigo, que cuenta con una estrella Michelín. En la búsqueda de personal, reconoce que es complicado dada la situación actual y aún más después de dos años de pandemia donde «la gente tiene otras prioridades». No obstante, es consciente de que la hostelería debe adaptarse a ese cambio en la forma de ver la vida. «Mucha culpa de esta falta de personal la tenemos los empresarios que en ocasiones no hemos sabido ofrecer unas condiciones dignas», lamenta.
Jaime fernández
Presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Valladolid
Una opinión distinta tiene el presidente de la Asociación de Hosteleros, Jaime Fernández, que asegura que «los convenios colectivos son cumplidos en un 90% por los empresarios». Así, relaciona la falta de personal con la negativa de la población a trabajar. «Hay tres millones de parados y ofertas sin cubrir, cómo se puede explicar esto», apunta. Una situación de la que culpa al Gobierno por un exceso de subsidios de desempleo que hace que «la gente prefiera quedarse en casa que trabajar». Traspasa así un problema nacional a casos concretos en Valladolid donde, como Fernández asegura, empresarios se han visto forzados a cerrar su local por no poder atender la demanda. «Hay locales que se han quedado vacíos porque no encuentran personal y quieres tomar una tapa por la noche y no puedes porque las cocinas están cerradas por la misma razón», añade.
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Adaptarse a una sociedad que siempre espera encontrar abierto un bar y cumplir con las condiciones que rige la ley es, para el cocinero Víctor Martín, complicado. «Poco a poco tenemos que poner remedio a esas condiciones de trabajo, aunque cuesta dar el cambio y aún más en un momento económico donde cualquier alteración asusta», señala. La concepción ha cambiado y recuerda que en tiempos de su abuelo lo que sobraba era mano de obra para trabajos no cualificados, pero ya esa concepción es cada vez menos común y la restauración es ya un trabajo cualificado. Asumir esa realidad y amoldarse a los cambios es el objetivo de este empresario. Por su parte, el presidente de la Asociación de Hosteleros encuentra la causalidad de este efecto social en un cambio generacional más acomodado. «Ahora el estudiante no quiere trabajar y sus padres le dan ese dinero y, aunque es lícito, complica la búsqueda de personal», asegura.
El futuro del sector tiene su punto de partida en un presente cambiante por las tendencias sociales. Convencido de que los próximos años estarán condicionados por una evolución positiva de las condiciones laborales, Víctor Martín aboga por la formación como la vía rápida para optar a esa mejora.
«Cuando estudias no eres consciente de lo importante que es la formación, pero es el trampolín para optar a puestos de responsabilidad que el de al lado no logrará», confiesa. Preguntado por la fórmula secreta para convertir un negocio en un éxito, reconoce que «ojalá saberlo».
Sin embargo, sí desvela tres claves que marcan la diferencia. «Yo diría que con estas tres siglas H.T.C: Humildad, trabajo y constancia, tienes casi todas las papeletas para que funcione», añade. Un estrella Michelín que no habla de sacrificio porque ya es consciente de que se está cocinando una nueva forma de concebir la hostelería.
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