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El recién extraditado Carlos García Juliá, uno de los asesinos de la matanza de Atocha, ha vuelto a España tras 25 años prófugo para cumplir lo que le resta de condena: 3.855 días. Mató a tiros a cinco abogados laboralistas en un despacho de CC OO en Madrid cuando era un ultraderechista de 24 años, por lo que fue condenado a 193 años. Llegó a cumplir 14, parte de ellos en la prisión de Villanubla de Valladolid.
La última vez del preso en esta cárcel fue el 21 de diciembre de 1989, día en el que comenzó a disfrutar de su permiso de Navidad de una semana. Este fue concedido porque, entre otras cuestiones y en palabras del juez Sánchez Yllera, el preso «cumple la cuarta parte de la condena en 1992, se encuentra clasificado en segundo grado desde 1983, su conducta disciplinaria es buena y no ha cometido falta alguna desde hace tiempo».
Después de que se le concediera la libertad condicional dos años después por resolución de la Audiencia Nacional, el ultraderechista realizó diversos trabajos en España... Hasta que llegó 1994. En este año, el preso pidió permiso para trasladarse a Paraguay, lo que se le concedió meses después, pero él ya estaba ilocalizable. Se había marchado del país antes de conseguir el permiso oficial de salida.
La Fiscalía recurrió la decisión del juez que había concedido el permiso al considerar que existían indicios negativos en el comportamiento del ultra, y desde entonces no se había dejado de buscarle. En diciembre de 2018, las autoridades por fin le encontraron en Brasil, donde se le detuvo y comenzó su extradición.
Si quieres saber más de todo el periplo del preso, consulta la hemeroteca de El Norte. Solo para suscriptores ON+.
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