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Los neurólogos alertan en el Día del Ictus: hay más casos y en gente más jovenLos neurólogos alertan, coincidiendo Día Mundial del Ictus que sirve este 29 de octubre para recordar los efectos de estos accidentes cerebrovasculares en quienes los sufren y sus familias, de que cada vez atienden más y en personas de menor edad. Crecen los casos ... y lo que antes era principalmente gente mayor y muy mayor ha ampliado el abanico a pacientes con en la cincuentena, cuarentena y treintena e, incluso, jóvenes, niños y adolescentes. Una de cada tres personas que llegan al hospital con un ictus está en edad laboral, precisa el doctor Juan Francisco Arenillas, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid y coordinador clínico del Plan de Atención al Ictus en Castilla y León.
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Marco Alonso
El Clínico vallisoletano atiende unos mil pacientes con 'código ictus' al año. Es centro de referencia para Palencia y llegan también ingresos de Segovia y del Río Hortega, hospitales que sí tienen Unidad de Ictus, pero envían pacientes que requieren un tratamiento con cateterismo, en la Unidad de Hemodinámica Cerebral.
Ligar ictus con la imagen de una persona mayor es cada vez más desacertado. «Los últimos estudios epidemiológicos tanto nacionales como mundiales alertan sobre el incremento en los menores de 55 años. La edad de inicio ha ido disminuyendo», explica el doctor Arenillas, sobre una enfermedad en la que la edad avanzada sigue siendo un factor de riesgo de mucho peso y por eso hay un porcentaje importante de mayores, pero lo que llama la atención es que el ictus se abre camino en edades menores, en gente que trabaja y ve lejos la jubilación.
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«El ictus responde al final a una serie de factores de riesgo ambientales, socioeconómicos, de otro tipo que son los que hacen que las enfermedades que producen el ictus se desarrollen. Probablemente, el estilo de vida occidental con el estrés, el sedentarismo, dieta inapropiada rica en grasas y en hidratos de carbono puros, polución y contaminación medioambiental, consumo de tóxicos como tabaco, alcohol y drogas, todo eso hace que haya ictus en personas más jóvenes», contextualiza el especialista, que es miembro de la Sociedad Española de Neurología. Todos esos factores aceleran las enfermedades que pueden acabar en un ictus.
La incidencia general fluctúa entre los 150 y los 200 casos anuales por cada 100.000 habitantes. Esa es una media española. Castilla y León ya ha superado ese nivel de los 200 casos por el peso del envejecimiento en el padrón. El mensaje que quieren trasladar a la sociedad en este 29 de octubre es que debe haber vida después del ictus, reduciendo las secuelas y volviendo al ambiente social, e incluso laboral, que quien ha sufrido un accidente cerebrovascular tenía antes de ese momento. Y para eso el sistema debe dar respuesta a las necesidades de los pacientes y las familias después del ictus con una apuesta por la neurorehabilitación, que se sume a la prevención promoviendo el cuidado de la salud y los hábitos saludables. Todo ello sin olvidar que si te da un ictus, es vital la rapidez en la atención: «Siempre insistimos en que el tiempo es cerebro», recalca Juan Francisco Arenillas. Eso implica que llegar pronto al hospital y tratar reduce secuelas en el habla, los recuerdos, la deglución del alimentos, el movimiento de piernas, brazos, la coordinación del equilibrio... Hay cuestiones muy básicas para detectar si te están dando un ictus que cualquiera puede tener en cuenta para no pasarlas por alto.
La comunidad tiene implantado un 'código ictus' que se activa desde un primer momento, tras el aviso al 112, ante la sospecha de que la persona a la que van a atender los sanitarios ha sufrido un accidente cerebrovascular. Eso incluye un traslado preferente de esa persona al hospital y el preaviso a ese centro para preparar la llegada, hacer la prueba de imagen y administrar el tratamiento en el menor tiempo posible.
El ictus una enfermedad grave, potencialmente mortal, que puede acabar con la vida de quien lo sufre o, sobreviviendo a ella, quedar con una secuelas que suponen un altísimo grado de incapacitación, sin independencia ni autonomía. «Hemos sido capaces de mejorar la mortalidad de ictus, también el pronóstico, pero aún así, como ahora sobreviven más pacientes que antes a veces morían, la probabilidad de quedar con una discapacidad importante sigue siendo alta», precisa el doctor Arenillas. Se ha avanzado en la atención del proceso crítico, en la mejora del pronóstico, pero este 29 de octubre que el calendario de días mundiales reserva al ictus enfoca hacia dos cuestiones que ofrecen bastante margen de mejora: la prevención para revertir ese incremento entre personas que no son abuelos ni bisabuelos e intensificar la neurorehabilitación para aminorar las secuelas una vez superada lo que se entiende como fase aguda, cuando llega el alta hospitalaria.
80% De los ictus
se pueden prevenir con hábitos de vida saludables
Juan Francisco Arenillas resalta que el 80% de los ictus podrían no llegar a serlo con prevención, «haciendo las cosas bien, teniendo un buen estilo de vida, controlando los factores de riesgo». Ese sería el primer gran reto sanitario. El segundo, «minimizar» daños cerebrales una vez que se produce, con una buena organización del sistema sanitario que garantice una atención ágil. Ahí entra el sistema del 'código ictus' que aplican los profesionales de Sacyl y la organización en red de los hospitales de Castilla y León, comunicados unos con otros para que los centros de referencia apoyen a los del escalón inferior. Eso permite aplicar tratamientos de alta especialización con independencia del lugar de residencia del paciente. Y una vez la persona sobrevive, trabajar para aminorar las secuelas. Ese es el tercer desafío: la vida después del ictus.
«Los primeros meses son críticos para conseguir un buen pronóstico», remarca el neurólogo. Los ictus más graves, que requieren mantener la hospitalización se derivan al Hospital Casaverde, centro concertado por Sacyl para toda la comunidad para neurorehabilitación que ha abierto recientemente en Valladolid.
El coordinador clínico del Plan de Atención al Ictus en Castilla y León reconoce un avance importante en el fase de atención aguda, la que se da entre el aviso a emergencias y la asistencia en el hospital, aunque se pueden mejorar aún más tiempos de actuación, con la dotación de más recursos a los hospitales más pequeños o la consolidación de plantillas estables en los centros de referencia.
«Donde estamos más verdes, en mi opinión, es en el proceso de atención después del ictus. Una vez que el paciente sale del hospital hay muchas trayectorias posibles y es muy fácil que si, sobre todo, vive en zonas remotas, rurales, con difícil acceso a la ciudad, comporta un mayor riesgo de permanecer con secuelas», afirma el doctor Arenillas, que suma también «los determinantes socioeconómicos». En los servicios de neurología constatan que si hay un 'decalaje' entre la salida del hospital y el acceso a una rehabilitación proporcionada por Sacyl, sortear ese periodo de vacío depende de la capacidad económica de la familia. «Se ha visto que eso está segregando la posibilidad de recuperación. Más que enfocarlo como una crítica hay que hacerlo como una oportunidad de mejora», subraya el neurólogo. Unas apreciaciones que sustenta en las conclusiones de una tesis de investigación que firma Verónica Olmedo, trabajadora social del servicio.
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