Aspirantes al MIR esperan a la apetura de puertas en el aulario de la UVA. Carlos Espeso

Valladolid

Nervios y esperanza entre los 677 aspirantes a una especialidad sanitaria

La ciudad ha recibido a cientos de sanitarios candidatos al MIR en una convocatoria multitudinaria

Jenifer Santarén

Valladolid

Sábado, 20 de enero 2024, 21:32

Cientos de médicos, enfermeros, psicólogos y profesionales de otras especialidades sanitarias se han dado cita este sábado en la Universidad de Valladolid para realizar las pruebas de acceso a Médico Interno Residente (MIR) y otros programas de Formación Sanitaria Especializada (FSE). Los exámenes, celebrados en ... 28 localidades de España, han traído a Castilla y León a 1.630 postulantes, repartidos también entre Salamanca y la capital leonesa. La convocatoria más multitudinaria hasta la fecha, con 30.066 aspirantes a nivel nacional de distintas profesiones sanitarias, representa una excelente oportunidad para aquellos que desean especializarse.

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Los 677 opositores, muchos de ellos recién graduados, se concentraban en corrillos, acompañados por amigos, familiares y alguna que otra mascota frente al acceso principal del aulario del Campus Esgueva. Según avanzaban los minutos y tras comprobar sus nombres en los listados que anunciaban en qué aula desafiaban a la suerte, se han dispersado por los accesos laterales. La mayoría se han agrupado frente a la entrada contigua al Paseo del Cauce, donde debían acceder los graduados en Medicina, mayoritarios durante la jornada.

La falta de médicos, especialmente acusada en las zonas rurales, se traduce en mayores oportunidades para los convocados al MIR. 13.990 graduados o licenciados en Medicina compiten por las 8.772 plazas ofertadas en toda España, 222 más que en la convocatoria pasada pero a las que aspiran 1.361 médicos más. Esto se traduce en un ratio de 1,59 titulados por cada una de las vacantes ofertadas. El grueso de la convocatoria estará en la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, con 2.492 plazas.

El reto estaba en dejar atrás los nervios y volcar sobre un examen tipo test los conocimientos adquiridos tras, como poco, seis años de carrera y uno o dos de formación post-universitaria. Es el caso de Elisa Martín, de 24 años, que se examina del MIR. Desde que se graduó en Medicina en junio del año pasado cambió las aulas de la facultad por las de una academia, por la que ha desembolsado 2.000 euros. Muestra templanza, porque sabe que es la mejor garantía para un examen exitoso: «Hoy estoy más tranquila, hay que ir confiado. Ayer si que estaba un poco más nerviosa». Sobre en qué especialidad le gustaría sacar una plaza, no lo tiene claro, pero si alguna preferencia: «Me gusta mucho pediatría y psiquiatría. Anestesia también me gusta». Pocos aspirantes se atraven a hacer sus cábalas. Saben que la última palabra la tiene la nota de corte.

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«Hoy estoy más tranquila, hay que ir confiado»

Elisa Martín

Aunque los candidatos pueden optar a cualquiera de las plazas ofertadas por el Sistema Nacional de Salud en toda España, muchos manifestaban luchar por una de las 744 convocadas por el Sacyl, repartidas por los distintos hospitales y centros médicos de la región. «Mi primera opción es Valladolid. He vivido aquí, he hecho aquí la carrera y si se puede, pues mejor», manifiesta Marina Ortíz-De Lanzagorta, médica de 25 años, que tiene algo menos clara la rama por la optará: «Me gusta mucho anestesia y traumatología». Su único 'requisito' es que sea «algo que tenga quirófano».

David Borreguero, madrileño de 27 años, también expresa su preferencia por ciudades medianas «como Valladolid o Salamanca» para conseguir plaza. Tras estudiar Medicina en Valladolid, comenta que intentará «evitar una gran ciudad» como la suya. No se decanta aún por la especialidad, pero al contrario que su compañera, prefiere que no sea «nada quirúrgico».

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«Me gusta mucho anestesia y traumatología»

Marina Ortiz De-Lanzagorta

La palabra más repetida en el Campus Esgueva es la de «MIR», pero también han acudido a examinarse enfermeros, farmacéuticos, psicólogos, biólogos y físicos. Las siglas de sus exámenes se transforman con la letra inicial de su carrera. Rodrigo Fernández, enfermero burgalés de 24 años, es uno de los 9.011 aspirantes que se presentan al EIR con la esperanza de conseguir una de las 2.108 plazas de Enfermería. Fernández, que trabajaba en la planta de otorrinolaringología del Hospital Burgos, dejó su puesto en verano para dedicarle más tiempo al estudio. Se confiesa nervioso tras el esfuerzo titánico de los últimos meses: «Después de estar un año estudiando para esto, pues sí, te lo juegas todo a un examen». Tiene puesta su esperanza en poder conseguir una de las plazas formativas en la rama Comunitaria.

Pasadas las tres de la tarde, tras recibir los últimos besos, abrazos y palabras de suerte, los sanitarios se agolparon en las escaleras de acceso al aulario con la apertura de puertas. Atrás quedaron los allegados que los acompañaban para templar los ánimos. Ya en el interior abundaban las caras de concentración y muchos de ellos, a la espera de escuchar su nombre, no se habían despojado ni de la ropa de abrigo. Quedaba una hora para que diera comienzo la prueba de la que esperaban salir siendo residentes, un periodo formativo que les garantizará una estabilidad durante los próximos cuatro o cinco años.

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