![El psicólogo Diego Velicia.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202011/13/media/cortadas/1429061704-ka5F-U120759191079s2-624x385@El%20Norte.jpg)
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«Todo ritual, si se aborda desde el punto de vista social o religioso, tiene dos componentes. Está el esencial, que es la base de la celebración. Y luego lo accesorio, lo que lo rodea, lo que es secundario y se ha ido añadiendo ... año tras año», asegura el psicólogo Diego Velicia. ¿Cuál es el problema? Pues que la pandemia del coronavirus amenaza este año con socavar lo esencial de la celebración. «Lo accesorio era el lechazo o los canapés. Lo importante era juntarse con la familia, con los amigos y los seres queridos». Y eso, en este año de incertidumbre, puede salir tocado.Velicia (Valladolid, 1973) organizó el año pasado, a través del Centro Diocesano de Orientación Familiar, unos talleres para acompañar a aquellos a los que no les gusta la Navidad. Este año, su mensaje va dirigido a quienes no la podrán vivir con normalidad.
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–Es el año de la incertidumbre...
–La primera es saber si nos vamos a poder juntar como hasta ahora. Y parece que no. No sabemos aún qué restricciones habrá para moverse entre comunidades, las limitaciones de personas en reuniones familiares, el miedo o la responsabilidad de cada uno. Otros años, por estas fechas, había quien ya había empezado a hacer compras de comida, de regalos. Gente que ya se planificaba:'Esta comida con mis padres, la cena con los tuyos'. Este año, si no nos podemos reunir con todos nuestros seres queridos, habrá que buscar fórmulas para expresar ese afecto.
–¿Cómo?
–Es posible que no nos podamos reunir todos juntos en una misma casa, pero podemos vernos, con seguridad y precaución, en distintos momentos. Hay que expresar esa cercanía, sin olvidarse especialmente de aquellos que puedan estar solos:una hermana que vive sola, un cuñado viudo. La compañía a estas personas, aunque no sea física, tiene que ser cercana. Hay que hacer un esfuerzo especial para no descuidar a quienes están solos o en situaciones menos favorables.
–¿Alguna idea?
–En los últimos años se ha sustituido la tradicional felicitación navideña, con tarjeta y a mano, por un 'whatsapp'. A lo mejor es el momento de demostrar a nuestros seres queridos que no les olvidamos con una de estas tarjetas.
–Son momentos para recordar a los que faltan.
–Y habrá familias que este año lo pasen especialmente mal. Para todos es un tiempo difícil, pero sobre todo para quienes han perdido a alguien este año, aunque no sea por el coronavirus.
–Serán encuentros familiares distintos.
–La Navidad, además del componente religioso o espiritual, es un ritual familiar.Habitualmente se celebra de las mismas formas año tras año y contienen un significado. Con motivo de la pandemia es muy posible que tengamos que modificar algunas de las formas en las que habitualmente celebrábamos la Navidad en familia. Es buenos saber que la modificación de los rituales familiares puede suponer cambios en las estructuras y las relaciones. Así que conviene pensar bien qué cambios hacemos y contar con todos los miembros de la familia que están impicados a la hora de tomar esas decisiones.
–Se han suspendido las Cabalgatas de Reyes.
–A veces la vida no nos permite hacer todas las cosas que nos gustaría. En la vida hay pérdidas. Y eso también hay que enseñarlo. La Cabalgata es un momento de ilusión, de preparación de la Noche de Reyes y hay que intentar mantener esa ilusión por otras vías. Pero creo que es importante que eso que se ha perdido no se intente compensar con más regalos, más fiestas.
–El papel de los padres...
–En estos momentos de incertidumbre, todos buscamos referentes.Los adultos tal vez lo tengamos más difícil en una situación así.Pero el referente de los niños son sus padres, su familia. Si yo vivo angustiado y obsesionado por el virus, se lo transmitiré a mi hijo. Pero si lo vivo desde una postura negacionista, de falta de responsabilidad, también lo notará el niño. Si los padres vivimos la Navidad con naturalidad, sin el lamento de lo que no podemos hacer, sino con ilusión ante lo que podemos celebrar en función de las circunstancias, los niños lo aceptarán mucho mejor.
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