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Parece rebozada en plástico la acera de la calle La Merced, alfombrada por los guantes que alguien usó para comprar en el supermercado (hay dos a la vuelta de la esquina, en Don Sancho y Santuario) y que arrojó después al suelo sin pensar en una papelera o contenedor. En la calle Soria, un reguero de mascarillas se extiende en los paseos junto al Canal del Duero a la salida de las fábricas de Renault. Hay guantes de nitrilo en franjas de aparcamiento de Puente Colgante, protectores FPP2 en la acera del hospital Clínico, restos de plásticos epi en esquinas y aceras.
El Servicio de Limpieza ha hecho un llamamiento frente a los comportamientos incívicos. Protección Civil también ha alertado de esta situación. Y la Policía Municipal recuerda que es un acto que conlleva sanción, recogido en la ordenanza de protección del medio urbano. La multa por arrojar residuos a la calle es de 60 euros, pero, si durante la instrucción se comprobara que la mascarilla o los guantes correspondían a personas con positivo de coronavirus, se podría apelar a un riesgo de salubridad (infracción grave, artículo 19), con lo que la cuantía sería de entre 750 y 1.500 euros.
El problema, y así lo reconocen desde la Policía Local, es que es muy difícil sancionar este tipo de comportamientos, puesto que hay que pillar al infractor justo en el momento en el que tira a la calle el guante o la mascarilla usada. Desde mediados de marzo, han tramitado 4.600 sanciones por incumplir las medidas de protección fijadas para hacer frente al coronavirus. Ninguna ha sido por deshacerse de estos materiales de protección en la calle. La mayoría, más del 90% de los casos, por desoír las franjas y horarios autorizados de paseo.
Esta misma semana, Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, recordó que estos comportamientos incívicos pueden conllevar consecuencias para la salud pública. La inmensa mayoría de los guantes y mascarillas tirados en la calle no están infectadas, no fueron usadas por personas con coronavirus. Pero si lo estuviera, «pueden suponer un riesgo para los demás».
¿Qué hay que hacer entonces con ellas? Andrés Herguedas, director del Servicio de Limpieza, explica de forma gráfica que el tratamiento que habría que seguir con este tipo de residuos es «similar al de un pañal». «No está sometido a ningún tipo de reciclaje (ni papel, ni vidrio, ni orgánica), por lo que, aunque sean de plástico, habría que meterlos en la bolsa de basura de restos, la habitual».
Sí se recomienda, si la persona tiene o es sospechosa de padecer el coronavirus, que esas mascarillas y guantes se metan en una bolsa cerrada (que se introduce en una segunda bolsa), para después incluira en una tercera, que es la que se arroja al contenedor. De ahí, como no existe proceso de reciclado, se destinan directamente al vertedero, aunque existe la posibilidad de que (en grandes cantidades) sean incineradas en fábricas de cemento.
Desde el Servicio de Parques y Jardines destacan que este tipo de residuos no suelen hallarse en las zonas verdes de la ciudad. Los puntos más sucios y conflictivos son el entorno de los supermercados, donde se tiran los guantes, de plástico fino, que en muchos casos se ofrecen a la entrada. Muchos de estos locales tienen depósitos para deshacerse de ellos antes de salir.«Si no, hay papeleras en la calle. Ose pueden meter en una bolsita y llevarlos a casa para tirarlos a la basura», recomienda Herguedas.
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